El nombramiento de dos embajadores a pocos días del final del mandato generó algo de revuelo en las tertulias diplomáticas. Fue publicado esta mañana en el Boletín Oficial aunque la noticia sonaba, como un rumor, desde hace algunos días. Se trata de dos misiones clave ante organismos internacionales de primer nivel que serán ocupadas por diplomáticos con vínculos muy estrechos con la Casa Rosada. Hace cuatro años, Mauricio Macri había sido muy crítico con la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner por tomar una medida similar.
La designación de nuevos representantes ante la FAO y la OEA, ministros del Servicio Exterior con máxima categoría, surgió del despacho del Presidente y aunque beneficia a dos funcionarios de carrera diplomática, Carlos Cherniak y Guillermo Raimondi, debe leerse como una decisión de carácter político: se trata de dos hombres cercanos al gobierno y que cuentan con la máxima confianza del canciller Jorge Faurie y de su jefe político, el influyente secretario de Asuntos Estratégicos Fulvio Pompeo.
La medida llamó la atención porque contradice la postura que había tomado el propio Macri hace cuatro años, cuando criticó primero y luego dejó sin efecto una serie de nombramientos diplomáticos realizados por CFK en el tramo final de su gestión, recuerdan en los pasillos de cancillería, donde los ánimos están caldeados por otras decisiones que llegaron desde Balcarce 50 beneficiando a amigos del Presidente en detrimento de otros diplomáticos de carrera.
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El caso de Cherniak y Raimondi, ambos pertenecen al Servicio Exterior aunque provienen de estirpe radical y tienen una muy fluída relación con la Casa Rosada. Raimondi reemplazará en Washington a otra dirigente de origen político y muy cercana al Presidente: la ex diputada Paula Bertol, que concluyó a principios de este mes su misión ante la OEA para abocarse al tramo final de la campaña de Macri. Durante los últimos años Bertol había cumplido un rol clave en la estrategia del gobierno respecto a Venezuela.
Cherniak, por su parte, reemplazará ante la FAO a María Cristina Boldorini, otra diplomática de carrera que había quedado en esa misión rezagada desde tiempos de Susana Malcorra. Se trata de un destino muy codiciado en una ciudad en la que la Argentina cuenta no con una sino con tres representaciones diplomáticas distintas, cada una dotada de su correspondiente presupuesto: la embajada en Italia, la misión ante la Santa Sede y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, comúnmente llamada FAO por sus siglas en inglés.