En la madrugada de este jueves, mientras el Senado se decidía por el “no” ante el proyecto de legalización del aborto que pretende reducir las muertes de mujeres por abortos clandestinos, un hombre se manifestó con un cartel que recuerda a uno de los momentos más trágicos de la historia argentina.
Mezclado entre banderas argentinas, pañuelos celestes y un feto de papel maché de fondo, portó un cartel con la frase “Cristo Vence”, con el dibujo de una cruz dentro de una letra V. Esta misma simbología fue la que llevaban los aviones que bombardearon la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 y provocaron la muerte de al menos 308 personas.
Este ataque, que tuvo como únicas víctimas a la gente que circulaba por el lugar, fue realizado por la Marina de Guerra en conjunto con la Iglesia Católica, que tenía un conflicto declarado con el presidente de ese momento, Juan Domingo Perón. Además de tirar bombas desde los aviones, ametrallaron edificios públicos y a las personas que caminaban por la zona.
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El gesto de este manifestante “provida” no es casual. La Iglesia tuvo en este debate un rol central, tanto desde la postura contra el derecho al aborto por parte de sus creyentes e incluso muchos legisladores -que usaron sus creencias como argumento para un tema de salud pública-, como por las presiones ejercidas desde su cúpula: un claro ejemplo fue cuando el arzobispo de Tucumán, Carlos Sánchez, nombró uno por uno a los diputados de su provincia para instarlos a votar en contra.
Además, cabe recordar que la Iglesia no sólo apoyó el golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955 sino que también fue uno de los sectores clave dentro de la última dictadura cívico-militar, en la que avalaron la desaparición sistemática de personas, las torturas, los vuelos de la muerte y el robo de bebés, lo cual se contradice con la autodenominación de “provida” de la misma manera que el lema “Cristo Vuelve”.
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