Varada desde hace casi tres semanas por las inundaciones récord en el sur de Brasil, una pequeña comunidad indígena se resiste a los llamados del Gobierno para evacuar lo que consideran tierras ancestrales sagradas, que se disputan con promotores inmobiliarios.
El pueblo Mbya Guaraní vive desde 2018 en una península en el extremo sur de Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul.
La comunidad lleva mucho tiempo enfrentada a Arado Empreendimentos Imobiliarios, la empresa que lleva más de una década planeando un desarrollo residencial en casi 426 hectáreas (1.053 acres) de tierra en disputa.
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Las fuertes lluvias que azotan Rio Grande do Sul desde finales de abril han provocado inundaciones históricas que han matado a más de 160 personas, mientras que casi 100 residentes siguen desaparecidos y más de 500.000 han sido desplazados.
A pesar de las devastadoras inundaciones, los líderes de la comunidad afirman que no se plantearían marcharse.
"Cuando se seque esta inundación, me iré más lejos", dijo a Reuters el jefe de la comunidad, Timoteo de Oliveira Karai Mirim, de 62 años, señalando un terreno más elevado dentro de las tierras en disputa, en una zona conocida como Ponta do Arado.
"El empresario dirá que no tenemos derecho, pero yo me quedo. Ya hemos elegido este lugar y no nos vamos a ir", añadió.
La presencia de los mbya guaraníes está protegida por los tribunales federales, que suspendieron una orden judicial por la que se devolvían las tierras a los propietarios de la promotora hasta que el Tribunal Supremo de Brasil dicte una sentencia más amplia sobre la demarcación de las tierras indígenas, dijeron los abogados de Arado Empreendimentos.
La promotora está dispuesta a emprender acciones legales si la comunidad intenta expandirse trasladándose a terrenos más altos de la propiedad.
"No tenemos información de que se vayan a mover de su ubicación actual, pero si lo hacen tendremos que tomar medidas legales", dijo a Reuters la propietaria de las tierras, Iboty Brochmann Ioschpe, afiliada a la empresa.
Kreta Kaingang, coordinador de la organización indígena nacional APIB, dijo que los mbya guaraníes temen que si se trasladan a un refugio nunca se les permitirá regresar, así que siguen acampados en la zona, incluso cuando la crecida del río Guaiba se tragó una franja de arena de 10 metros y destruyó cinco casas de bambú, empapando colchones, ropa y comida.
Las aguas fangosas también inundaron la carretera que da acceso por tierra a la aldea.
Diecisiete personas de cuatro familias viven en la comunidad, con sus patos, gallinas y perros. Con un barco averiado y sin carreteras accesibles, dependen de las donaciones para sobrevivir.
Algunos dicen que no podrían marcharse aunque quisieran.
(Reportaje de Debora Ely; editado en español por Héctor Espinoza)