Nunca ha visitado ningún taller fuera de Cuba y todo lo que ha aprendido en el arte del vidrio soplado lo ha puesto en práctica de forma empírica.
Eduardo Viciana, de 54 años, lidera el único taller de vidrio soplado en Cuba y es uno de los pocos artesanos que en la nación caribeña domina este arte.
Desde horas tempranas en el taller situado en una antigua casa de La Habana, Viciana entra en labores observando los tres hornos de ladrillos refractarios fabricados por él.
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"En el país no hay tradición del vidrio soplado", dijo Viciana a Reuters en una entrevista. "Todo lo que hacemos aquí es hecho de manera autodidacta, diseñamos los equipos, las herramientas para el modelado del vidrio".
Con el vidrio caliente o fundido, apuntó, se pueden confeccionar lámparas, plafones, vidrio curvos, bombas de vidrio de forma esférica, esculturas, láminas personalizadas y envases, entre otros objetos.
"Son grandes las posibilidades", afirmó.
Viciana, quien utiliza el vidrio reciclado, en desecho, dijo que sus creaciones se exhiben ya en la Embajada de España en Cuba, en el Capitolio Nacional, en el Gran Teatro de La Habana y en los vitrales de la cúpula de la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
En medio de una faena laboral, Viciana, que tiene formación en manifestaciones artísticas como la pintura, la cerámica y los vitrales, lucha contra la peor crisis económica en décadas en el país y las fuertes sanciones de Estados Unidos.
"Tenemos grandes problemas para conseguir todo (...) pero mi sueño es alimentar el arte con el vidrio en las nuevas generaciones", señaló.
Con información de Reuters