Por Darío Gannio
Redacción El Destape
@dgannio
El sector industrial más importante de la Argentina vivió una fuerte caída en 2014 en comparación con el récord que había tenido en 2013. La devaluación de enero y la falta de divisas, previo al recambio presidencial, potenciaron las diferencias entre el Gobierno y las compañías, que reclaman más importaciones y fueron criticadas por no ayudar en el plan oficial de compra de vehículos. ¿Por qué cayó la actividad automotriz? ¿Pasó solo en el país?
En enero, según la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara), el patentamiento cayó 39% y del casi millón de ventas en todo el 2013 se pasó a menos de 700.000, lo que aún no evidenció un efecto importante en el empleo dentro de las grandes compañías pero sí lo hizo en las pymes que las asisten (se estima una caída de 200.00 puestos, un 3,4% menos) y podría incrementarse.
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El principal desencadenante, cronológicamente, fue semanas después de la asunción del ministro de Economía, Axel Kicillof, a fines de 2013 cuando se impuso el nuevo gravamen a los autos de alta gama, lo cual en un principio afectaba solo a un 4% de los modelos pero ahora abarca a casi el 70 por ciento.
Por esos días se estimaba que las ventas llegarían al millón de unidades anuales y las críticas al Gobierno se basaban en que, mientras buena parte de la población no podía comprar dólares, quienes adquirían autos importados accedían al tipo de cambio oficial sin restricciones. Pero eso dejó lugar a la devaluación del 18% de enero y el traslado a los precios de los vehículos.
"Entre el impuesto y la devaluación se generó un shock de precios y los costos asociados, como la patente y el seguro, se corrigieron", enfatizó uno de los directores de la consultora Analytica, Rodrigo Álvarez, que consideró que por el lado de la demanda el efecto en los bienes durables fue fuerte, pero principalmente en los coches. "Por eso, muchos se fueron de vacaciones pero menos cambiaron la heladera o el auto", agregó. Es que el parque automotor se renovó en el último lustro. La devaluación, el cierre a la baja de las paritarias y la inflación récord generaron una importante pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores por primera vez en toda la gestión kirchnerista. "Además cayó mucho el crédito prendario. Los bancos dejaron de prestar", subraya Álvarez.
Pero por el lado de la oferta también hubo un fuerte efecto, principalmente relacionado al acceso de divisas. Es que las compañías del sector, las grandes beneficiadas del modelo ya que el kirchnerismo las eligió para ser la actividad más importante de la industria pese a que necesitan importar casi el 80% de sus insumos, viven desde el año pasado en conflicto con sus casas matrices.
"Como hay crisis internacional, las empresas empiezan a exigirles a sus sucursales de países emergentes que las asistan" argumentan desde el Gobierno siempre que terminan de hablar con las firmas. Pero lo cierto es que desde mediados del año pasado los funcionarios escuchan que lo que más quieren las compañías es que se les permita cancelar las deudas con sus naciones de origen.
"Hoy las empresas deben más de u$s 3.000 millones que el Banco Central no les autoriza a girar" explicaron a El Destape desde el sector, "eso va a hacer que las casas matrices prioricen las filiales de otros países de la región cuando tengan que invertir". Ese es el reproche que recibió por estas semanas el secretario de Comercio, Augusto Costa, cuando se juntó con los ejecutivos de las automotrices, justo en la semana en que el BCRA retuvo los dólares para pagar las compras. También exigieron que les autoricen más Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI), ya que solo les permiten u$s 100 millones mensuales para todo el sector. El economista les reprochó que aumentaron el 50% los precios en 2014, el 6% en enero y que no colaboraron con el ProCreAuto 2.
Desde el equipo de Kicillof sostienen lo mismo que cuando se acusó a las compañías de "encanutar" los autos: que presionan para una devaluación. Por su parte, los privados se defienden y aclaran que, en un escenario en el que se habla de tipo de cambio apreciado y a pocos meses del recambio presidencial, la preocupación es que se devalúe y que deban pagar las deudas que tienen con el exterior a un nuevo precio, más alto.
"Como por varios meses no se les permitió girar dólares, a las industrias se les generó una deuda flotante", resaltó el economista Álvarez, que remató: "eso explica por qué están entregando a cuentagotas y por qué producen y tienen pedidos que no están cumpliendo".
Así y todo, algunos ejecutivos esperan un 2015 mejor. Es que, así como el 2014 tuvo una caída por el récord de 2013, la comparación estadística ahora es con un año malo. Por eso, el presidente de FORD, Enrique Alemañy, estimó hace un mes que su compañía crecerá entre un 3% y un 4% y que producirá 100.000 vehículos. Sin embargo, advirtió: "si queremos operar con industrias de cada país vamos a fracasar".
El directivo dijo en un evento hace unas semanas que el mundo va a tener solo una decena de grandes automotrices y que hay tres elementos que deberían cambiar: en primer lugar, la estructura impositiva para tener una más similar a la de Brasil y México.
En segundo, el precio de los insumos tendría que ser más bajo, tanto el de los que se producen en Argentina como el de los importados. Por último, se quejó de que "en Argentina está la mano de obra más alta de Latinoamérica".
La región vivió un peor 2014, pero lo que más preocupa es Brasil, el principal socio y comprador. Por eso esta semana viajará la ministra de Industria, Débora Giorgi, a México, donde espera mantener el segundo destino de los autos que se producen en el país. O al menos 25% de ellos son fabricados localmente.