Brasil está sufriendo un fuerte aumento de casos de COVID-19 a medida que la variante ómicron se extiende por el país, lo que ejerce presión sobre los servicios de salud y pesa sobre una economía que ya se tambalea.
La insuficiencia de tests y el apagón de datos provocado por piratas informáticos han dificultado a los expertos el seguimiento de la propagación de ómicron en Brasil, pero cada vez hay señales más claras de que la variante está afectando duramente a la mayor nación de América Latina.
Los casos confirmados casi se han duplicado desde la semana pasada y el promedio móvil de los últimos siete días aumentó a 52.500, frente a los 27.267 del miércoles. Los expertos creen que el número real es mucho mayor, debido a la escasez de pruebas y a los sistemas irregulares de notificación y divulgación de datos.
Hasta el momento, las muertes, unas 120 al día, siguen siendo muy inferiores a las del año pasado, cuando Brasil fue brevemente el epicentro mundial del virus, con más de 3.000 decesos diarios.
Los epidemiólogos esperan que el éxito de la campaña de vacunación, en la que se ha inoculado al 67% de la población, reduzca el impacto de la actual ola de infecciones. No obstante, según aumenta la demanda de servicios sanitarios, los hospitales también se ven afectados por la escasez de personal, ya que médicos y enfermeros se autoaíslan tras dar positivo.
"Si no conoces a un amigo que tenga el virus en este momento, significa que no tienes amigos", dijo César Eduardo Fernandes, jefe de la Asociación Médica Brasileña. "La situación es preocupante y es posible que algunos servicios se colapsen", señaló, añadiendo que las ausencias de personal en los hospitales se han triplicado en cuatro semanas.
La variante también está afectando a la economía en general. La Asociación Nacional de Restaurantes de Brasil dijo que el 85% de sus miembros están sufriendo ausencias de personal, con cerca del 20% del total de la fuerza de trabajo fuera.
Las aerolíneas Azul SA y Latam Airlines Group se vieron obligadas a cancelar vuelos debido a la escasez de personal, lo que provocó largas colas en algunos aeropuertos.