Hace algunos días las palabras de Mayra Arena en una charla Ted se viralizaron. El título del vídeo fue: ¿Qué tienen en la cabeza los pobres?. La protagonista relata su historia, sus miedos, sus recuerdos y dice que que nos escandaliza la pobreza. Mientras el video se compartía por diferentes redes sociales, una maestra de Moreno, fue torturada y secuestrada. En su panza le escribieron “ollas no” ¿Y entonces que?
Según indicó el Plan Nacional Alimentario, en solo seis meses aumentó un 7 por ciento las personas que asisten a comedores en el país. Se pasó de 186.324 a 199.223 personas que no tienen para comer y deben concurrir a centros comunitarios. Esto implico, y sin contar las consecuencias de la última devaluación, 12.899 personas más.
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Hay lugares en donde los despidos, la devaluación y la inflación que no cesa perjudicaron aún más. En la Ciudad de Buenos Aires las personas que van a comedores aumentaron en un 28 por ciento; en Río Negro un 23, 8; Mendoza un 17,7; Misiones un 11,6; Entre Ríos con un 9,9 por ciento y Chaco con un 8,5, según indicó el periodista Sebastián Iñurrieta.
Visto así parecen números que aumentan, como el dólar, como la nafta, como la luz. El problema es que no son números, son personas que no acceden a los más elemental, la alimentación ¿Qué pasa entonces para el resto de los derechos? Como explicaba Mayra, en momentos de crisis económicas y sociales, exceptuando unos muy pocos, la mayoría se ajusta. Sucede que hay varios sectores que ya estaban ajustados. Con el modelo económico que impulsa Cambiemos se genera, entre otras cosas, un aumento de la pobreza estructural. Esa que lleva años modificar.
“Es muy grave la situación, fuimos a una marcha a exigir la emergencia alimentaria y hace mucho que no veía que la gente iba a comer, esperaban para comer, eso terrible”, dijo Fabio González, integrante de la mesa provincial del Movimiento Evita.
“Un tipo de 60 años me dijo: Yo ya estoy sembrando, soy consciente que no tengo mas entrada al mercado laboral formal y una mujer en una marcha esperó hasta el final con su balde para poder llevarse lo que quede de comida”, indicó. Fabio es insistente en que “a un tipo de 50 años no le gusta ir a pedir comida" y que "estamos llegando muy al límite". En su relato Mayra recuerda lo que le pasaba cuando sus compañeras de la escuela le preguntaban porque tenía zapatillas rotas. Lo que le pasaba era violencia.
Según datos del Indec, en julio una familia tipo (matrimonio y 2 hijos menores) necesitó en Capital y Gran Buenos Aires ganar más de 8.000 pesos para no ser indigente y más de 20.000 para no ser pobre. La gobernadora de la provincia aseguró que se están encargando del tema. La pregunta es ¿cómo? ¿Se están encargando de disminuya la pobreza? ¿En serio? Liberalizar el mercado de cambios, dolarizar las tarifas, bajar o eliminar retenciones y apostar a la burbuja especulativa, no hacen más que esto: que cada vez haya más y más personas que ni siquiera tienen para comer. Parece lejano, parece que no tiene relación pero absolutamente todas las medidas macroeconómicas impulsadas conducen a un indefectible aumento de la pobreza.
Mientras iba con su teléfono de un lado a otro, Fabio paró y recordó que antes creía en el socialismo pero que hoy lucha para que el pueblo coma, para que no se mueran de hambre. “Hay que seguir peleando”, finalizó.
Slavoj Zizek, filósofo eslavo, aseguró que lo que emerge en nuestras sociedades como el derecho humano central es el derecho a no ser acosado. Se podría decir que efectivamente no nos escandaliza la pobreza mientras se mantenga alejada de cada uno. Sucede que pese a cierta fantasía de algunos sectores sociales de estar por fuera de las mayorías, no hay barcos diferenciados al menos para más del 90 por ciento de la población. El aumento de personas que asisten a los comedores es un hecho y esto trae consecuencias para todos.