Casi como una admisión del resultado adverso que se prevé tendrá mañana, cuando se someta a votación en el Congreso de Diputados como próximo presidente del Gobierno de España, el líder del conservador Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, se plantó hoy ya como opositor y cambió su discurso de investidura por un alegato contra la amnistía a los independentistas catalanes que impulsará el socialista Pedro Sánchez cuando le toque juntar votos para seguir en el Ejecutivo.
Lo esperable era que el líder del PP hiciera al menos un esbozo de su plan de gobierno, aún a sabiendas de que los 172 votos con que cuenta para la votación de mañana no se estiran. Pero iban apenas cinco minutos de la hora y 40 minutos que demandó el discurso cuando se enfocó en la crítica hacia la amnistía a los ciudadanos catalanes.
"Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del Gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden para hacerlo", agregó desde la tribuna del Congreso de los Diputados, en alusión a que no estaría dispuesto a otorgar una amnistía a unos 1.400 condenados por el proceso independentista de 2017.
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El jefe conservador omitió, no obstante, decir que Vox, que es profundamente antiindependentista, no le daría el voto de sus 33 diputados en caso de que aceptara las reivindicaciones de los separatistas catalanes.
En rigor, la ultraderecha española es la que le dio al líder conservador la posibilidad de aspirar al Gobierno tras los resultados de las elecciones del 23 de julio, pero a la vez le puso un techo.
Esta es la razón por la que el líder del PP se concentró en las últimas semanas en atacar las negociaciones entre su rival socialista y las dos fuerzas catalanas con representación en Las Cortes: Junts por Catalunya (JxC), del exiliado Carles Puigdemont, líder de la tentativa de secesión de Cataluña, y Esquerra Republicana (ERC), del actual presidente catalán, Pere Aragonés.
Feijóo añadió ante un hemiciclo completo y las galerías atiborradas de partidarios del PP que, de concretarse la amnistía, "se haría sin que haya detrás ninguna convicción profunda, tan solo el estado de necesidad parlamentaria de una sola persona", en referencia a Sánchez, que lo escuchaba en el lugar.
Tal como se esperaba, el actual presidente en funciones no hizo uso de la palabra, sino que delegó el derecho a réplica en el exalcalde de Valladolid, Óscar Puente, que al igual que ahora le pasa a Feijóo, fue el más votado en las elecciones de mayo en su ciudad, pero un pacto entre el PP y Vox lo relegó al rol de opositor.
Puente, un reconocido polemista de la política española, subrayó las contradicciones del PP, que defiende que gobierne la lista más votada, pero a partir de los comicios de mayo de este año formó gobiernos autonómicos y municipales siendo la segunda y hasta la tercera fuerza.
Con eso ya alcanzó para que la bancada del PP hablara de una puesta en escena y protestara ruidosamente, pero Puente no se privó de poner un toque mordaz cuando se dirigió a Feijóo de ganador a ganador, ni de volver a poner bajo la luz los vínculos del conservador, cuando era presidente de Galicia, con el narcotraficante Marcial Dorado, revelados por el libro Fariña.
Pero en paralelo a la esgrima parlamentaria, la ministra portavoz del Gobierno en funciones, Isabel Rodríguez, dio hoy muestras de que las críticas del PP y sus aliados no le hacen mella y eludió referirse a eventuales negociaciones del PSOE con los distintos colectivos catalanes.
El Ejecutivo no empezará "conversaciones formales" para una investidura de Sánchez hasta que el rey Felipe VI lo designe candidato, tal como hizo anteriormente con Feijóo, agregó, aunque en el plano no formal esas negociaciones están más que avanzadas.
Rodríguez mostró su "respeto más absoluto" a los distintos partidos y dijo que es normal que los grupos parlamentarios hablen entre ellos, pero aseguró que el Gobierno esperará primero a que fracase la investidura del candidato del PP.
"Hasta que no termine este trámite, nosotros no comenzaremos las conversaciones formales. Otra cosa es que, como es normal en el Parlamento, los distintos diputados y grupos hablen entre sí, pero nuestros trabajos para conformar y para abordar una futura investidura pasan primero por el fracaso de Feijóo y el encargo del rey", afirmó la portavoz, citada por la agencia de noticias Europa Press.
Al final de los debates, el jefe del PP someterá mañana su candidatura al voto de los 350 diputados de la cámara, de los que necesitaría el respaldo de una mayoría de 176, de los que solo cuenta con 172.
Y en una segunda votación, el viernes, le bastarían más respuestas por el sí que por el no, lo que tampoco estaría en sus posibilidades.
La probable derrota de Feijóo en la primera votación disparará una búsqueda de consensos de parte de Sánchez, que tendrá solo dos meses para alcanzar los acuerdos que le permitan llegar a los 176 votos que lo reelegirían al frente del Gobierno español. Pasado ese plazo, se llamaría nuevamente a elecciones.
Para alcanzar un acuerdo con los independentistas catalanes y propiciar la amnistía, el líder socialista deberá lidiar incluso con sectores representativos de sus propias filas, como es el caso del expresidente del gobierno Felipe González (1982-1996), quien se mostró muy crítico al respecto.
El presidente regional catalán Aragonés elevó hoy la vara al estimar que la amnistía no sería "suficiente" y debería ir seguida de la apertura de negociaciones sobre la organización de un referendo de independencia.
Con información de Télam