Familias libanesas huyen aterrorizadas de los bombardeos israelíes

23 de septiembre, 2024 | 15.15

Familias del sur del Líbano atascaron el lunes las carreteras hacia el norte, en su huida de un bombardeo israelí cada vez más intenso y camino a un futuro incierto, con niños en el regazo de sus padres, maletas atadas al techo de los automóviles y un humo oscuro que se elevaba tras ellos.

Innumerables autos, furgonetas y camionetas estaban cargados de pertenencias y llenos de gente, a veces varias generaciones en un vehículo, mientras que otras familias emprendían el éxodo, llevándose lo estrictamente necesario.

"Cuando por la mañana atacaron las casas, cogí todos los papeles importantes y salimos. Los ataques nos rodeaban. Fue aterrador", dijo Abed Afou, cuyo pueblo, Yater, fue duramente golpeado en el bombardeo del amanecer.

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Israel y el grupo libanés Hezbolá llevan intercambiando disparos a través de la frontera desde que comenzó la guerra en Gaza el año pasado con un ataque de Hamás, aliado de Hezbolá, pero Israel ha intensificado rápidamente su campaña militar durante la última semana.

El lunes, cuando el bombardeo se intensificó hasta abarcar más zonas del Líbano, la población recibió llamadas telefónicas pregrabadas en nombre del ejército israelí en las que se les decía que abandonaran sus hogares por su propia seguridad.

Afou, que había permanecido en Yater desde el comienzo de los combates a pesar de encontrarse a sólo unos 5 kilómetros de la frontera israelí, decidió marcharse cuando las explosiones comenzaron a golpear las casas residenciales del distrito, dijo.

"Con una mano en su espalda le dije a mi hijo que no tuviera miedo", explicó. La familia de Afou, con tres hijos entre los seis y 13 años, y varios parientes más, estaban ahora atrapados en la autopista mientras el tráfico se dirigía hacia el norte. No sabían dónde alojarán, dijo, solo querían llegar a Beirut.

VOLVEREMOS

Al paso por Sidón se formaron largas colas. Junto a la carretera, un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad libanesas, vestidos con vaqueros azules y chalecos negros con la inscripción "Policía", permanecían de pie con sus armas.

Un hombre se inclinó sobre una mujer en el asiento del copiloto de un automóvil para gritar por la ventanilla: "Volveremos. Si Dios quiere, volveremos. Dile a (el primer ministro israelí, Benjamin) Netanyahu que volveremos".

Pero otro hombre, que sólo dio su nombre de pila, Ahmed, dijo que solo Dios sabía si su familia podría volver algún día a casa. Había parado junto a la carretera, con su furgoneta llena de más de 10 personas, muchas de ellas niños.

"Ataques. Aviones de guerra. Destrucción. Allí no queda nadie. Todo el mundo ha huido. Cogimos nuestras pertenencias y nos fuimos", dijo.

El Ministerio de Salud libanés dijo que más de 270 personas habían muerto en el bombardeo y un funcionario afirmó que era el día más mortífero en el país desde el final de la guerra civil en 1990.

Según Israel, atacó unos 800 objetivos relacionados con Hezbolá y que los edificios bombardeados contenían armas pertenecientes al grupo.

Algunos fueron testigos directos de la destrucción.

"La fuerza y la intensidad de los bombardeos son algo que no habíamos presenciado en ninguna de las guerras anteriores", dijo Abu Hassan Kahoul, quien se dirigía a Beirut con su familia después de que dos edificios fueron arrasados cerca del bloque de apartamentos donde vive.

"Los niños pequeños no saben lo que está pasando, pero tienen miedo en los ojos", añadió.

Incluso en Beirut crecía la alarma, y los padres se apresuraban a sacar a sus hijos de las escuelas mientras Israel advertía de más ataques. "La situación no es tranquilizadora", dijo un hombre llamado Issa, que venía a recoger a un joven estudiante.

Con información de Reuters