Para Estados Unidos, aún no hay una invasión a gran escala de Rusia en Ucrania, pero sí "un inicio de invasión". Por eso, el presidente Joe Biden anunció un primer paquete de sanciones contra Moscú -en coincidencia con sus aliados europeos-, un mayor despliegue militar cerca de la frontera rusa y amenazó con sanciones más duras si el gobierno de Vladimir Putin envía masivamente tropas a ese país vecino, como el parlamento ruso le autorizó a hacer este martes.
El reconocimiento ruso de las dos regiones separatistas del este ucraniano como Estados independientes sacudió por completo el tablero internacional en el que Estados Unidos, las potencias europeas y Moscú miden fuerzas hace semanas, sino meses, de manera explícita. La firma de los decretos de reconocimiento y los acuerdos de cooperación en materia de defensa por parte de Putin el lunes fue seguido por una orden del mandatario de enviar una "misión de soldados de paz" para "garantizar la paz" en esa zona, donde desde 2014 milicias pro rusas combaten con las Fuerzas Armadas ucranianas.
Muchos líderes internacionales entendieron que este podía ser el despliegue masivo militar de Rusia en Ucrania que tanto había pronosticado Washington y sus socios europeos. Pero Putin mismo aclaró este punto ante la prensa: "En primer lugar, no dije que las tropas vayan a ir allí ahora. En segundo lugar, no es posible predecir ningún esquema específico para las acciones militares. Depende de la situación concreta, una vez en el terreno."
El mandatario ruso continuó jugando con la ambigüedad y aseguró que "imposible de predecir" hasta "dónde llegarán las tropas rusas" en este contexto. La declaración no es ingenua: su gobierno reconoció la soberanía de las milicias separatistas en todo el territorio de las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk y no solo en la porción que realmente controlan, que se limita a poco más de un tercio de cada una.
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El mandatario no habló de la lluvia de sanciones que las potencias occidentales impusieron o anunciaron en las últimas horas contra su país y su gobierno, pero sí volvió a dejar claras cuáles son sus condiciones para resolver la actual confrontación: la desmilitarización de Ucrania y garantías de su neutralidad, es decir, una promesa por escrito de ese Estado y de la OTAN de que no ingresará a esa alianza militar en el futuro.
Llueven sanciones contra Rusia
Lejos de abrirse un canal de diálogo, su decisión de reconocer las repúblicas separatistas en Ucrania desató una ola de sanciones muy duras y complicó cualquier posibilidad de volver a una mesa de negociación, al menos en el corto plazo.
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Primero, el gobierno alemán anunció que suspendió la certificación del gasoducto Nord Stream 2, la gran apuesta ruso-alemana para ampliar el suministro energético a Europa. Este proyecto se terminó de construir hace poco, pese a la resistencia de Estados Unidos, pero aún no se inauguró. Y la sanción de Berlín significa que no se pondrá en funcionamiento, al menos hasta que se resuelva este conflicto. Por su parte, Finlandia también decidió revaluar el proyecto de un reactor nuclear que tiene con la empresa rusa Rosatom.
Luego, llegaron las sanciones del gobierno británico contra los bancos Rossiya, IS Bank, General Bank, Promsvyazbank y Black Sea Bank, y tres oligarcas rusos (como se conoce a los empresarios que se hicieron millonarios al calor de su buena relación con el poder) con negocios en Reino Unido: Gennady Timchenko, Boris Rotenberg e Igor Rotenberg. En el Parlamento en Londres, sin embargo, la oposición laborista le criticó al primer ministro Boris Johnson que no amplió esta medida para todos los multimillonarios rusos con buenos vínculos con Putin que tienen dinero, propiedades u otros activos en Reino Unido, como el dueño del equipo de fútbol Chelsea, Roman Abramovich.
Las sanciones de la Unión Europea (UE) como bloque, en cambio, tuvieron como objetivo a los miembros del parlamento ruso que aprobaron este martes el envío de tropas a las regiones separatistas de Ucrania: se congelaron los activos y se prohibieron los visados de los 351 diputados rusos que permitieron aprobar el reconocimiento de esas zonas y el posterior despliegue militar, que aún debe ser ejecutado, según Putin.
Pero sin dudas la respuesta que más se esperaba era la del gobierno estadounidense de Biden, el líder que más amenazas había lanzado contra una posible invasión masiva de Rusia en Ucrania.
En un breve mensaje que no alcanzó los 10 minutos, Biden anunció sanciones contra el banco militar ruso y el VEB (una institución financiera de desarrollo) y contra la deuda soberana de ese país para que no puedan acceder a los mercado financieros occidentales, prometió medidas similares contra "la élite y dirigentes" de Rusia que se benefician de "esta avanzada contra Ucrania" y ordenó el traslado de tropas estadounidense que ya están desplegadas en Europa hacia los países bálticos, fronterizos con Rusia y Bielorrusia, este último un país aliado de Moscú donde el presidente Vladimir Putin también movilizó tropas cerca del límite con Ucrania.
El temor global: una energía más cara
Biden también reconoció que las sanciones que decretó contra Rusia, una de las principales potencias energéticas del mundo, pueden tener un efecto directo en los precios internacionales del gas y los combustibles. "Defender la libertad tendrá costos, para nosotros también en casa. Voy a tomar medidas para que las sanciones tengan efecto contra Rusia y no tanto sobre nuestra economía. Pero habrá aumentos del precio del gas y yo quiero limitar este efecto para el pueblo estadounidense. Esto es crucial para mi", aseguró el mandatario, el mismo día que el precio del barril volvió a subir.
La advertencia de Biden no es exagerada. El propio vice presidente del Consejo de Seguridad ruso y ex presidente de ese país, Dmitri Medvedev, reaccionó a la decisión de Alemania de congelar el Nord Stream 2 con una amenaza poco velada. "¡Bienvenidos a Un Mundo Feliz en el que los europeos pronto van a tener que pagar 2.000 euros por 1.000 metros cúbicos de gas natural!"
Rusia sabe que si corta la canilla del gas, como lo hizo en 2008 en medio de un conflicto diplomático con Ucrania, su decisión se sentirá de inmediato en los mercados internacionales y, especialmente, entre los consumidores en Europa. Este martes, los principales países exportadores de gas del mundo, reunidos en una cumbre en Qatar, advirtieron que si por alguna razón se interrumpe el suministro ruso, ellos no podrán hacerse cargo de lo que actualmente consume el continente europeo, según publicó la cadena de noticias Al Jazeera.
Aunque la relación entre Rusia y Estados Unidos y Europea se deterioró mucho y muy rápido, aún no todas las puertas están cerradas. Biden habló de "un inicio de una invasión" y no de "una invasión a gran escala" como en sus advertencias de los últimos días, y Putin aclaró que el envío que autorizó su país para las regiones separatistas de Ucrania no es inmediato y dependerá de cómo avance la situación. No es mucho, pero los dos mandatarios dejaron un pequeño espacio para la negociación que evite una guerra internacional con consencuencias imprevisibles no solo para la sociedad ucraniana, sino para la economía de todo el mundo, Argentina incluida. "Aún hay tiempo para evitar el peor escenario posible", dijo antes de cerrar su discurso Biden.