Empantanado en una crisis constante, Castillo se aleja del progresismo

En apenas medio año, el presidente peruano tomó posesión a cuatro gabinetes, tuvo que cambiar a más de 20 ministros y ya está analizando las críticas de la oposición y de sus antiguos aliados progresistas sobre algunos de los nuevos miembros del gobierno.

14 de febrero, 2022 | 00.05

Desde que Pedro Castillo asumió la Presidencia de Perú estaba claro que no la tendría fácil, tenía una ultraderecha que nunca reconoció ni su victoria electoral y una derecha dispuesta a dar batalla a cada paso desde el poderoso Congreso. Pero apenas seis meses después, el sindicalista y docente rural suma cada vez más críticas, denuncias y hasta una incipiente movilización de los mismos sectores de izquierda y progresistas que lo convirtieron en una inesperada esperanza de cambio para el país y la región.

Este mes se sucedieron dos claros signos de esta ruptura. 

Primero, el movimiento estudiantil -un sector muy movilizado que fue clave en la construcción de la oposición en las calles durante el fujimorismo- salió a marchar contra la contrarreforma universitaria aprobada en primera votación por el oficialismo y la oposición de derecha en el Congreso para quitarle autonomía a la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), un preciado logro de la reforma de 2015 contra la multiplicación de universidades de dudoso valor académico.

Segundo, y también provocado por la aprobación de esta contrarreforma, el partido de izquierda Nuevo Perú, el mismo que firmó la alianza antes del balotaje que le ayudó a Castillo a conseguir los votos del progresismo y también a redactar un programa de gobierno, abandonó la coalición oficialista. "Lamentablemente, al final, perdimos la batalla. Se impusieron el chantaje neoliberal, la presión del conservadurismo, el oportunismo, la informalidad, los intereses corporativos", escribió en sus redes sociales la principal referente del espacio Veronika Mendoza.

El cuoteo de los ministerios 

El gobierno ya lleva cuatro gabinetes -el último asumió la semana pasada- y más de 20 ministros que renunciaron o fueron echados, algunos forzados por la oposición, otros por decisión del mandatario. Ninguno de los primer ministros -como se llama familiarmente en Perú al jefe de gabinete- ha tenido la capacidad o el poder para conducir y articular a ministros que no parecen ser parte de un mismo proyecto político y que más de una vez se contradicen o confrontan públicamente, ante el silencio cada vez más estruendoso de Castillo. 

"Ha tenido una pésima forma de constituir un gabinete. Debería primar lo programático", sentenció en diálogo con El Destape el secretario general de Nuevo Perú, Enver León; mientras que el analista y coordinador de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM), Carlos Fernández Fontenoy, sostiene que, al no tener partido propio, Castillo busca construir poder cumpliendo con las cuotas que su coalición y el poroteo del Congreso le demandan, y sosteniéndose en los dirigentes que conoce, en su mayoría docentes o referentes de su Cajamarca natal. 

Castillo, un docente rural que ganó efímeramente proyección nacional en 2017 por liderar una exitosa protesta docente contra el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, militó entre 2005 y 2017 en el partido del ex presidente Alejandro Toledo -una fuerza que luego perdió su inscripción electoral- y se anotó el último día antes del vencimiento de las candidaturas en el oficialista Perú Libre, una formación de izquierda que se identifica como marxista leninista y que hasta ahora no había tenido incidencia en Lima o en la política nacional.

Mientras que los primeros dos gobiernos fueron criticados principalmente por la derecha y ultraderecha, en muchos casos por denuncias de vínculos con la guerrilla Sendero Luminoso que estaban flojas de papeles, en los últimos dos los cuestionamientos comenzaron a escucharse mucho más fuerte desde la izquierda y el progresismo. 

"La parte más exitosa de este gobierno ha sido continuar con la política de Salud. El mejor ministro que ha tenido fue Hernando Cevallos y lo cambió por uno que promociona agua vendita y es investigado por corrupción", alertó Fontenoy en diálogo con El Destape en referencia al actual titular de la cartera y encargado de continuar gestionando la pandemia de coronavirus, Hernán Condori. 

Condori está siendo investigado por el Colegio Médico de Perú por presunto ejercicio ilegal de la medicina y publicidad engañosa. Por un lado, tiene un consultorio obstétrico, pese a no estar registrado con esa especialidad, y por otro lado, ha promocionado en varias ocasiones medicamentos para tratar el Covid-19, pese a que no existe evidencia científica de su efectividad. Más aún, hace poco se viralizó un video en Facebook en el que se lo ve defendiendo el uso de agua hexagonal -“En algunos lugares, le llaman el agua milagrosa”, afirmó-, un producto desarrollado en Estados Unidos que no superó la etapa de testeo en ratones y que no tiene la aprobación del ente regulador. 

Otro cambio impulsado por el presidente que molestó a sus antiguos aliados fue la salida del ministro de Desarrollo Agrario Victor Maita, un dirigente de 29 y el primer campesino y líder de los gremios nacionales del área en asumir ese cargo. Maita fue la cara visible de la llamada segunda reforma agraria, uno de los pilares del programa de gobierno redactado junto a Nuevo Perú y referentes progresistas durante la campaña electoral. 

"No se hizo ninguna reforma importante. Se habló de una segunda agraria pero ha sido un fiasco. Al ministro lo terminaron sacando y todo se ha diluido, apenas se llegó a potenciar algunas de las políticas agrarias que ya se venían dando", explicó Fontenoy.

Tanto el nuevo titular de Salud como el de Desarrollo Agrario son dirigentes de Perú Libre y hombres cercanos de Vladimir Cerrón, el máximo líder del partido oficialista, que no dudó en insultar públicamente a Castillo cuando éste intentó dar más espacios en el gabinete a la izquierda progresista de Nuevo Perú y sus aliados. 

Denuncias de corrupción

A la incesante danza de nombres de ministros, se le sumaron -con especial fuerza en las últimas semanas- las denuncias de corrupción y tráfico de influencias. La oposición venía denunciando algunos casos que están en la Justicia por reuniones secretas con empresarios y militares antes de licitaciones y ascensos, y una bolsa con 20.000 dólares en la oficina de un asesor personal de Castillo. Pero ahora las acusaciones comenzaron a surgir desde los propios ex miembros del gobierno. 

"Hemos llegado a un momento crítico. La crisis en el sector del Ministerio del Interior no es un asunto cualquiera o coyuntural, es la expresión de un problema estructural de corrupción en diversas instancias del Estado que nos viene golpeando y que es el momento de abordar y confrontar con firmeza. (...) Pero si los cambios no suceden, menos aún en los propios entornos del Ejecutivo, no será posible avanzar", escribió la ahora ex primera ministra Mirtha Vázquez en su carta de renuncia. 

La crisis en la cartera del Interior a la que hace referencia y que se debió a diferencias en el pase a retiro de varios oficiales también se cargó a uno de los ministros más respetados que tuvo Castillo, Avelino Guillén, el fiscal que llevó a la cárcel al ex presidente Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad y que no dudó en dejar claras su diferencias con el mandatario.

Pero sin dudas, la carta de renuncia más lapidaria fue la del secretario general del Despacho Presidencial, Carlos Jaico, a principio de mes. "Falta de rigurosidad", "desorden", "nociva influencia" de un "gabinete en las sombras", "ausencia de visión" y "falta de coordinación y transparencia" que "podrían generar espacios para la corrupción", fueron algunas de las críticas de la misiva, en la que, como Vázquez, antes, le pidió a Castillo que cambie o revise su entorno de funcionarios y asesores de confianza. 

Las posibles salidas

Lejos de esta posibilidad, Castillo recién está estrenando un nuevo gabinete. Ante un nuevo gobierno que no convence ni por derecha ni por izquierda y frente a seguras batallas en el Congreso por la ratificación del Ejecutivo y de algunos ministros en particular, la pregunta que comienza a formularse con más fuerza en Perú es: ¿cuánto tiempo más pueden sostenerse estas crisis constantes de gabinetes y esta deriva en las prioridades del programa y la gestión del gobierno?

Mientras la respuesta no es clara, dirigentes y analistas ya empezaron a barajar posibles salidas para la actual parálisis, ya que la crisis propiamente dicha es previa a Castillo y lo transciende. 

Opción 1: "Continuar con la actual política de alianzas informales, repartición de cargos, incluso a dirigentes de partidos de la derecha que están en el Congreso", aseguró Fontenoy, pero aclaró: "Si lo hace, solo será para sobrevivir y no creo que esta lógica pueda durar mucho." 

Opción 2: Un giro ideológico de 180 grados. No sería la primera vez en el Perú reciente que un presidente asume con un proyecto de izquierda y termina aliándose con la derecha y asumiendo su agenda de gobierno para garantizar su estabilidad y continuidad institucional. Aunque algunos sectores que apoyaron a Castillo en las urnas hoy lo acusan de comenzar a unir fuerzas con fuerzas de derecha, por ejemplo, en la aprobación de la contrarreforma universitaria o con la designación de algunos de sus asesores personales o su presunto "gabinete en las sombras", esta presunta alianza no se concreto de manera oficial o se extendió más allá de alguna iniciativa puntual.

Opción 3: La aprobación de la vacancia (destitución) en el Congreso. La ultraderecha pide desde el día uno esta opción en soledad, pero con el paso del tiempo, los errores del gobierno y su gestión a la deriva ha perdido apoyos. La gran incógnita ahora es si los que alguna vez le dieron la confianza al Ejecutivo, ahora estarán dispuestos a votar junto con los sectores más duros para sacar al presidente. Los ex aliados de izquierda de Nuevo Perú, que en el Legislativo, son una minoría, sostienen que no lo harán.

"No compartimos la posición de la derecha que quiere la vacancia", aseguró el secretario general del partido y explicó: "Es un gobierno que fue elegido por la voluntad popular y debe terminar su mandato. Tenemos una experiencia parecida, lo que pasó con el gobierno de Ollanta Humala. Él rápidamente abandonó las banderas de la izquierda. Si bien el gobierno del profesor Castillo no está implementando el programa acordado, no tenemos muertos por las protestas sociales o represión de los reclamos. Hay una diferencia."

Opción 4: Mientras se buscan los votos para repetir una vacancia por incapacidad moral, la figura legal que existe hoy y que el Congreso ha deformado completamente para poder servir en sus enfrentamientos a los presidentes de los últimos años, otra iniciativa opositora es modificar la Constitución para incluir una segunda causal por delitos de corrupción y así, creen algunos, legitimar más ante la sociedad peruana y la comunidad internacional, un eventual intento de destitución de Castillo. Una reforma constitucional, sin embargo, no es una aventura a corto plazo.

Opción 5: La renuncia de Castillo y la asunción de su primera y única vicepresidenta, la también ministra de Desarrollo e Inclusión Social Dina Boluarte. Esta posibilidad, que para el analista Fontenoy es poco probable, además no caería bien en el principal apoyo partidario que le queda hoy al gobierno, el Perú Libre, que expulsó a la dirigente de sus filas hace solo unas semanas por sus críticas al secretario general, Cerrón.

Opción 6: Una movilización popular como la que forzó la salida de Manuel Merino de la Presidencia tras apenas seis días a fines de 2020. Este también parece ser un escenario improbable, al menos por ahora. No solo porque el nivel de movilización de los detractores del gobierno, especialmente, desde los movimientos sociales, los gremios y la izquierda, es aún incipiente; sino también porque a la destitución de Merino la antecedieron dos presidentes que no lograron terminar su mandato y dejaron una crisis institucional total. 

El horizonte no es prometedor para Castillo, excepto por un dato que resalta Fontenoy: en el próximo quinquenio se espera un ingreso récord de divisas por la minería que podrían garantizar una estabilidad macroeconómica pese a la inestabilidad institucional, un escenario que aunque parezca contradictorio describe el crecimiento del PBI nacional a través de las caídas de gobiernos y profundas crisis políticas de la última década. 

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