La astucia y el cálculo estratégico son dos de los principales atributos del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, quien hoy fue investido para un nuevo mandato tras un audaz adelantamiento de las elecciones generales en el mejor momento del opositor Partido Popular (PP) y la negociación de una polémica ley de amnistía con el independentista catalán Carles Puigdemont, que divide a la sociedad.
"Aprendí a esforzarme hasta que el árbitro pita el final del encuentro", aseguró este gran aficionado al básquet, de 51 años, en una autobiografía titulada "Manual de resistencia", lo que explica su ascenso desde 2014, cuando llegó a la secretaría general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con 44 años y en plena crisis de representatividad de los partidos tradicionales, y en cuatro años llegó a la conducción del país, a partir de 2018.
Las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo de este año fueron ampliamente ganadas por el PP y sus aliados de extrema derecha de Vox, pero lejos de amilanarse, el líder socialista observó que las diferencias en cada distrito no eran insalvables y tomó la decisión de adelantar al 23 de julio las elecciones previstas para diciembre, para "someter nuestro mandato a la voluntad popular".
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No fueron pocos los que consideraron que era una jugada osada, pero "Pedro, el guapo", como lo llamaban sus compañeras de militancia, sabía lo que hacía.
En la noche de esas elecciones el PSOE festejó su segundo puesto como una victoria. Sabía que para el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, la alianza con Vox eran la única opción y a la vez un techo que le impediría negociar los respaldos necesarios para ser investido.
Tras el fracaso de la investidura de Feijóo, Sánchez multiplicó las conversaciones para formar la mayoría con la que hoy fue electo, primero con la coalición de partidos de izquierda agrupados en Sumar y con los independentistas gallegos, vascos y catalanes, entre estos la formación de Carles Puigdemont, Junts per Catalunya, con quien se negociaron los términos de una ley de amnistía para los separatistas procesados por la justicia española, principalmente por su implicación en la tentativa de secesión de Cataluña en 2017.
Sánchez se opuso en el pasado a esta medida, pero ahora se comprometió a hacerla votar en las próximas semanas, a pesar de las tensiones que despertó el proyecto en el país.
Con los apoyos ya garantizados para ser investido por una mayoría absoluta de los diputados, Sánchez "ha alcanzado lo que quería", señaló a la agencia AFP Paloma Román, politóloga de la Universidad Complutense de Madrid, quien consideró, sin embargo, que "la legislatura será complicadísima" para el jefe del ejecutivo.
Los cambios de rumbo son una constante en la carrera política de Sánchez, lo que le ha permitido revertir situaciones difíciles en más de una ocasión, como el revuelo que levantaron los indultos parciales de 2021 a los dirigentes catalanes presos por la intentona secesionista de 2017, que rápidamente pasaron al olvido.
Esa es la apuesta de Sánchez para este nuevo mandato, que la gestión permita atenuar el mal clima que genera la amnistía, aunque en este caso el enojo social y el fogoneo de la oposición de derecha es más fuerte.
Este madrileño, nacido el 29 de febrero de 1972, que cursó Economía en Madrid y Bruselas, también logró revertir una crisis partidaria cuando, a dos años de asumir la secretaría general del PSOE, sufrió en 2016 uno de los peores reveses electorales de la historia y perdió el liderazgo socialista por una rebelión interna.
Pero Sánchez, respaldado por la militancia, volvió a la conducción partidaria siete meses después, tras haber hecho campaña en su automóvil por toda España con un puñado de fieles para seducir a los socialistas de base, que lo reconducirían al frente del partido.
Con esa tenacidad, en 2018 consiguió aglutinar a toda la izquierda, además de a los independentistas vascos y catalanes, y consiguió derribar con una moción de censura al conservador Mariano Rajoy, debilitado por un escándalo de corrupción, y convertirse en presidente del Gobierno.
La falta de una mayoría estable lo acabó obligando después a convocar dos elecciones legislativas consecutivas en 2019, en las que venció. Finalmente, decidió formar un gobierno de coalición con sus antiguos enemigos íntimos de la izquierda de Podemos, con los que logró mantenerse en el poder.
Pese a gobernar en minoría, durante su mandato consiguió imponer una serie de medidas, como la subida de casi un 50% del salario mínimo, una reforma del mercado laboral y las pensiones o la ley que rehabilita la memoria de las víctimas de la Guerra Civil (1936-1939) y de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).
Pero en paralelo, el líder socialista tuvo que afrontar numerosas polémicas con la izquierda más radical, además de las críticas por sus pactos con los independentistas, que subieron de nivel con la ley de amnistía, mal vista por algunas voces incluso del mismo PSOE, sobre todo entre la vieja guardia, donde destaca el expresidente Felipe González.
Sánchez "nunca lo ha tenido fácil", pero su situación actual es la más compleja, valoró Román, quien consideró que la mayoría reunida por el socialista es "demasiado heterogénea como para tener tranquilidad".
Con información de Télam