El periodista ruso Dmitri Muratov y su colega filipina Maria Ressa -perseguidos en sus respectivos países por su actividad profesional- recibieron hoy en Oslo el Nobel de la Paz, que obtuvieron en la última premiación en octubre por su lucha "a favor de la libertad de prensa".
Muratov pidió "un minuto de silencio" por los reporteros asesinados al recibir su galardón ,mientras que a su turno, la cronista filipina culpó a los grupos tecnológicos estadounidenses del "lodo tóxico" propagado en redes sociales.
"Pongámonos en pie y honremos con un minuto de silencio a nuestros colegas periodistas (...) que dieron su vida por esta profesión", dijo Muratov, de 60 años.
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"Quiero que los periodistas mueran de viejos", añadió el ruso, citado por la agencia de noticias AFP.
Por su parte, Ressa atacó a los grandes grupos tecnológicos estadounidenses por permitir la difusión de "un lodo tóxico" en las redes sociales por su codicia.
"Están enemistados con los hechos, enemistados con los periodistas. Su naturaleza es dividirnos y radicalizarnos", explicó la periodista de 58 años.
Agregó que "sin los hechos, no pueden tener la verdad. Sin verdad, no pueden tener la confianza. Sin confianza, no tenemos (...) democracia, y se vuelve imposible enfrentarse a los problemas existenciales de nuestro planeta: el clima, el coronavirus, la batalla por la verdad".
Ressa había indicado ayer que "por ahora, la libertad de prensa está amenazada", cuando se le preguntó si este premio cambiaría la situación en su país, Filipinas, en el puesto 138 de la lista de libertad de prensa realizada por Reporteros Sin Fronteras (RSF).
En espera de que se resuelvan los siete procesos judiciales que tiene pendientes en Filipinas, Ressa tuvo que pedir permiso a cuatro tribunales de su país para poder viajar a Noruega.
Por su parte, Muratov, dirige uno de los escasos medios que todavía son independientes en el restrictivo panorama mediático ruso.
Novaya Gazeta es conocida en especial por sus investigaciones sobre la corrupción y las violaciones de Derechos Humanos en Chechenia. Desde la década de 1990, seis colaboradores del medio han sido asesinados, entre ellos, la célebre periodista Anna Politkovskaya en 2006.
"Si tenemos que convertirnos en agentes extranjeros por recibir el premio Nobel de la Paz, lo haremos", ironizó haciendo referencia al calificativo con el que se acusa en Rusia a los medios críticos del Kremlin.
La etiqueta de "agente extranjero", que busca desacreditar a los medios que reciben "financiación del exterior" y llevar "una actividad política", obliga a los grupos de información a hacer constar este estatus en todas sus publicaciones.
El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió que el premio Nobel no era un "escudo" contra este estatus. Rusia se sitúa en el puesto 150º de la clasificación de RSF.
Hasta el 1 de diciembre, 1.636 periodistas murieron en los últimos 20 años en el mundo, 46 en 2021, según los datos de RSF.
"Informar no debe seguir costando la vida", insistió el secretario general de RSF, Christophe Deloire, durante la presentación del informe esta semana.
Además, nunca ha habido tantos periodistas detenidos en el mundo: 293, denunciaba el jueves el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), con sede en Estados Unidos.
Los ganadores del Nobel reciben un diploma, una medalla de oro y un cheque por valor de 10 millones de coronas suecas (más de 1 millón de dólares).
El resto de premios Nobel, entregados habitualmente en Estocolmo (Suecia), tuvieron que ser entregados en mano en el país de residencia de los galardonados a causa de la pandemia.
Con información de Télam