26 de enero, 2020 | 05.00

¿Qué hará el gobierno de Alberto Fernández con el acuerdo Mercosur-Unión Europea?

La victoria del peronismo puso en jaque un acuerdo que parecía tener vía libre con el eje Macri-Bolsonaro.           

Todavía queda en la memoria el llanto y la algarabía del excanciller Jorge Faurie cuando le comunicó al expresidente Mauricio Macri la rubricación del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE). Ahora, el nuevo gobierno evalúa las condiciones de un documento del cual no se conocieron detalles, pero que puede hacer estallar de manera definitiva a la industria argentina. 

Durante la semana, el ministro de Producción, Matias Kulfas, recibió a dirigentes empresariales pymes, los cuales le plantearon su posición respecto a las revisiones que debe hacer el Gobierno cuando el acuerdo llegue a ser debatido por el Congreso. En este momento, el documento atraviesa una fase de traducción del mismo, por el hecho de involucrar a una gran cantidad de países.

En diálogo con El Destape, el presidente de la Confederación General Empresaria, Marcelo Fernández, explicó: "Producción nos convocó porque, al estar ya firmado, Argentina no puede mostrar una posición contraria". Asimismo, destacó el sentido del encuentro y subrayó que la gestión anterior "no midió las consecuencias" que podría generar el acuerdo.

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"Es perjudicial para las pymes y nos agarraría desguarnecidos, nos destrozaría. Sólo para ejemplificar, cuando vendan a contratemporada nos van a mandar productos a precio de liquidación con certificado de origen europeo", sintetizó Fernández. En ese sentido, el empresario señaló que existe un diálogo con los sindicatos para sentar posiciones comunes.

Asimismo, remarcó: "Hay estudios que revelen que el sector del calzado perdería 47.000 puestos en cinco años, indumentaria también tendría una pérdida grande, al igual que el textil". Lo cierto es que las reuniones continuarán para recavar mayor información sobre los daños directos al sector manufacturero.

Fuentes directas de Producción afirmaron a este medio que habrá encuentros con todos los actores económicos involucrados para elaborar un informe en conjunto con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) para presentarlo ante Cancillería. Respecto a los plazos, anticiparon que no hay fechas estimativas porque el debate parlamentario del acuerdo aún no tiene fecha.   

¿Qué dice el acuerdo?

En julio de 2019, el organismo europeo dio a conocer algunos puntos del acuerdo. De cumplirse con lo pactado, para los europeos sería de un gran beneficio, ya que se le permitiría exportar productos industriales con gran valor agregado y recibir a cambio algunos productos agrícolas, que a su vez serán solo permitidos por cuotas muy controladas.

Se eliminarán completamente los aranceles para importaciones sudamericanas en sectores como automóviles, autopartes, maquinaria, productos químicos y farmacéuticos. Para cada uno de estos sectores se liberalizan más del 90% de las exportaciones de la UE.

A su vez, la Unión Europea eliminará los aranceles sobre el 100% de los bienes industriales durante un período transitorio de hasta a 10 años. De esto se desprende el perfil que podría profundizar Latinoamérica en el futuro: exportadora de materias primas sin valor agregado.

De hecho, Europa liberalizará el 82% de las importaciones agrícolas, mientras que las importaciones restantes estarán sujetas a compromisos de liberalización parcial, incluidos los contingentes arancelarios para productos más sensibles.

Respecto a la carne avícola, el Mercosur podrá exportar 180 mil toneladas libres de impuestos, subdivididas en 50% deshuesado y 50% sin espinas. También habrá seis etapas anuales de implementación. En carnes porcinas, el bloque podrá exportar 25 mil toneladas con un arancel de 83 euros por tonelada.

Además, el bloque sudamericano liberalizará productos de la UE como el vino, los licores, el aceite de oliva, algunas frutas frescas, duraznos en conserva, tomates en conserva, malta, papas congeladas, carne de porcino, chocolates, galletitas y refrescos.

Tiempo de consensos

El presidente del Parlasur, Oscar Laborde, expresó que es "complejo” aventurar consecuencias diplomáticas por el hecho de no saber el trasfondo del acuerdo completo. Cuando los legisladores del organismo solicitaban información precisa, la administración de Cambiemos contestaba que “no era conveniente en términos comerciales” en ese momento.

Para Laborde, “hay que hacer un simulacro del impacto económico real” para que todos los actores económicos experimenten los cambios. Aún así, planteó que el filtro parlamentario será un factor fundamental para el futuro del acuerdo y subrayó que “incluso en Europa presentaron quejas para su aplicación”.

De momento, fuentes de Cancillería se mostraron en consonancia con el resto de las carteras gubernamentales al destacar que el asentamiento de una postura “aún se encuentra en proceso de evaluación”. En esa línea, adelantaron: “Queremos consultar a empresarios y trabajadores antes”.

Aunque en el ministerio de Trabajo negaron diálogos con los sindicatos en torno a este tema, nos descartaron que en las próximas semanas se inicien las conversaciones.

Por su parte, el presidente, Alberto Fernández, dio indicios sobre su posición a pocos días de asumir el poder: “Nosotros no tenemos problema que junto al Mercosur vayamos a unirnos a la Unión Europea, eso en la medida que esa decisión no afecta a nuestra industria”.

Es que más allá de los beneficios obvios por tener un modelo productivo mucho más virtuoso y añejo, la UE también podría utilizar a la región para fines comerciales más relevantes.

Europa se encuentra en plena discusión con Estados Unidos, con el que tiene un superávit de U$S 87.000 millones. El presidente Donald Trump les exigió que redujeran esa ventaja, amenazándolos con dejar de comprar productos europeos. Por ende, un hipotético arreglo con el Mercosur significaría para los europeos mostrar que tienen otras cartas disponibles.

El eje conservador-neoliberal que conformaron Macri con Jair Bolsonaro representó una oportunidad única, ya que las dos potencias más importantes de la región no habían estado tan atados en términos ideológicos. La victoria del peronismo puso en jaque un acuerdo que parecía tener vía libre.