El movimiento independentista de Cataluña hará hoy una gran movilización, revitalizado por tener un rol determinante para la formación del próximo gobierno español, luego de varios años de retroceso en su fuerza, aunque internamente sepa que no obtendrá el referéndum de secesión que reclama.
Todos los 11 de septiembre los catalanes celebran el día oficial de Cataluña, conocida como Diada, en conmemoración de la caída de la ciudad en manos del rey Felipe V en 1714, durante la guerra de sucesión española (1701-1713).
El día fue estipulado como Fiesta Nacional por el Parlamento de Cataluña en 1980, aunque se celebra desde 1886 y tiene como símbolos nacionales la bandera, la fiesta y el himno.
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La fiesta comenzará a las 17.14, por el año de la caída.
Con una bandera independentista a la espalda, Ignasi Segon, jubilado de 73 años, cree que es "una oportunidad para que Cataluña reciba algún reconocimiento".
La negociación con Madrid "es la única salida" para dar "pasos", aunque no traerá "lo que queremos, que es la independencia", dijo a la agencia de noticias AFP.
"Siempre conseguimos cosas y avanzamos cuando nos necesitan desde Madrid", ahondó Joan Barrull, biólogo de 59 años, que lleva una camiseta independentista y que querría que los políticos independentistas fueran más ambiciosos en sus demandas.
"Estamos negociando cosas del idioma (catalán) que me parecen muy bien, pero no ponemos sobre la mesa la independencia", lamentó.
Lejos de las grandes movilizaciones de la década pasada, que llegaron a juntar a más de un millón y medio de personas en plena escalada hacia la fallida independencia de 2017, el separatismo regresa este año a las calles tras sus agridulces resultados en las elecciones generales de julio.
Pese a que sus dos grandes partidos perdieron gran cantidad de votos, los siete diputados logrados por la formación independentista resultarán claves para decidir quién es el próximo presidente del gobierno español, ya que ni los socialistas de Pedro Sánchez ni el conservador Partido Popular (PP) de Alberto Núñez Feijóo lograron los 176 escaños que dan la mayoría absoluta.
"Cataluña tiene la llave de la gobernabilidad del estado. Por eso hoy tenemos que aprovechar esta fuerza para hacer posible todo lo que hasta ahora no era posible", aseguró el presidente catalán, el independentista moderado Pere Aragonés, el domingo en su mensaje por la fiesta regional.
Miembro de Izquierda Republicana de Cataluña (Esquerra Republicana de Catalunya), que fue parte del apoyo parlamentario del gobierno progresista en la pasada legislatura, Aragonés agregó que una posible ley de amnistía general para todas las personas inculpadas por la fracasada tentativa de secesión de 2017, a la que Sánchez podría verse abierto a negociar ahora, debe ser el preámbulo para abordar la cuestión de fondo.
"La amnistía, por sí sola, no resuelve el conflicto de soberanía con el Estado. Cataluña quiere votar libremente sobre la independencia", agregó.
Sin embargo, todas las miradas están puestas en Carles Puigdemont, quien reside en Bélgica desde 2017 para evitar ser detenido por la justicia española.
El peso político del expresidente catalán, ahora eurodiputado, había mermado hasta las elecciones generales de julio, ya que su partido, Junts per Catalunya, es la preciada moneda de cambio para que se forme gobierno en España.
Aunque el partido perdió un escaño y cosechó miles de votos menos, sus siete diputados se convirtieron en un cotizado botín para el ejecutivo progresista de Sánchez, quien pese a haber quedado segundo en las elecciones, por detrás del PP de Feijóo, parece con más posibilidades de articular una heterogénea mayoría parlamentaria para ser investido nuevamente como presidente del Gobierno de España.
Protagonista de nuevo de la actualidad política, Puigdemont recibió la semana pasada en Bruselas a la vicepresidente segunda del gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, y ofreció al día siguiente una rueda de prensa en la que detalló sus condiciones para dar un eventual apoyo.
Sin renunciar a una eventual vía unilateral hacia la independencia, pero ahora más abierto a negociar con Madrid, Puigdemont incluyó entre ellas el "respeto a la legitimidad del independentismo" catalán, "el abandono completo y efectivo de la vía judicial" contra los separatistas y la creación de un "mecanismo de verificación" del cumplimiento de los acuerdos.
Con información de Télam