El continente africano, riquísimo y diverso, es una pieza fundamental en la actual etapa de cambios mundiales, tanto por ser un eslabón clave en la integración del Sur Global, como por su gravitación en el armado de ese nuevo orden multipolar con que sueñan China y Rusia. La Segunda Cumbre Rusia-África que tuvo lugar en San Petersburgo el 27 y 28 de julio pasado lo hizo patente.
Beijing hace varias décadas que viene incrementando su presencia en África, sobre todo, a través del megaproyecto de la Franja y la Ruta. Moscú, aunque con menor intensidad que en la época soviética, también mantiene lazos sólidos. Ahora, obligado por las consecuencias de la guerra en Ucrania, el Kremlin ha dado un giro espacial y ha acelerado sus planes geopolíticos y geoeconómicos, con la mira puesta en otras regiones, primero Eurasia, y ahora África.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Rusia y el continente africano se precisan mutuamente. África requiere infraestructura, conectividad, inversiones y un desarrollo socioeconómico al que no ha podido acceder por las políticas opresivas de sus colonizadores europeos. Rusia necesita expandir sus puntos de apoyo, probar que no está asilada, acceder a nuevos mercados que estén dispuestos a sortear las sanciones y contar con la neutralidad de los africanos en los foros que evalúan la guerra en Ucrania.
Desde el inicio de conflicto, la mayoría de las naciones africanas se abstuvo en las votaciones celebradas por la ONU y, en mayo, una delegación de ese continente viajó a Kiev y a Moscú para proponer instancias de paz. Incluso en esta II Cumbre Rusia-Africa, a pesar de las fuertes presiones de Estados Unidos para que ningún país asistiera, 49 de los 54 gobiernos enviaron delegaciones a San Petersburgo.
El éxito de la aproximación afro-rusa se nutre de tres vectores temporales. El del presente se asienta en un importante objetivo común: construir un orden mundial multipolar con reglas de juego no abusivas.
El vector del pasado se basa en la pervivencia de una larga historia de cooperación, sobre todo, en el período descolonizador de la década de los 60 del siglo XX. La existencia del modelo comunista soviético operó como motivador en muchas regiones del mundo, pero sobre todo en la hipercolonizada África. Durante la Guerra Fría, nació, en promedio, un nuevo estado independiente africano por año. En 1939 había solo uno -la República de Liberia, declarada así por los colonos estadounidenses en 1847- y en los 90 había alrededor de 50 naciones independientes.
MÁS INFO
“Rusia no tiene mala reputación en África, porque no hay rastro colonial, por el contrario, dimos nuestra ayuda para liberar a un gran número de países africanos de la dependencia colonial durante el periodo soviético. El trasfondo positivo ha sobrevivido y existe la oportunidad de construir sobre él”, recordó Fiódor Lukiánov, presidente del Presidium del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia.
Sobre el boicot a la cumbre afro-rusa alentado por Washington, el canciller de Uganda, Haji Jeje Odongo, dijo en una entrevista para RT: “Muchos de nuestros estudiantes fueron educados en Rusia, entonces, ¿por qué de repente debería haber un problema si continuamos con nuestra histórica relación? Fuimos colonizados y perdonamos a nuestros colonizadores. Ahora ellos nos piden que seamos enemigos de Rusia, que nunca nos colonizó”.
Gerald Horne, catedrático de la Universidad de Houston, dio su visión sobre los motivos de preocupación de la Casa Blanca. “Una de las razones por las que EEUU y sus aliados presionaron tan furiosamente a África para que no asistiera a la cumbre se debe a que podríamos estar en medio de la evolución de un nuevo orden mundial que sea el polo opuesto de lo que ocurrió hace siglos, cuando unas pocas naciones occidentales pudieron catapultarse al liderazgo global, sobre todo, explotando a África.”
MÁS INFO
Granos, vacunas y armas
El tercer vector de aproximación se basa en la conveniencia mutua de cooperación mirando al futuro. Cuando se analizan los acuerdos entre Rusia y África aprobados en San Petersburgo se entiende el pánico estadounidense.
En el plano de la seguridad y defensa, por ejemplo, el Kremlin firmó contratos de “cooperación técnico-militar” con más de 40 países a los que suministrará “una amplia nomenclatura de armas y equipos de defensa”. El presidente Vladimir Putin informó que una parte de las armas se entregarán gratis. Además, países estratégicos como Egipto, Eritrea, Madagascar, Mozambique, Sudán y la República Centroafricana han habilitado la posibilidad de que Rusia cuente con bases militares en sus territorios.
En esta cumbre, Putin no ocultó su plan de seducción. Los países africanos regresaron a casa con todo tipo de beneficios, desde un programa de 1.200 millones de rublos (unos 13,3 millones de dólares) para reforzar los sistemas sanitarios y la elaboración conjunta de vacunas, hasta tecnología nuclear con fines pacíficos y la cooperación para la extracción de diamantes. Los países africanos y Rusia juntos representan más del 90 % de la producción mundial de ese mineral.
Otros dos puntos importantísimos abordados en la cumbre fueron el uso de monedas nacionales en las transacciones comerciales y los desafíos para alcanzar la seguridad alimentaria. El presidente de Kenia, William Ruto, impulsa entre las naciones del continente el rechazo al dólar y la adhesión al Sistema Panafricano de Pagos y Liquidaciones (PAPSS, por sus siglas en inglés) para facilitar el comercio en la región. Egipto, Kenia y Zimbabue, entre otros, ya adhirieron a esta política.
El presidente Putin dedicó un discurso especial a la exportación de granos y fertilizantes rusos a África y a los motivos por los cuales el Kremlin abandonó el acuerdo de cereales con Ucrania, que tenía un supuesto fin humanitario y fue mediado por Turquía y la ONU. “Durante un año se exportaron casi 33 millones de toneladas desde Ucrania. Menos del 3% llegó a Etiopía, Sudán, Somalia y otros países con hambre. El 70% se destinó a países de ingresos altos y medios, algunos de La Unión Europea”, dijo Putin en la sesión plenaria del Foro Económico y Humanitario Rusia-África en San Petersburgo.
“Ahora Rusia es capaz de sustituir el grano ucraniano para los países africanos más necesitados, sobre todo porque esperamos otra cosecha récord este año”, continuó. “En los próximos 3 o 4 meses vamos a enviar a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, la República Centroafricana y Eritrea entre 25.000 y 50.000 toneladas de cereales de forma gratuita. Rusia también asumirá los gastos de transporte”, prometió. “El año pasado, el comercio de productos agrícolas entre Rusia y los países africanos creció un 10% (6.700 millones de dólares), y en 2023, de enero a junio aumentó a un récord de 60%”, explicó Putin.
En este mundo en transformación, Rusia y China entienden que es primordial sumar las voluntades del Sur Global. ¿Y América latina? ¿Podría haber cumbres similares con nuestra región? Deberían intentarse, aunque la dificultad es extrema.
Desde los primeros intentos expansionistas en el siglo XVII, hasta su plan de dominación hegemónica unipolar en el siglo XX, EEUU necesitó siempre contar con la sumisión y control total del continente americano para usarlo como plataforma de proyección de poder. De eso se trata la Doctrina Monroe que cumple este año dos siglos. El bloque de los BRICS al que pertenece Brasil y (¡ojalá!) pronto Argentina aparece como una fisura en el dominio imperial. Un desafío del que no deberíamos escapar.