Seguramente algunas de las veces que fuiste de viaje usaste el sistema Airbnb. Y si lo hiciste, probablemente lo hayas recomendado. Se trata de una plataforma de alquileres temporarios que se volvió popular al compás del avance de la economía colaborativa, este nuevo modelo de consumo que se da a través de internet y que está modificando las relaciones entre quienes ofrecen un producto y quienes tienen una necesidad específica. ¿Cuál es el costado problemático? Que constituyen fenómenos que requieren regulación y que en nuestra Ciudad no la tienen.
Airbnb nació en San Francisco en el año 2008. En esta década se propagó: amplió su servicio a 81 mil ciudades en 191 países del mundo. En Argentina hay 30 mil propiedades registradas en la plataforma y 13 mil en la Ciudad de Buenos Aires.
Utilizarlo es fácil y resulta cómodo. Uno puede alquilar una habitación de una casa o una propiedad entera. Si tenés una propiedad para alquilar, la publicás allí y los usuarios comienzan a contactarte. Así, con el paso del tiempo, Airbnb se ha convertido en una gran inmobiliaria virtual que funciona a nivel global y que no tiene controles.
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En efecto, la empresa opera gratis y sin pagos tributarios. ¿Cuál es su beneficio? Sin gastar un solo centavo, se queda con el 3% de la comisión del inmueble alquilado.
En este sentido, el inconveniente a la hora de pensar en una ciudad inclusiva y justa para todos y todas no tiene que ver con la existencia de apps de este estilo. Por el contrario, su funcionamiento da cuenta de nuevas formas de vinculación en las grandes urbes del mundo. La diferencia está en regular una actividad que incluye a personas trabajando y que, además, incide en la vida cotidiana de las y los habitantes de esas ciudades.
¿Por qué? Este fenómeno genera un alza en los precios de alquileres de mediano plazo. Poco a poco hay menor oferta de hogares para este tipo de arrendamiento porque el alquiler temporal tiene un rendimiento mucho mayor. Es sencillo: algunas personas pueden ganar más dinero. Por ejemplo, rentar un monoambiente amoblado en San Telmo puede costar 15 mil pesos. En Airbnb ese mismo departamento puede llegar a valer 35 o 40 dólares por día. Por este mecanismo, los dueños de las propiedades eligen la plataforma: al alquilar por día y a precio dólar su ingreso se multiplica. En este caso, por el mismo lugar recaudaría 60 mil pesos por mes. Entonces, el fenómeno Airbnb provoca la suba de los precios de los alquileres.
La ley 4632 que rige los alquileres temporarios a turistas (entre un día y seis meses) está vigente, pero que casi no tiene incidencia y acatamiento. El Ente de Turismo es el que debería tomar cartas: la ley establece como obligatoria la inscripción recién cuando se tienen cuatro propiedades o más, condición deja a la mayoría de los anfitriones fuera del alcance por la normativa. Desde el Ente afirman que poseen sólo 183 anfitriones registrados y 286 en trámite, un número muy bajo teniendo en cuenta que en la Ciudad hay 13.000 anfitriones.
Las medidas que tomaron en otras ciudades con Airbnb
Un caso a observar es el de Barcelona, donde se multó a anfitriones no registrados con multas que van de 3 mil a 30 mil euros porque el municipio consideró que Airbnb se desentiende de ellos. Entonces crearon la Asociación de Afectados por el Conflicto entre el Ayuntamiento y Airbnb. Después de la disputa, que incluyó una multa de 600.000 euros a la plataforma, acordaron que la empresa eliminara los anuncios de los departamentos que no tuvieran las licencias otorgadas por el ayuntamiento para operar como alojamiento turístico. Y presentaron en el Congreso un proyecto de Ley que pretende regular el precio de los alquileres.
Otro ejemplo es el de Londres. Allí establecieron un límite de días de alquiler: 90 días por temporada, mientras que París tiene un máximo de 120 días. Una vez que un anfitrión ha reservado su espacio por la cantidad permitida de días, se le prohíbe automáticamente el alojamiento nuevamente hasta el año siguiente.
En tanto en Amsterdam, la ley limita a 60 días por año y a cuatro ocupantes por departamento los alquileres en esta plataforma.
El gobierno del PRO, que dice tener como modelos a ciudades europeas, no le presta atención a estos ejemplos. ¿Y si en Buenos Aires hacemos lo mismo para tener una plataforma aún más segura y más justa con las porteñas y porteños que queremos alquilar en nuestra Ciudad?