En las vísperas del tercer día de toque de queda, y con el despliegue de tropas de la Guardia Nacional, cientos de personas de la capital de Estados Unidos realizaron un cacerolazo y una nuevo protesta masiva frente a la Casa Blanca.
De esta manera, los ciudadanos desafiaron la hora límite de las 19:00 horas y se manifestaron nuevamente contra el racismo en Estados Unidos tras la muerte del afroamericano George Floyd, de 46 años, el 25 de mayo en Minneapolis en un episodio de brutalidad policial.
Más de 140 ciudades de EE.UU. se han dado fuertes manifestaciones y violentos disturbios, por lo que en varias de ellas se declaró el toque de queda por el Presidente Donald Trump, que experimenta un momento clave en el futuro de su gestión tras lograr la cifra de más de 106.000 fallecidos por COVID-19, una tasa de desempleo histórica por el parate de la actividad productiva, a lo que se le suma el hartazgo generalizado del racismo institucional.
Ya ayer el mandatario había advertido que si los gobernadores y alcaldes afectados por la ola nacional de protestas contra el asesinato de Floyd no llaman a la Guardia Nacional para recuperar el control de las calles, entonces desplegará a los militares, algo que requeriría invocar una ley de hace más de dos siglos
Esa amenaza fue recibida por los manifestantes con desafíos masivos a los toques de queda nocturnos impuestos en la mayoría de las grandes ciudades del país y por la oposición, con una aparente decisión de enfrentar el llamado a la mano dura de la Casa Blanca.
El horario de vigencia del toque de queda fue ampliado en varios casos y, según las respectivas ciudades, rige desde las 14, las 16, las 18 o las 20. Como sucedió durante el pico de la pandemia, Nueva York se convirtió en el símbolo de esa confrontación partidaria.
En paralelo, crece el temor por el impacto en la salud que podría generar la concentración masiva de personas en las protestas. En los últimos días la curva de contagios parecía descender en muchos de los Estados pero hasta el propio Andrew Cuomo advirtió que se podría tratar de una bomba epidemiológica.