Por Fernando Cibeira
Especial para El Destape
Se podría haber pensado en un año de cierre muy diferente para el gobierno. Que arrancara
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
con una negociación con los fondos buitre para llegar a un acuerdo más o menos presentable. Que siguiera con una agenda legislativa moderada, sin temas conflictivos que pusieran en tensión el vínculo con la oposición. Una Presidenta viajera frecuente, que diera mayor relieve a la agenda internacional. Que además se mantuviera discretamente alejada de la campaña, para luego apoyar al candidato oficialista que salga de las PASO. Un año final tranquilo, que terminara, en lo posible, con el traspaso de la banda a un continuador del modelo.
La cuestión es que nada de eso está en el ADN del Gobierno. El kirchnerismo sólo se siente pleno cuando puede plantear una relación antagónica, de amigo/enemigo, colocándose en el rol de la defensa de los intereses populares. Ante el desafío planteado por el caso Nisman y la marcha de los fiscales a la que se sumaron todos los precandidatos de la oposición, la respuesta fue extremar la polarización. Una jugada arriesgada que podría arrastrar al kirchnerismo a la derrota o, bien, provocar una nueva resurrección. "La verdad es que a veces uno cree que se va a la banquina, pero la historia muestra que casi siempre termina acertando. Por eso también es que nadie saca los pies del plato", explicaba uno de los aspirantes a la presidencia del kirchnerismo. Es cierto, pese a lo delicada que se presenta la coyuntura, al forzar la visión "ellos o nosotros" la Presidenta mantiene al oficialismo galvanizado, con ella en el centro del escenario.
En el último discurso CFK unió a Estados Unidos y los fondos buitres, a Techint y a Clarín, a los fiscales que convocan a la marcha con los dirigentes de la oposición. ¿Descabellado? Para el electorado propio, no lo es. ¿Tendrá éxito? Imposible saberlo a esta altura. En principio, consiguió instalar la duda acerca de las reales motivaciones de la movilización. Por cierto, algunos de los fiscales hicieron mucho por eso como Ricardo Sáenz, quien se muestra como si fuera el principal referente de la oposición. Gerardo Pollicita había anticipado a sus colegas en los días previos que la imputación a la Presidenta saldría antes de la marcha, cuestión de potenciar el homenaje a Nisman. "El trabajo que hizo fue espectacular", avisaba Pollicita a sus interlocutores.
En el último discurso CFK unió a Estados Unidos y los fondos buitres, a Techint y a Clarín, a los fiscales que convocan a la marcha con los dirigentes de la oposición. ¿Descabellado? Para el electorado propio, no lo es. ¿Tendrá éxito? Imposible saberlo a esta altura. En principio, consiguió instalar la duda acerca de las reales motivaciones de la movilización. Por cierto, algunos de los fiscales hicieron mucho por eso como Ricardo Sáenz, quien se muestra como si fuera el principal referente de la oposición. Gerardo Pollicita había anticipado a sus colegas en los días previos que la imputación a la Presidenta saldría antes de la marcha, cuestión de potenciar el homenaje a Nisman. "El trabajo que hizo fue espectacular", avisaba Pollicita a sus interlocutores.
La convocatoria del 18F pinta hecha a medida para los sectores del poder que impulsan un gran frente antikirchnerista para las elecciones de octubre. Todos los precandidatos opositores se comprometieron a ir "como un ciudadano más". Seguramente será masiva y repleta de banderas argentinas, ideal para dar marco a un objetivo tal como armar una coalición para "salvar la República". La situación cambió desde la muerte de Nisman. El Frente Amplio Unen prácticamente dejó de existir y hoy la mayoría del radicalismo parece convencido de que deben ser los articuladores de este gran frente que se promueve desde los medios opositores. Sergio Massa ya se reunió con ellos. Mauricio Macri, en ascenso en las encuestas, se muestra en desacuerdo pero difícil saber si tendrá margen para mantenerse aparte.
Sin embargo, los encuestadores difieren en cuanto a las bondades de esta cruzada antikirchnerista. Si bien el voto opositor es mayoritario en el país, habría que ver qué efectos tendría ante un candidato como Daniel Scioli, a quien la gente no identifica con el kirchnerismo duro. Con sus acusaciones de "golpismo blando" o "movimiento destituyente", el Gobierno apunta a potenciar la polarización. Curiosamente, en este punto la estrategia coincide con la de la oposición. Resta esperar saber quién ganará la pulseada esta vez.