27 de febrero, 2020 | 19.54

Alberto estuvo en Rosario y se metió de lleno en el problema de la violencia

En lo que fue un gran espaldarazo a Perotti, prometió respuestas a la ola de delitos que sacuden a la provincia. Habló de la policía, la Justicia y el narcotráfico, y recibió a los padres de un joven por cuya muerte se investiga a uniformados.

En medio de una delicada situación por la ola de violencia narco, Alberto Fernández visitó Rosario para participar de un acto en homenaje a Manuel Belgrano, y su presencia dejó muchas lecturas políticas, porque le puso el pecho a las balas y se metió de lleno en la problemática. El presidente habló durante la celebración del 208º aniversario del primer enarbolamiento de la bandera nacional en las barrancas del río Paraná, con el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, y el intendente rosarino Pablo Javkin (Frente Progresista).

"Rosario es una ciudad singular y maravillosa. Pero es una ciudad donde la Justicia tiene que hacer más de lo que hace", dijo Fernández en su primera visita oficial a Rosario desde que asumió como jefe de Estado. "Estoy para resolver los problemas que el narcotráfico y el crimen organizado han creado en Rosario. Yo sé lo que pasa con la policía y la Justicia de Santa Fe", continuó, en un discurso con gran volumen político. "Los que tienen que estar preocupados son los delincuentes" aseveró enfático, y pidió a los rosarinos que salgan a la calle el 20 de junio, cuando se comprometió a volver para el Día de la Bandera. 

"Estoy acá de pie diciéndoles qué compromiso vengo a asumir", bramó, convencido. Lo hizo parado en un escenario bajito, frente al Monumento y en un Parque Nacional a la Bandera donde se acomodaban familias, gente de a pie que se autoconvocó munida de mate y termo, así como los que pertenecen a las estructuras sindicales, políticas, estudiantiles y sociales del peronismo y sus aliados, que fueron el grueso. En total, se contaron tibiamente unas 10 mil personas. Hubo muchos invitados protocolares: se contaron 250 autoridades locales, provinciales y nacionales.

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Compromiso

En uno de los frecuentes gestos de lo imprevisible que es su agenda, se tomó un momento -que demoró el arranque de la ceremonia- para recibir junto a Perotti y Javkin a los padres de Carlos Orellano, un joven de 23 años que desapareció tras ir a bailar a un boliche y apareció ayer muerto, flotando en el río. Policía que hace adicionales en la discoteca -ubicada sobre la costa del Paraná, a metros del lugar del escenario- está sospechada de participar en la presunta golpiza, asesinato y posterior encubrimiento del hecho, que está siendo investigado. En la previa del acto, la familia había convocado una movilización al Monumento de mil personas pidiendo justicia. "Ellos me necesitaban más que ustedes hoy", dijo el presidente al respecto durante su discurso.

Alberto hizo el esfuerzo de venir en un viaje relámpago -llegó en helicóptero y estuvo menos de dos horas en la ciudad- para respaldar a Perotti en una situación difícil, con 44 muertos en 58 días en Rosario. Y su empuje fue ciertamente vehemente: "Me voy con el compromiso de tener solucionado para el 20 de junio, cuando nos veamos otra vez, mucho de los problemas que tienen los rosarinos con la inseguridad". Al finalizar, lo abrazó a Perotti, que agradeció el apoyo.

Antes, el mandatario santafesino también había hablado de los flagelos que azotan la provincia en su discurso. "Tenemos un compromiso para llegar a fondo y generar un cambio", aseguró, en una nueva muestra de respaldo al rumbo que el ministro de Seguridad Marcelo Saín le está imprimiendo a la reforma de las estructuras policiales y el abordaje de la inseguridad. El intendente rosarino se expresó sobre el mismo tema, que monopoliza la agenda: "Necesitamos que la fuerza de la ley le gane a la violencia, y necesitamos de la lucha de todos para tener paz y justicia".

Se dilata

Paralelamente, Perotti tiene un problema con la Ley de Necesidad Pública, cuya pulseada con el socialismo se sigue dilatando. En tanto, el proyecto que declararía las emergencias en seguridad, salud, financiera y alimentaria es la obsesión del rafaelino, que ya gastó muchísima energía en sus primeros tres meses de mandato porque la considera indispensable para gobernar. Este jueves, la negociación con el sector que encabeza el exgobernador Miguel Lifschitz volvió a fracasar y habrá que esperar a la semana que viene.

Como puede verse, hay buena sintonía de ambos (AF y OP) con Javkin, que a pesar de ser de otro color político sabe vestirse con las ropas del diálogo y apoya -contra casi todos sus aliados, por su necesidad de fondos para el municipio- la sanción de las emergencias, que esta semana se volvió a dilatar. De hecho, tan bueno es el diálogo entre las tres órbitas, que el acto se organizó en una mesa tripartita. El gestor de la llegada del primer mandatario fue el ministro de Defensa, Agustín Rossi, que inició su vida política en Rosario, y acompañó a Fernández en la visita.

Rossi formó parte de la comitiva de organización porque le regaló a Rosario una escultura en chapa naval en homenaje a Belgrano que realizaron los obreros del astillero Tandanor, una empresa estatal que la gestión Macri intentó vaciar, con despidos y represión de las protestas gremiales que se desataron ante esa avanzada en 2018. La estatua, emplazada en el espacio verde frente al Monumento a la Bandera, cerca del recordatorio a los caídos de Malvinas, fue descubierta durante la ceremonia de la que participaron los propios trabajadores.

Otro mensaje político fue la presencia también de Eduardo "Wado" de Pedro junto al presidente. El ministro del Interior es clave en el trato con las provincias, tanto en la negociación de recursos como de obras. El pedido de Javkin, en la previa, de más presencia de fuerzas federales para parar la ola de sangre, así como la ayuda financiera que necesita Perotti por el rojo que dejó la gestión socialista -el gobierno afirma que el déficit es de 19 mil millones- podría explicar la presencia del funcionario. También se sumaron a último momento el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el ministro de Cultura Tristán Bauer, y el de Educación Nicolás Trotta.

Nación está un esfuerzo extraordinario para darle una mano a Santa Fe. La Tarjeta Alimentaria y otras ayudas sociales y en salud como el Plan Remediar, el desembarco de gendarmes y prefectos, y hasta los fondos para terminar las refacciones del Monumento a la Bandera que Macri dejó paralizadas llegan de la mano de programas nacionales. El gesto de Fernández fue, desde lo simbólico, mucho más de lo que podría reclamarle el Ejecutivo santafesino.

Tanto, que hasta hay voces dentro del núcleo kirchnerista de la alianza que llevó a Perotti al gobierno, como el diputado Leandro Busatto, que le reclaman al Ejecutivo "salir a la calle y abandonar la política de palacio". En el medio, el ministro Saín acumuló otro exabrupto (hizo un chiste menor pero innecesario en un canal nacional, del cual se aferró la oposición local para indignarse) y también recibió ruido interno de parte de otro legislador que deslizó que complica la negociación con el Frente Progresista.

El espaldarazo de Alberto a uno de sus gobernadores más apreciados puede servir de puntapié inicial. Pero es evidente que falta una impronta provincial en forma de iniciativas propias. Es cierto que el socialismo le obstruye los caminos y limita su capacidad de acción, con una negación casi cínica de sus responsabilidades en la situación que está pasando la provincia (indiscutible en cuanto a seguridad), estirando los plazos y bloqueando la gobernabilidad. Pero también va quedando claro que el peronismo no parece tener un plan B, y Perotti se está desgastando precozmente sin acusar recibo.

Hoy por hoy, lo único que se escucha de boca de los funcionarios es que sin la Ley de Necesidad Pública "no hay plata" para nada. El último episodio fue este mismo jueves, cuando la ministra de Educación le hizo una oferta de aumento bajísima a los docentes (3% más una suma fija), que no comenzarían las clases. Así va a ser muy difícil construir una épica de gobierno que le muestre a los santafesinos que se está saliendo del pozo. El discurso del presidente, con una gran capacidad de transmitir carga emotiva de la que Perotti carece, puede ser un comienzo.