Mirta Busnelli: "También sufrí las injusticias y la inferioridad por ser mujer"

La reconocida actriz conversó con El Destape acerca de su éxito teatral La Savia, su despertar feminista y la belleza oculta de la vejez.

08 de marzo, 2020 | 00.05

La televisión la popularizó y en el teatro despliega todo su encanto. Ella podría ser La Savia, o la sabia. Cualquier espectador que pase por la experiencia de verla en acción llega a conclusiones similares. Mirta Busnelli bebe té de a sorbos, se hidrata con cada trago de la infusión. Los mecanismos son similares a los de una planta en pleno crecimiento. En esas pequeñas cosas, se esconden las maravillas del funcionamiento de la vida.

-En La Savia interpretas a Elsa, una mujer que usa la escritura como herramienta de la memoria que se nutre de los recuerdos para seguir viviendo. ¿Es este uno de los personajes más profundos que te ha tocado llevar a escena?, ¿por qué?

-No sé si es el más profundo. Elsa tiene una vitalidad, una sensibilidad, y un abanico de sentimientos muy grande. Arriba del escenario todo eso se potencia y crea algo muy intenso. Al menos eso es lo que la gente nos dice, les queda la impronta de la obra por unos días. Con Ignacio Sánchez Mestre (director de la obra) no esperábamos esa repercusión. Se estrenó en el Teatro Cervantes y no pensamos que íbamos a seguir presentándola después. Luego de una temporada, salir de gira y que hubiese algunas funciones con otra actriz -por problemas de salud que tuve- decidimos que queríamos que La Savia sea vista por más gente. Pensá que la sala del Cervantes era muy pequeña. Siempre estaba llena y había muchos que se quedaban afuera.

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-Y de ahí pasaron a la Avenida Corrientes. Es otro tipo de público el que asiste a ver teatro comercial, ¿hubo inseguridades de que la recibieran de la misma forma?

-Totalmente. Mirá, antes de la Avenida Corrientes estuvimos en Santos Dumont 4040 y la experiencia fue muy grata. La obra lejos de empequeñecerse, se fortalecía con cada función. Resulta que la persona que coordina el Metropolitan Sura eligió La Savia y algunas obras más que consideró las mejores de la cartelera alternativa, y decidió ponerlas en el circuito comercial. Nos costó decidir si íbamos a presentarla en el Metropolitan porque no queríamos perder la intimidad que nos daba el espacio en donde estábamos. La Savia necesita intimidad.

-De hecho la escenografía es justamente eso, íntima. Un estudio, rodeado por plantas y libros. Todo tan concentrado, detallado.

-El Metropolitan supo conservarlo. Es quizás una de las cosas más importantes para que el espectador pueda entrar en la historia. La intimidad.

-La obra homenajea la sabiduría, pero con una carga muy poética. A su vez retrata a la vejez con franqueza, ¿cómo te interpela esto?

¿La sabiduría o la vejez? Ja ja ja

-¡Las dos!

-El personaje está atravesado por la problemática de la muerte: En un momento imagina que está muerta y que sus hijos solo la visitan en ese estado. Últimamente, pienso en el tiempo que me resta de vida. No sé si me iré mañana, hoy o dentro de unos años. Además, empiezo a sentir que el tiempo pasa muy rápido. Vivo en una distorsión. De pronto, me pregunto ¿yo puedo tener esta edad? Lo cierto es que todos vamos a pasar por eso y todos queremos lo mismo: Una vejez lo más saludable posible. Aunque sabemos que si es muy saludable te vas a morir igual, jajaja. Sería bueno que hubiese opciones de vida distintas, trabajos y vínculos diferentes en torno a lo que se piensa de los viejos.

-En ese sentido, ¿crées que hace falta que se empodere el concepto de vejez?

-Sería interesante que se dejase de ver la vejez como un defecto de la vida. Ojo, en parte lo es. Pero también es horrible cuando se marchitan las flores. Habría que avanzar en reveer porque estamos desvalorizados, no se nos respeta y somos descartados del sistema. ¿Sabías que en Japón se tiene mucho respeto por los mayores? Tengo entendido que, en las reuniones, cuando hablan los mayores el resto se calla. Y eso, evidentemente, no los hace más idiotas que nosotros. Pasa que cuando somos jóvenes a veces tendemos a pensar: ¿y este qué me va a enseñar? No valorizas la voz de alguien mayor. ¿A vos qué te pasa con eso?, Depende de si el mayor dice cosas que te parecen bien, ¿no?

-Totalmente. A veces hay choques con algunas personas, como en toda la vida.

-Bueno, es así. Yo el otro día manejaba y venía una moto que, por alguna razón, sintió que podía ser una amenaza. Me gritó “vieja de mierda”. Eso pasa mucho en la calle. Esa persona va a pasar por la muerte e, indefectiblemente, quizás vive menos que yo. Yo le diría: ¡Ojalá llegues a mi edad porque por ahí te morís antes!

-Esto se relaciona con algo de lo que hablaste en una entrevista con Página/12, mencionaste el concepto “revolución de las viejas”, ¿cómo surge este proyecto con Gabriela Cerruti?

-Cuando Gabriela empieza a hablar de la “revolución de las viejas” nos anotamos con un montón de mujeres mayores. Se nos ocurrió para hablar de temas como qué funciones puede aportar lo femenino en la vejez y cómo se lleva con la gente más joven. No es lindo hacerse viejo, lejos está de ser maravilloso. Pero tiene sus riquezas.

-Este empoderamiento, ¿se vincula a tu militancia con Actrices Argentinas?

Siempre. Yo fui una de las primeras en incorporarse y luego, por razones de salud, me desvinculé por un tiempo. Hasta que surgió el tema de Thelma Fardin: Ver la potencia de todas esas pibas organizadas, que piensan y crean juntas, me conmovió. Hay muchos feminismos: trans, cis, queer. Esta gama tan grande de luchas me interpeló muchísimo y yo no me lo iba a perder, porque también sufrí las injusticias y la inferioridad por ser mujer a lo largo de mi historia personal. Creo que, otra de las cosas que más me movilizó, fue el cambio en los hombres, a partir del cuestionamiento de todo un sistema patriarcal.

-¿Hubo algún momento clave en tu vida a partir del que te definiste feminista?

-Siento que siempre fui feminista, pero no desde la militancia. Nunca valoricé la institución del matrimonio, no pensaba que tenías que tener hijos de cualquier manera, jamás dependí de un hombre para mantenerme. De cualquier manera, recién ahora puedo ver cuántas cosas son un resabio de lo patriarcal. Para todos. Falta mucho para hacer. Necesito participar, me gusta y estoy contenta de poder tener energías para hacerlo.

-Recién hablamos del impacto que tuvo en vos el caso de Thelma Fardin contra Juan Darthes, ¿qué te pasa cuándo te enterás que compartiste cartel o una película con un abusador?

-En el caso del medio artístico hubo varias denuncias contra Darthes, y contra otros dos hombres. No recuerdo sus nombres.

-La más reciente apuntaba a Pablo Rago como un posible abusador.

-El caso de Pablo Rago no sé en que quedó, si fue o no una estratagema de la chica para conseguir determinadas cosas. En general, en el mundo, el mayor porcentaje de denuncias son verdad. Yo no sé ahora si con toda la disposición de que podés decir en cualquier momento ‘esta persona me violó’, hay otro número que baraje las falsas denuncias. Creo que no había pruebas.

-La Justicia determinó que era inocente

-Me parece que es gravísimo eso, porque debe haber gente que no se enteró de que no había pruebas. Yo lo conozco a Pablo, por afinidad pensé que podía tratarse de una acusación falsa. Pero viste como es esto, a veces la vida te da sorpresas.

-Volviendo a La Savia, ¿mantenés, como Elsa tu personaje, una relación amorosa con las plantas y los libros?

-Con las plantas sí. Con los libros me gustaría ser más amorosa. En un tiempo dejé las plantas, tenía problemas y no quería cuidar otra vida que no fuese la mía. Ahora me reencontré con ellas. Me agobian las noticias monstruosas con respecto a los desastres ecológicos que ocurren. Estos son los estragos que hace el capitalismo. Es muy fuerte y se juegan intereses muy poderosos.

-Cuando Elsa escribe sale de la melancolía para transformarse en una mujer plena de vitalidad, ¿creés en la fuerza de lo que deseamos?

-Absolutamente. El problema es descubrir cuál es el deseo.

-¿Lo descubriste?

-Estoy en eso.

  • La Savia. Escrita y dirigida por Ignacio Sánchez Mestre. Actúan: Mirta Busnelli, Agustin Garcia Moreno y Constanza Herrera. Sábado 14 de marzo, 20.30 horas, última función. En el Metropolitan Sura (Avenida Corrientes 1343) Entradas $800.

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