El gobierno de Mauricio Macri eliminó esta semana las restricciones al ingreso de libros del exterior que regían por disposición de la Secretaría de Comercio desde 2010. Los argumentos de los ministros de Cultura, Pablo Avelluto, y Producción, Francisco Cabrera, fueron que el "cepo editorial" atentaba contra la "diversidad" y "libertad de elección" de los lectores, y a la vez que produjo una "caída" de la industria local. Sin embargo, el análisis del mercado editorial argentino en los últimos cinco años no acompaña la lectura de los funcionarios de la actual administración.
Los datos de las cámaras del sector privado muestran que el mercado del libro local tuvo un fuerte crecimiento desde que se impuso el cepo. La cantidad de ejemplares registrados por año pasó de 60 millones en 2010 a 128.9 millones en 2014, de acuerdo la Agencia Argentina de ISBN. Se trata de un incremento de un 114% en los ejemplares en cinco años.
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Si se toman los títulos registrados por año, el número se incrementó de 22.781 en 2010 a 28.010 unidades en 2014, según la misma fuente privada. Estos datos también ponen en jaque los argumentos de los funcionarios en torno a la falta de "diversidad" y "libertad de elección" para el lector argentino.
En la misma línea, los informes de la Cámara del Libro indican que el consumo de publicaciones en librerías pasó de 48,5 millones en 2011 a 52 millones en 2014.
El "cepo editorial" afectó efectivamente a las importaciones de libros, que se vieron reducidas a la mitad: de 117 millones de dólares en 2010 a 52 millones cinco años después. A su vez, la cantidad de libros argentinos exportados al mundo disminuyó más de un 30% para el mismo período. Sin embargo, el resultado negativo en la balanza comercial no se compara con el crecimiento exponencial que tuvo la industria fronteras adentro.
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