Los casos de gatillos fácil de la Policía francesa contra menores, en general, de clase trabajadora y ascendencia africana o musulmana no son una novedad en esa potencia europea. Y tampoco es una novedad como suele reaccionar una parte de la sociedad cuando esto sucede: protestas masivas y noches con fuertes disturbios y autos quemados. Por eso, ni bien se viralizó un video el martes pasado de cómo un policía mataba a Nahel -un joven de 17 años, clase trabajadora y tez morena- cuando abandonó abruptamente un control de tráfico cerca de París, la indignación y la bronca volvieron a estallar en las calles de la capital y otras ciudades, y con ella, un nuevo despliegue masivo de alrededor de 40.000 policías y gendarmes.
Los medios de transporte público del Gran París dejarán de funcionar a las 21 ante el temor de una cuarta noche de disturbios. Además, algunas ciudades decidieron imponer toques de queda para evitar concentraciones en las calles durante la noche.
Solo en los disturbios del miércoles a la noche, la Policía detuvo a 180 personas y decenas resultaron heridas, según informó este jueves el ministro del Interior, Gérald Darmanin, quien ratificó su apoyo a las fuerzas de seguridad frente a lo que denunció como "una noche de violencia insoportable contra símbolos" nacionales, en referencia a escuelas, comisarías y edificios gubernamentales, según consignó la agencia de noticias Europa Press. "Apoyo a los policías, gendarmes y bomberos que dan la cara con valentía. Vergüenza para los que no llamaron a la calma", agregó Darmanin, quien anunció el despliegue hoy de 40.000 policías y gendarmes, entre ellos 5.000 en París, para evitar una tercera noche de protestas.
La bronca no parece ceder, pese al masivo despliegue policial. Si de algo sirven las experiencias pasadas, es para saber que la presencia generalizada de fuerzas de seguridad en estos momentos solo enardecen aún más a la población, especialmente a aquellos sectores socio-económicos que sienten más vulnerable ante estas situaciones que no son nada excepcionales en la capital francesa y, especialmente, en los barrios de clase trabajadora y de mayoría de familias con padres, abuelos o bisabuelos que llegaron de alguna de las ex colonias francesas.
Solo el año pasado, 13 personas murieron en situaciones similares con la Policía, según informó Télam. Por eso, no sorprendió cuando una de las estrellas deportivas más popular del país, el capitán de la selección de fútbol Kylian Mbappé, se solidarizó con los que reclaman por justicia por el asesinato de Nahel, un repartidor de delivery que jugaba al rugby en un club de su barrio y vivía con su madre soltera.
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Muchos de las historias de víctimas de gatillo fácil en Francia desataron protestas, pero sin duda la que aún todos recuerdan en ese país la crisis política de 2005. Por entonces, Nicolas Sarkozy era ministro del Interior del también conservador Jacques Chirac. De hecho, la mano dura que demostró en esos días le sirvió para catapultar más tarde su candidatura presidencial y ganar en las urnas.
Hace casi 20 años, la historia fue que dos adolescentes -otra vez de clase trabajadora, tez morena y de los suburbios- escaparon cuando dos Policías quisieron detenerlos en medio de la noche, un miedo que nadie en esos barrios puso o pone en duda. Los persiguieron hasta que los dos jóvenes se treparon a un alambrado, sin saber que estaba electrificado. Murieron electrocutados.
Las protestas y los disturbios estallaron poco después y, con ellos, la represión policial. La crisis escaló cuando tanto las manifestaciones como la violencia se trasladaron al corazón de París. Allí, Sarkozy consiguió que Chirac decretara un estado de emergencia, el primero desde el final de la guerra de independencia de Argelia.
Ese episodio marcó el inicio de crisis similares pero también dejó una conclusión, que explica la ira que se expresa hoy en las calles de París y en los suburbios: Sarkozy fue electo presidente apenas años después y dos policías acusados de la muerte de los dos jóvenes fueron absueltos de toda responsabilidad en 2015.
La causa contra el policía que mató a Nahel
El video viralizado muestra al auto amarillo que manejaba Nahel detenido en un puesto de control en las afueras de París, luego sale acelerando muy rápidamente junto con el tiro de uno de los policías en el puesto. El fiscal Pascal Prache concluyó este jueves que el oficial que disparó no cumplió con las condiciones legales para usar su arma reglamentaria, según explicó a la prensa, luego de una tercera noche de protestas y disturbios sacudió tanto Nanterre, el barrio de clase trabajadora del norte de París donde vivía Nahel con su madre, y en otras ciudades del país como Lyon, Toulouse y Lille.
El policía de 38 años que disparó está siendo investigado por homicidio voluntario cometido por un funcionario público. El oficial argumentó ante las autoridades que quería "evitar una nueva fuga del vehículo". Reconoció que sí desenfundó el arma y le apuntó directamente, pero sostuvo que lo hizo para evitar que volviese a arrancar, aunque el joven igual lo hizo.
El Ministerio público también abrió una investigación contra la víctima por su presunto rechazo a obedecer las órdenes de los agentes y por intento de homicidio voluntario contra un funcionario.