- Respecto a Irán, son un adversario. Son anti americanos, anti israelíes, anti semitas, financian una organización terrorista como Hezbollah.
- Suena como un buen aliado para la paz.
- Como se suele decir, no se hace la paz con tus aliados. La cuestión es si nosotros queremos que tengan armas nucleares. Y la respuesta es no. La pregunta es cuál es la mejor forma para hacer que no las tengan. Con el acuerdo que conseguimos Irán no va a tener armas nucleares.
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El diálogo se produjo el martes a la noche en The Daily Show entre su conductor, Jon Stewart, y el cuadragésimo cuarto y actual Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama sobre el histórico acuerdo que llegaron Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Inglaterra y Alemania con la República Islámica del Irán. Repasemos los puntos clave:
Irán no producirá uranio altamente enriquecido durante los próximos 15 años.
Se deshará del 98% del material nuclear que posee.
Eliminará 2/3 de las centrifugadoras que tiene instaladas.
Las potencias podrán verificar "por primera vez" el grado de cumplimiento del acuerdo.
A cambio, Naciones Unidas levantará todas las sanciones que pesan sobre Irán vinculadas al programa nuclear, aunque con algunas limitaciones.
Antes de comenzar el levantamiento, Irán deberá cumplir con los "pasos básicos" del acuerdo.
Las sanciones se mantendrán durante los próximos cinco años en el caso de las armas y durante los próximos ocho en el caso de los misiles balísticos.
Esto, naturalmente, no atado a la buena fe de las partes sino a que si Irán incumple parte del acuerdo las sanciones de Naciones Unidas y organismos multilaterales -que fueron levantadas gracias a esta negociación- volverán a hacerse efectivas.
Recordemos que a mitad de los noventa, cuando el debate sobre cómo manejar a Irak se centraba en aplicar sanciones o establecer compromisos con cuidado, muchos países europeos buscaron establecer un acercamiento con picardías. Por ejemplo, Francia criticó continuamente el embargo y en el 2000, junto a Rusia, rompió la prohibición de los vuelos hacia Irak sin esperar una autorización de las Naciones Unidas, como bien explica el documento publicado en 2006 por la Universidad de Yale titulado "Setting Boundaries: Can International Society Exclude 'Rogue States'?". En el caso iraní, la Unión Europea encaró la cuestión de una forma más conciliadora y resistió fuertemente a la presión de los Estados Unidos. Gran parte de Europa veía la tendencia estadounidense hacia la coerción como excesivamente dura. En respuesta, algunos de los observadores norteamericanos criticaron la preferencia de la Unión Europea por el compromiso y sostuvieron que solo era una excusa para mantener una relación comercial lucrativa con países como Irán. Como semantizó el Secretario de Estado Staur Eizenstat en 1997: "Algunos de nuestros aliados parecen no compartir nuestra idea de que es urgente enfrentar el peligroso comportamiento Iraní y convencer al nuevo gobierno iraní de la necesidad de un cambio". Mucho más allá fue el luego vicepresidente de George Bush, Dick Cheney: "Nosotros no negociamos con el Diablo: lo derrotamos".
En 1996 el roce entre Estados Unidos y Europa llegó a un nuevo pico. El Congreso aprobó dos leyes que abrían la posibilidad aplicar sanciones a cualquier inversor que estableciera relaciones con Cuba, Irán o Libia. Estas iniciativas causaron una gran disputa comercial entre los EE.UU. y la UE, aunque entonces el Presidente Clinton eliminó las penalidades a terceros. La controversia no solo resaltó las tensiones transatlánticas sino también los límites, incluso antes del 11 de septiembre, de la habilidad de los Estados Unidos para imponer sus ideas sobre cómo manejar estas cuestiones. En 2004 hubo un acuerdo entre Irán, Gran Bretaña, Francia y Alemania, a partir del que el gobierno iraní acordó suspender su programa nuclear a cambio de negociaciones comerciales. Esto hizo resurgir el debate entre las formas de encarar el conflicto, discusión que se mantuvo abierto ante los problemas de las potencias europeas para mantener el compromiso iraní. Hoy esa discusión sigue más vigente que nunca. La grieta no sólo transcurre con pasiones inconducentes en nuestro país: en sitios como VOX han llegado a utilizar el hitchcockeano término MacGuffins para referirse a los argumentos del ala más dura de la política estadounidense y, dicen, los dos puntos más robustos son:
1-El régimen iraní es malo.
2-El régimen iraní se beneficia con este acuerdo.
Ambas cosas son rigurosamente ciertas, ya que si el acuerdo no hubiese sido beneficioso para Irán, no lo hubiesen aceptado. Y si Irán no fuese malo, no habría sanciones severas para negociar.
El debate al seno de la sociedad estadounidense es muy intenso, ya que detrás de esto no está sólo el acuerdo con Irán sino las relaciones de Estados Unidos como país frente al resto del mundo. Si Obama logra conservar el acuerdo, es posible que se convierta en una política exterior a largo plazo y abandone el eje Bush/Cheney de "despojar de tiranía a Medio Oriente para reemplazarla por democracia". Esto cierra la posibilidad de guerra con Irán en futuro cercano y abre un canal diplomático a futuro para tratar otros problemas. En palabras de los Progressive realism: ""La diplomacia es siempre más efectiva que la guerra, incluso con dictadores".