Santiago Peña, de 44 años, el economista ex ministro de Hacienda, ex funcionario del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) se convirtió este martes en el 51 presidente de Paraguay. En noviembre del año pasado se impuso en la interna del Partido Colorado, de la mano del ex mandatario y empresario millonario Horacio Cartes, en la facción de Honor Colorado. Para abril, ganó las elecciones con el 42,74 por ciento de los votos y consolidó 70 años de hegemonía del partido en el país -incluidos 30 años de dictadura colorada stronista-, sólo interrumpida por el gobierno frenteamplista de Fernando Lugo.
Pasadas las 9.30 (hora argentina), Peña ya había jurado como presidente en el Congreso Nacional. Le siguió la jura de su compañero de fórmula, Pedro Alliana, y de los 18 ministros y ministras que forman parte de su gabinete. Muchos de ellos, son ex empleados del Grupo Cartes. No es casual, el ex mandatario es el padre político de Peña: con su apoyo y maquinaria de campaña fue que logró la presidencia en la primera vuelta.
“Gracias por perseverar, sin desmayos, en la construcción de consensos y en la búsqueda de acuerdos por sobre las diferencias. Hoy nos toca llevar esa vocación política al servicio de todos los paraguayos. Deseamos ser un partido al servicio de la nación”, dijo para agradecerle.
En su discurso, además, se comprometió a lograr “el resurgir de un gigante”. “El éxito es lograr que todos los paraguayos estén mejor y que el mundo sea testigo del resurgir de un gigante”, refirió. Además, prometió impulsar la descentralización de los servicios públicos, acercándolos a las comunidades y fortaleciendo la gestión local. “Nuestro compromiso es construir una sociedad donde todos puedan prosperar”, expresó.
La salud, la seguridad y la pobreza fueron los tres ejes de su discurso, mientras que quedaron afuera las comunidades indígenas, las infancias y adolescencias, la violencia contra las mujeres y la revisión del anexo C del Tratado de Itaipú con Brasil, que debe renegociarse este año para poder obtener más energía a un mejor precio.
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La trayectoria de Peña
El flamante presidente fue el ministro de Hacienda más joven de su país, con tan sólo 37 años, y su perfil es más técnico que político. Desde su campaña, se posicionó como la muestra de “un cambio generacional” dentro del coloradismo, aunque minimizó a la dictadura stronista. Peña además de haber sido parte de organismos financieros internacionales, tuvo un paso, recientemente, por el Banco Ambambay, que es parte del holding del Grupo Cartes.
Sin embargo, el hoy dirigente colorado en realidad proviene de las filas del histórico adversario del Partido Colorado: el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), en donde militó desde los 17 años. Renunció a esa afiliación en 2016 para integrarse a la Asociación Nacional Republicana (ANR), luego que el entonces presidente declarara que los ministros que no estaban afiliados a su partido saldrían de sus cargos.
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Su postulación para estas elecciones se consolidó el 18 de diciembre pasado, tras las internas que enfrentaron al actual mandatario, Mario Abdo Benítez (Fuerza Republicana); y a Cartes (Honor Colorado) por la conducción del partido. Esta elección se dio en paralelo a las primarias presidenciales y ambas se impuso el cartismo.
Pero previo a esa decisión interna, el Partido Colorado -y la institucionalidad paraguaya- recibió un fuerte golpe. El primero fue a mediados de julio pasado, cuando Estados Unidos denominó “significativamente corrupto” a Cartes por vínculos con el crimen trasnacional y con Hezbollah, así como por su “participación en actos de corrupción”, según declaró el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken. Un mes más tarde, la misma nomenclatura cayó sobre el actual vicepresidente, Hugo Velázquez, que se vio obligado a dejar de lado sus aspiraciones presidenciales, auspiciado por Abdo Benítez.
Como si la sanción estadounidense no hubiese sido suficiente, Washington le sumó este año a Cartes un bloqueo de todos los activos y propiedades bajo jurisdicción estadounidense. Cada vez que la prensa le consultó a Peña sobre estas denuncias y sanciones, su respuesta fue la misma: “Cartes no tuvo la oportunidad de defenderse”, sostuvo y consideró que su situación no es responsabilidad del partido ni de él en tanto candidato presidencial. Sin embargo, estas explicaciones no contentaron a todos en Paraguay.
Esta postulación se trató de la primera en la que Peña llega para pelear la Presidencia de su país. En 2017, disputó la interna partidaria, pero no le alcanzaron los votos. En un clima electoral marcado por la apatía y por la falta de debate, la mayoría de las encuestas lo ubicaron como el preferido. Entre ellas, Ati Snead Consultores, Gray & Asociados y Multitarget lo destacaron con los siguientes números ante el binomio opositor de la Concertación Nacional de Efraín Alegre y Soledad Núñez: 42,9% a 31,3%; 38,8 % a 22,1%; y 39,3% a 20,9%. Sólo Atlas, en su último sondeo, dio con un 38% a Alegre y segundo a Peña con el 36%. Finalmente, se impuso con 44,12% de los votos, frente al líder de una coalición de centro-izquierda con 27,77%, según el escrutinio del 68,74% de las mesas.
Argentina, el voto femenino y la ampliación de derechos
Durante una entrevista a La Nación, Peña reveló que es "hijo de una argentina y mis dos hermanos son argentinos" además, que es "descendiente del legislador socialista Alfredo Palacios [1878-1965], un gran político argentino". Y agregó: "El hermano de Palacios fue mi bisabuelo. Por eso mi nombre completo es Santiago Peña Palacios”. El nombre de Peña resonó en los medios argentinos a fines de febrero cuando en medio de un acto de campaña aseguró que a las y los argentinos “no les gusta trabajar”. En Argentina, de los dos millones de paraguayos que hay en el país, sólo 31.313 pueden votar.
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Durante la campaña, también intentó reconciliarse y recuperar el apoyo de las mujeres. Luego que la Red de Mujeres Coloradas del Departamento Central (como se cuenta en esta nota) se pronunciara en favor de la Concertación, Peña hizo un acto en el que dio protagonismo y voz a las mujeres de su partido en busca del voto femenino. En enero, en Telefuturo le consultaron sobre los objetivos de desarrollo sostenible para 2030 sobre los cuales sentó su campaña. ¿Qué hará Santiago Peña con la educación si llega a la Presidencia?, le preguntaron. “Hay que diferenciar la agenda 2030 de la agenda globalista, que es la que promueve la ideología de género, que es la que promueve el aborto, el matrimonio igualitario”, manifestó el candidato en plena entrevista televisiva. “Paraguay es el último bastión de defensa a estos preceptos. Es un país que defiende a la familia y que la entiende como el matrimonio entre un hombre y una mujer y que defiende la vida desde su concepción. Está en la constitución, no hay nada que discutir”, cerró.
El programa de gobierno de Peña
También fue muy claro cuando desde el diario brasileño Folha de San Pablo le preguntaron por el dictador Alfredo Stroessner: “Fue responsable de más de 50 años de estabilidad en Paraguay. Pero exageró, y de ninguna manera estoy a favor de los abusos a los derechos humanos cometidos durante el período”, afirmó y con esas palabras se animó a reivindicar el lugar del militar encargado de que el Partido Colorado se enquistara en todas las estructuras del Estado e instalara un sistema absolutamente desigual en el acceso a tierras y derechos. En sus programas de gobierno los ejes son salud, educación y la situación habitacional. En su afán por conseguir el voto femenino, el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras presentó el plan de Guarderías Gratuitas para las mujeres madres. La intención es “darles la posibilidad de trabajar o estudiar gracias al apoyo del Estado en el cuidado de sus hijos pequeños”.
“La mejor política social es la generación de empleo”, propuso en marzo ante el Club de Ejecutivos de Paraguay y sostuvo que su intención es generar cerca de 500.000 puestos de trabajo, lo cual “ayudará a sacar a muchos jóvenes de la delincuencia y la cárcel”. “Chau chespi” es otra de sus iniciativas. Se trata de un programa “integral de combate a las adicciones” que incluye educación, rehabilitación, reinserción y persecución a los focos de venta, la idea es lograr este objetivo con “seguridad, rehabilitación, educación y reinserción laboral. Creando centros de rehabilitación en cada departamento y atacando con mucha fuerza a los centros de distribución con la policía nacional”.
Tekoporã mbamatere, un programa ya existente dirigido a la alimentación, educación, salud y trabajo de la población, sobre el que estiman realizar un aumento del 25 por ciento. También, entre sus propuestas, busca dar la posibilidad de acceso a la casa propia con préstamos flexibles y viviendas sociales. El último programa es “plata en tu bolsillo”. La intención aquí es darle “competitividad” -la empresa paraguaya de importación y distribución de hidrocarburos y gas de propiedad estatal- para ofrecer mejores precios para la movilidad urbana. En consonancia con la Concertación., sostienen la necesidad de bajar el precio de productos como el gas.