Polonia y Hungría sacudieron hoy el tablero europeo al desmarcarse en la cumbre de gobernantes del continente de la reforma del sistema migratorio que ya acordaron los embajadores de cada nación, si bien la iniciativa no perdería validez porque contaría con mayoría especial para ser aprobada.
"No tenemos miedo de los dictados que vienen de Bruselas y Berlín", lanzó el primer ministro polaco, el nacionalista Mateusz Morawiecki, a su llegada a la cumbre informal de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete en Granada, en el sur de España.
Morawiecki criticó principalmente que se pretenda imponer un sistema para "distribuir migrantes ilegales" entre los países.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Su homólogo húngaro, el ultraconservador Viktor Orban, atizó: "Si te violan legalmente, te obligan a aceptar algo que no te gusta, ¿cómo es posible llegar a un compromiso, a un acuerdo? Es imposible".
Previamente, el húngaro había preanunciado la dureza de su posición en un mensaje en la red social X (antes Twitter): "Bruselas violó legalmente a Polonia y Hungría al imponer el #MigrationPact . Por tanto, no habrá ningún compromiso en materia de migración. Ni hoy ni en los próximos años. ¡Defenderemos nuestras fronteras de los inmigrantes y también de los burócratas de Bruselas!".
El asunto de la migración, uno de los más espinosos entre los Veintisiete, se añadió al orden del día de esta cumbre informal en medio de una nueva oleada de migrantes llegados a la isla italiana de Lampedusa que volvió a crear tensiones en el bloque, reseñó la agencia de noticias AFP.
Los embajadores de los países de la UE alcanzaron anteayer un acuerdo clave para avanzar en la reforma del Pacto de Migración y Asilo, después de tres años de parálisis en las negociaciones sobre el asunto.
El reglamento, que aún debe ser negociado en el Parlamento Europeo, fue aprobado por mayoría especial con las abstenciones de Austria, Eslovaquia y República Checa y la oposición de Polonia y Hungría.
La reforma busca implementar un mecanismo de solidaridad obligatoria entre los Estados miembros si alguno de ellos enfrenta la llegada masiva de migrantes a sus fronteras, como ocurrió durante la crisis de refugiados sirios de 2015 y 2016.
El texto, que también modifica los procedimientos tradicionales de asilo haciéndolos menos protectores para los migrantes, requirió un compromiso para superar las reticencias alemanas e italianas.
La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, se congratuló del acuerdo este viernes, afirmando que es un "gran éxito", más allá de las destempladas posturas de Orban y Morawiecki.
La primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, saludó que Europa esté "evolucionando hacia una línea más pragmática de legalidad, de deseo de luchar contra los traficantes".
Pero en un texto firmado junto a su homólogo británico, Rishi Sunak, publicado este viernes, pidió actuar urgentemente frente a la "crisis moral" que encarnaría la migración ilegal en Europa.
"Se trata de una crisis moral", afirmaron los dos dirigentes, denunciando a los traficantes de personas, "un crimen humanitario", y una "crisis europea", ya que corresponde a los gobiernos europeos "decidir quién viene (al continente), y no los traficantes".
En la práctica, ni Polonia ni Hungría pueden realmente imponer un veto a la reforma, ya que estos textos se aprueban por mayoría cualificada, un procedimiento que estos dos países siguen rechazando.
De hecho, exigieron sin éxito que la declaración final de la cumbre de Granada incluyera una referencia a la necesidad de lograr la unanimidad para adoptar una reforma migratoria, señalaron fuentes diplomáticas.
Este desacuerdo podría hacer que fracasara el intento de emitir una declaración común sobre migración, tal y como ocurrió en una cumbre en Bruselas en el verano boreal, cuando Polonia y Hungría bloquearon las conclusiones para dejar claro su rechazo a otros textos migratorios.
Con información de Télam