Los australianos rechazaron hoy en un referendo otorgar más derechos a los pueblos originarios, bloqueando los planes de cambiar su Constitución, vigente desde hace 122 años, tras una campaña que mostró las profundas divisiones entre la mayoría blanca y los descendientes de los pobladores originarios.
Con el escrutinio de dos tercios de los colegios electorales, el 55% de los ciudadanos votaron en contra al reconocimiento en la Constitución de los aborígenes como primeros habitantes de la isla.
La reforma habría creado un órgano asesor ante el Parlamento para evaluar las leyes que afectan a las comunidades indígenas y ayudar a abordar la profunda desigualdad social y económica.
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El primer ministro australiano, Anthony Albanese, que buscaba la reconciliación racial, trató hoy de consolar a la minoría aborigen de su país.
"Quiero reconocer esta noche que, para muchos aborígenes e isleños del estrecho de Torres, esta campaña ha sido dura de llevar. Y este resultado será muy difícil de digerir", declaró Albanese, citado por la agencia de noticias AFP.
A pesar del apoyo del Gobierno de centro-izquierda, las encuestas de opinión daban escasas opciones de ganar.
Pese a que los sondeos apuntaban a una derrota, los indígenas australianos expresaron su malestar, ya que la mayoría blanca había rechazado la petición sobre un ajuste de cuentas con el sangriento pasado colonial.
"Este es un resultado muy difícil", afirmó el director de la campaña por el Sí, Dean Parkin.
"Hicimos todo lo que pudimos y vamos a volver a hablar de esto", aseguró.
Los pueblos aborígenes australianos, cuyos ancestros han vivido en el continente desde hace más de 60.000 años, conforman solo 3,8% de la población y han sufrido marcadas desigualdades desde la llegada de los primeros barcos con convictos británicos hace 230 años.
Las encuestas indicaron holgadamente que los australianos se interesan poco por los problemas de las comunidades indígenas.
En los días previos al referendo, la atención de los medios se centró tanto en los acontecimientos en Medio Oriente como en el debate político interno.
La campaña opositora logró ampliar los temores sobre el papel y la efectividad de tener un órgano asesor sobre los derechos aborígenes en el Parlamento, y llamó a votar "no" a todos los que dudaban.
El debate no estuvo exento de desinformación en internet y surgieron comentarios según los cuales esta iniciativa conllevaría confiscar tierras o implantaría un sistema de apartheid al estilo sudafricano, o que se trataba de un complot de la ONU.
El líder indígena Thomas Mayo expresó su indignación por la campaña en contra, que fue respaldada por el líder de la oposición conservadora Peter Dutton.
"Han mentido al pueblo australiano. Esta deshonestidad no debe ser olvidada en nuestra democracia", dijo Mayo, citado por la agencia de noticias AFP.
"Debería haber repercusiones contra este tipo de comportamientos en nuestra democracia. No deberían salirse con la suya", prosiguió.
El voto es obligatorio para los 17,5 millones de personas en edad de sufragar.
Con información de Télam