Las inundaciones registradas en el sur de Ucrania tras la destrucción a principios de mes de la represa de Kajovka, de la que se acusan mutuamente Kiev y Moscú, dejaron al menos 16 muertos y 31 desaparecidos, según un balance de las autoridades ucranianas dado a conocer hoy.
"Dieciséis personas murieron: 14 en la región de Jerson y dos en la región de Mykolaiv. Treinta y un personas siguen desaparecidas", indicó el Ministerio ucraniano del Interior.
Rusia, por su parte, había señalado antes que en las zonas ucranianas bajo su control habían muerto 29 personas.
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La represa hidroeléctrica de Kajovka, situada en el río Dnieper en una zona bajo control ruso, fue destruida el 6 de junio, lo que provocó inundaciones que destruyeron extensas áreas de cultivos y obligaron a evacuar a miles de personas de ciudades y pueblos cubiertos por las aguas.
Ucrania acusa a Rusia de haber colocado minas y dinamitado la represa, con el objetivo de cerrar el paso a las fuerzas ucranianas que llevan a cabo una contraofensiva en esa región.
Rusia, en cambio, asegura que la instalación cedió tras los bombardeos ucranianos.
Por su parte, Amnistía Internacional (AI) denunció ayer que las autoridades prorrusas en territorio ucraniano ocupado no efectuaron evacuaciones ni dieron ayuda humanitaria a la población afectada por las inundaciones tras la destrucción de la represa y alertó sobre una "inminente catástrofe ecológica y económica".
"Las fuerzas rusas ocupantes han puesto en peligro vidas humanas en las zonas afectadas por las inundaciones tras la destrucción de la presa, mientras la escasez de agua río arriba y la alteración de los medios de subsistencia apuntan a una catástrofe ecológica y económica inminente", advirtió la ONG con sede en Londres en un comunicado.
AI aseguró que las operaciones de rescate fueron realizadas por voluntarios a los que se les impidió el paso en las zonas inundadas, mientras las fuerzas rusas ocupantes no hicieron ningún tipo de evacuación ni suministraron apoyo humanitario a la población civil que quedó atrapada en sus casas.
Agregó que denunciar la situación a organizaciones de derechos humanos y medios de comunicación internacionales es "peligroso" para los ciudadanos de las regiones ocupadas, por lo que hay "escasa" información sobre lo que ocurre debido también a "la falta de electricidad y la mala cobertura".
También refirió que la destrucción de la presa está provocando una crisis económica en la región de Jerson "por la falta de agua río arriba para regar las plantaciones agrícolas, por lo que muchas cosechas se están perdiendo".
A la vez, la destrucción de la represa generó preocupación porque causó una reducción del nivel de las reservas de agua que enfrían los seis reactores de la central nuclear de Zaporiyia, bajo control ruso desde el inicio de la guerra, en febrero del año pasado.
Por ello, el director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, visitó el lugar el jueves pasado para estudiar el impacto en la planta.
"Por un lado, la situación es grave, y hay consecuencias. Al mismo tiempo, se tomó una serie de medidas para estabilizar la situación. Nuestro trabajo de evaluación de la situación continuará", declaró a la prensa.
La central atómica de Zaporiyia quedó en medio de bombardeos desde que el Ejército ruso la tomó al inicio de la invasión de Ucrania y Grossi ya advirtió múltiples veces sobre el riesgo de que un ataque provoque una fuga radiactiva catastrófica.
Los reactores están inactivos desde hace meses, pero se tiene que enfriar constantemente el combustible en el centro de las unidades y de las piscinas de almacenamiento para evitar un posible accidente de fusión y emisiones radioactivas en el medioambiente.
Con información de Télam