San Petersburgo, la ciudad más bella del Norte de Europa, casi al borde del círculo polar Ártico, no sólo sigue siendo culturalmente pródiga y turísticamente deslumbrante, sino que ahora es además tecnológicamente avanzada.
Un ejemplo es Expoforum Internacional, el centro de convenciones más innovador de Europa donde cada año se lleva a cabo además del Foro Económico Internacional (una suerte de Davos alternativo) congresos científicos; festivales de danza; certámenes de aeromodelismo y hasta festivales de cine. Rusia es uno de los actores más dinámicos en la metamorfosis sistémica que atraviesa el planeta y Expoforum es uno de los epicentros donde se expresan esos cambios. Un ejemplo: el Consejo del Artico –zona que posee una cuarta parte del petróleo y el gas aún no explorado de la Tierra y cuyo deshielo abre la expectativa de nuevas rutas marítimas- elige este lugar para su cumbre anual, por su tecnología de ultimísima generación y por contar con “espacios a medida”. El auditorio principal, por ejemplo, tiene las dimensiones de siete canchas de fútbol con la particularidad de que el techo y las paredes (insonorizadas) son móviles, es decir, pueden ajustarse según las necesidades y la cantidad de participantes.
La urbe ultratecnológica convive con la tradicional. El Buró de Turismo de San Petersburgo hizo un enorme y exitoso esfuerzo para mantener la ciudad como un faro destacado del turismo y la cultura. “A pesar del Covid, San Petersburgo no se paralizó” dice Serguei Korneev, presidente del Comité de Desarrollo Turístico. “Buscamos preservar la infraestructura, mantener a los profesionales y la calidad de los programas culturales. Comparado con otros centros turísticos, San Petersburgo mantuvo un altísimo nivel de servicio”.
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¿Y cómo afectó la situación en Ucrania? “Nuestro objetivo fue recuperar el nivel anterior a la pandemia y lo logramos”, dice Korneev. “El conflicto con Ucrania menguó las visitas de los europeos e implicó una renovación del turismo. Hoy llega mucha gente de países del Pacífico, de India, Vietnam, Medio Oriente y América latina, sobre todo de México”.
En este Fin de Año 2022, la ciudad luce radiante. San Petersburgo está atravesado por 60 ríos y canales; tiene más de 40 islas (algunas como “Nueva Holanda” de supermoda con bares y restaurantes de autor, casas de decoración y boutiques exclusivas). El río Neva, una de los principales de Europa, tiene 22 puentes que se levantan para dejar pasar a los barcos salvo en invierno cuando el río –como ahora- está totalmente congelado. Los puentes son una de las máximas atracciones: el de “Los Leones”; el de “Los Besos”, el Azul, el Rojo, el Egipcio, el Puente de la Bolsa, cada uno con su leyenda y sus peculiaridades. El más conocido es el Puente del Palacio, al lado del Museo del Hermitage que posee una de las mayores y más exquisitas pinacotecas del mundo. El museo es parte del Palacio de Invierno, residencia oficial de los zares (entre 1732 y 1917) y cuna de la Revolución Bolchevique.
Recorrer esta ciudad es un viaje en el tiempo y el espacio. Se puede visitar el frente de guerra, hasta donde llegaron los nazis a pocos kilómetros del centro de la ciudad o el Hotel Astoria donde Adolfo Hitler ya había preparado una gala (por un triunfo de Alemania que él creía seguro) para el 9 de agosto de 1942. Puede visitarse además el buque/museo Aurora cuyo cañonazo cambió la historia del siglo XX al ser la señal de inicio de la Revolución Rusa. También es posible deleitarse –como ahora- del invierno y la nieve o del verano y sus “noches blancas”, 24 horas en la que nunca se pone el sol. San Petersburgo, la heroica, con algo de París y de Amsterdam, es una ciudad con carácter para disfrutar.