¿Qué tienen en común Scioli, Massa y Macri?

06 de diciembre, 2014 | 18.04

Por Luis Tonelli
Especial para El Destape

Hay quienes sostienen que la reforma constitucional de 1994, a 30 años de su realización fue inocua. Más aún, algunos integrantes de Carta Abierta consideran que estas reformas se hicieron a la luz del neo-liberalismo y, por ende, a contrapelo de las transformaciones efectuadas durante el kirchnerismo.

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Contrariamente a estas posturas, por lo menos desde el punto de vista político, las reformas de 1994 tuvieron un enorme impacto que es bastante fácil visualizar: ellas fueron a favor del centralismo y no del federalismo. Y en estas elecciones venideras, se nota su influjo (como también lo tuvo en las otras): un candidato proviene de un distrito electoral que no existía antes, y que ya ha dado a un Presidente. Los otros dos candidatos provienen de la provincia de Buenos Aires, tratándose de un caso, de su gobernador y de un ex intendente del Conurbano. Esta vez, nadie de Anilláco o de Rio Gallegos pareciera estar en condiciones llegar a la Presidencia.

Consideremos cada caso: Mauricio Macri busca repetir el recorrido de Fernando de la Rúa que estaba a 100 pasos y llegó desde el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a la Presidencia. Alguien podría quejarse de que al ser el intendente de Buenos Aires elegido anteriormente por el Presidente, esta fue una reforma a favor de una menor centralización. Sin embargo, su elegibilidad e independencia le ha dado poder a alguien proveniente del "centro" social, económico y comunicativo en desmedro de la "periferia", y lo hace naturalmente presidenciable.

Daniel Sciolibusca terminar con la maldición constitucional de que ningún gobernador de Buenos Aires podía llegar al poder mediante el voto popular. Sus antecesores que lo lograron llegaron por dos batallas: Bartolome Mitre por la batalla de Pavón, y Eduardo Duhalde por la batalla de Plaza de Mayo –aunque en realidad se debió al micro golpe de Estado que sufrió Rodriguez Saa en Chapadmalal.

La reforma de 1994 al instaurar el voto directo entronizó a la provincia de Buenos Aires como la Gran Electora Nacional, y a quien mandara en el conurbano lo convertiría en un poderoso King Maker, al concentrar gran parte de casi el 40% del electorado nacional que es bonaerense. Sin ir más lejos, Néstor Kirchner fue Presidente gracias al apoyo de Duhalde y el conurbano –de allí que su obsesión fue la de cargarse cuanto antes a ese padrinazgo y tomar control personal de los barones del conurbano, cosa que consiguió en las primeras legislativas, cuando jugó a la Dama con Chiche, y venció..

Predominio electoral bonaerense y retenciones a las exportaciones agropecuarias fueron la base de la recuperación del poder presidencial, y el combustible que posibilitó las políticas kirchneristas. Sin esos dos factores, están hubieran sido sencillamente imposibles, y las dos se encuentran ligadas a la centralidad que el distrito de la Provincia de Buenos Aires tiene luego de las reforma de 1994 (con el poder conurbano logrando un redistribución a su favor de parte del excedente agropecuario pampeano).

También un hijo del poder Conurbano es la candidatura de Sergio Massa: compartiendo el voto proveniente del 1er y 2do cordón con Martín Insaurralde, consiguió por posicionamiento anti k, atraer el voto del interior bonaerense y así vencer en las elecciones. Su victoria en la Provincia de Buenos Aires contra el oficialismo le valió los pergaminos para que siga en el pelotón de adelante. Así mismo, la combinación de incentivos constitucionales, la Gran Crisis del 2001 y los recursos que llovieron desde el 2003, han empoderado –horrorosa palabra- a los Intendentes conurbanos, a tal punto de enfrentar desde su poder a la tradicional "liga de gobernadores", que fue la primer base de poder presidencial en la Argentina moderna (el PAN de Nicolás Avellaneda y Julio A. Roca).

Paralelamente a este ascenso Conurbano y su fragmentación social, pierde poder el bastión territorial del radicalismo, el interior de la provincia de Buenos Aires y la clase media urbana. La herencia bonaerense alfonsinista se pierde sin ningún candidato que pueda medir siquiera para gobernador. Su representación de precandidatos presidenciales en UNEN (Ernesto Sanz y Julio Cobos) no por nada proviene del distrito que más se parece al del interior bonaerense: Mendoza.

Para terminar, queda la pregunta de por qué un político provinciano como Carlos Menem impulsó la reforma de 1994. Y no hace falta aquí mucha ciencia. Intercambio el ascenso bonaerense por su reelección (como lo había hecho para llegar a la Presidencia ofreciéndole por primera vez a un intendente del conurbano la vice presidencia y luego la Gobernación y el Fondo de Reparación Histórica del Conurbano).

Me excuso en el último párrafo por si alguien pensó que el "ascenso metropolitano" iba a evocar nostálgico aquellos campeonatos legendarios. En cambio, trató de un ascenso político-territorial, el de la ciudad de Buenos Aires y su conurbano, que no por nada atrae cada día más y más gente.