Turquía: una elección clave en el crispado escenario mundial

14 de mayo, 2023 | 00.05

Las elecciones presidenciales y legislativas de este domingo en Turquía pueden alterar drásticamente la muy frágil situación internacional, agravada por la guerra en Ucrania. Tres candidatos aspiran a la presidencia, pero sólo dos tienen posibilidades reales: el actual mandatario, Recep Tayyip Erdoğan (69) -un político habilísimo que, en 20 años de gobierno y, aun siendo Turquía un miembro de la OTAN, ha logrado mantener relaciones equilibradas tanto con Rusia como con Estados Unidos- y el opositor Kemal Kiliçdaroğlu (74), el preferido de Washington.

Turquía es un país decisivo. 

  1. Su territorio se extiende por Asia y Europa por lo que su zona de influencia y sus intereses geopolíticos incluyen los escenarios africanos, asiáticos y europeos. En Europa, tiene frontera con Grecia y Bulgaria. En Asia, limita con territorios convulsionados como Siria, Irak, Irán y tres ex repúblicas soviéticas: Georgia, Armenia y Azerbaiyán.
     
  2. Es miembro de la OTAN (desde 1952) y tiene el segundo mayor ejército de la alianza después del de EE.UU. A diferencia de los europeos, no obedece automáticamente a la Casa Blanca. Por ejemplo, en lugar de comprar misiles norteamericanos se proveyó de los S-400 rusos y, este año, cuando Washington impulsó la extensión de la OTAN hasta el límite con Rusia mediante el ingreso de Finlandia y Suecia a la alianza atlántica, el presidente Erdogan cuestionó y bloqueó (al menos temporalmente) esa riesgosa decisión.
     
  3. Su ubicación es estratégica. Las decisiones del gobierno turco puede definir la guerra. Domina el paso del Mar Negro al Mediterráneo. Regula el cruce de los estrechos marítimos de los Dardanelos y el Bósforo. En otras palabras, Turquía controla qué entra y qué sale de Ucrania, desde los buques petroleros y de guerra hasta las exportaciones ucranianas de granos. Hace poco prohibió el paso de naves de guerra de la OTAN a la zona de contienda.
     
  4. En cuanto al conflicto bélico, Erdogan eligió ser equidistante. Criticó la operación de Rusia y copatrocinó una resolución de la Asamblea General de la ONU en su contra. Pero, por otro lado, se negó a sancionarla y propició, en marzo de 2022 en Estambul, las únicas negociaciones entre Kiev y Moscú que tuvieron alguna perspectiva. Los acuerdos podrían haber prosperado si el entonces primer ministro británico, Boris Johnson, no hubiera viajado –sin previo aviso- a Kiev con un mensaje para el presidente Volodimir Zalensky. Según el diario ucraniano “Ukraínskaya Pravda”, citando funcionarios próximos a Zelensky, Jonhson le advirtió que si Ucrania estaba dispuesta a firmar algún acuerdo, “Occidente no lo estaba”.
     
  5. Como Argentina, Turquía ha solicitado el ingreso a los BRICS ampliados. Si esto se produce, la OTAN tendría un integrante que es política y económicamente aliado de Rusia y China y los BRICS tendrían como miembro a un país con una ubicación estratégica privilegiada. 

Es evidente la importancia que tiene para EE.UU. que Erdogan no siga en el poder. Hay antecedentes en el pasado y en la actualidad. Uno es el apoyo norteamericano al golpe de Estado fallido de julio de 2016. Otro, la reunión del embajador estadounidense, Jeff Flake, con el candidato opositor Kamal Kiliçdaroglu, a instancia del diplomático, hace unas semanas (Ankara presentó quejas formales a Washington por la injerencia).

A un siglo de la “nueva” Turquía

Hace 100 años, Kemal Atatürk fundaba la nueva República de Turquía sobre las cenizas del imperio otomano (uno de los más poderosos de la historia), derrotado durante la Primera Guerra Mundial. Para el pueblo turco fue muerte y renacimiento. Atatürk –un reformador extremo- europeizó el país y cambió todas las reglas. Abolió el sultanato y la poligamia. Adoptó el laicicismo, cerró las madrazas y la sharia (ley islámica) fue reemplazada por un código civil basado en el suizo, uno penal similar al italiano y el comercial al estilo del alemán. Cambió el alfabeto (de la grafía árabe a la latina). Prohibió el fez (sombrero) para los hombres, el velo para las mujeres y propició la vestimenta al estilo europeo, entre muchos otros cambios profundísimos.

A un siglo de esa coyuntura, estas elecciones presidenciales y legislativas (se renuevan 600 escaños de la Asamblea Nacional) cobran un significado más importante aún. Según la ley si ningún candidato a presidente supera el 50% de los votos habrá segunda vuelta el 28 de mayo.

Los posibles triunfadores son: el opositor, Kemal Kiliçdaroglu, pertenece al Partido Republicano del Pueblo (CHP), el más antiguo del país, fundado justamente por Kemal Atatürk en 1923. Su orientación es pro-occidental. Va a las elecciones con la coalición Alianza de la Nación (Millet İttifakı), integrada por seis partidos muy heterogéneos que van desde la socialdemocracia a la derecha nacionalista e islamista y los une, principalmente, el deseo de derrotar a Erdogan. Si Kiliçdaroglu triunfa, se espera un cambio importante en el rol de Turquía en la actual situación global.

En cuanto a Recep Tayyip Erdoğan, líder y fundador, en 2001, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), fue primer ministro desde 2002 y presidente desde el 2018. Luego de esta reelección ya no podrá aspirar a ese cargo. Durante su gobierno recuperó parte de la tradición islámica y la matizó con la Turquía europeizada, Se presenta con la Alianza Popular que integran el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP, derecha nacionalista), el Partido de la Gran Unidad (BBP, ultranacionalista e islamista suní) y el Nuevo Partido del Bienestar (YRP, islamista, antisionista y euroescéptico). Erdogan es criticado por una inflación que ronda el 100% y la depreciación de la lira frente al euro. También por su gestión frente al terremoto que sacudió al país en febrero y dejo más de 50.000 muertos.

Las encuestas auguran un resultado final, cabeza a cabeza. No vale la pena fijarse en ellas ya que, raramente, reflejan lo que más de 60 millones de electores turcos piensan hacer. Lo que sí es seguro es que el resultado de estos comicios mellará fuertemente en la actual disputa por un nuevo orden mundial.