(Por B.LL.).- La importancia de la integración está en el centro de las reflexiones de Juan Carlos Monedero en su análisis de una América latina a la que describe inmersa en "un escenario muy complicado, de crisis", con "desafíos descomunales que no se pueden solventar individualmente", por lo que "una de las medidas más importantes" para la región, recomendó, "debe ser la recuperación de las entidades regionales, la Unasur, la Celac".
A su vez, en diálogo con Télam, Monedero subrayó que "entender la importancia de apostar por la integración regional es no ceder frente a las presiones de los que controlan los medios de comunicación, entender qué es la judicatura, dónde está la derecha ahora mismo haciendo sus trampas para sortear la democracia".
"Es necesario darnos cuenta de que muchas veces nos fragmentamos y nos separamos porque la derecha está interesada en que nos fragmentemos y nos dividamos", advirtió tras recordar que lo primero que buscó romper la derecha al acceder a los gobiernos fueron las instituciones de la integración del subcontinente como Unasur y Celac.
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-Télam: ¿Cómo evalúas la salud democrática de América Latina?
-Juan Carlos Monedero: La segunda oleada de gobiernos de izquierda en la región parece tener muchos más problemas que la primera. En primer lugar, se está ganando con frentes amplios, es decir, pensemos que en Brasil el vicepresidente (por Geraldo Alckmin) es un tipo de derechas que contendió electoralmente contra Lula. Hemos visto que (Gabriel) Boric igualmente ha hecho una amalgama, ya no solamente en el Frente Amplio sino en el gobierno, donde también hay sectores de la derecha. Por lo tanto, es muy complicado que haya claridad organizativa en esos gobiernos. Además, y creo que no es menor, se ha incrementado durísimamente el control mediático por parte de la derecha y, en paralelo, el uso de los jueces como elemento para frenar a los gobiernos progresistas. Si sumas todos estos elementos, el hecho de que ganas de una manera muy apretada, con frentes amplios sin claridad ideológica, que la derecha ha aprendido y, por ejemplo, toma las calles y hace manifestaciones, que hay un control mucho más brutal de las empresas de medios de comunicación y que tienes a los jueces ayudando; y si le añades la pandemia, si le añades el calentamiento global A veces lo sorprendente es que los gobiernos de izquierda hayan podido sobrevivir. Porque son demasiados elementos, la lucha es demasiado desigual y las condiciones han sido demasiado adversas como para poder hacer gobiernos más luminosos. Y, sin embargo, ahí están. Cosas que parecían imposibles, han sucedido. Argentina desalojó al macrismo. El triunfo de Lula. En México, con el Estado tomado por el narcotráfico y con políticos que son mayordomos de los de los narcotraficantes, dices "es imposible que cambie". Sin embargo, ha ganado (Andrés Manuel) López Obrador, ha ganado (Gustavo) Petro y, frente al golpe de Estado en Bolivia, ganó (Luis) Arce. El correísmo ganó las elecciones municipales pese a la persecución brutal de (Guillermo) Lasso. Es decir, hay una lucha y una disputa en un momento de crisis del modelo neoliberal. Los sectores populares y progresistas juegan con la esperanza y la esperanza es un diálogo, es un elemento de cierto optimismo. Mientras que el miedo, que funciona en nuestro cerebro más reptiliano, más antiguo, más de defensa del perímetro, es el que prepara el camino de los grandes cirujanos de hierro, de los que prometen medidas drásticas y de los que prometen, como hacen los Milei, los Macri, los Trump, los Bolsonaro, los Feijoo-Díaz Ayuso en España.
-T:¿Qué perspectivas le ves al surgir de esos discursos de derecha en España, Estados Unidos y América latina?
-JCM: Ese mensaje de la extrema derecha puede captar parcialmente y durante poco tiempo a la gente, pero estoy convencido de que eso no dura. Estas salidas autoritarias no duran. En España hay gente joven que está mirando con arrobo a la extrema derecha, porque les ofrece certidumbre, les ofrece una bandera, les ofrece un alineamiento, les ofrece enemigos. Pero es contraria a su propia idiosincrasia, porque los jóvenes ahora son mucho más libres que los jóvenes de hace 20 años y, por tanto, no son jóvenes que vayan a aceptar la violencia y el autoritarismo, incluso el machismo, pese a que haya mensajes muy antifeministas. Eso puede ser atractivo para un joven durante un poco de tiempo. Pero, lo noto en mis alumnos, eso no tiene un sustento real. Por tanto, también en nuestros diagnósticos no debemos ser pesimistas más de la cuenta. Seamos pesimistas, pero esperanzados, porque si no estamos regalándoles cosas que no tienen. Y por eso creo que necesitamos miradas lúcidas, necesitamos miradas reposadas. Necesitamos, a veces, parar el balón y dejar de correr sin atarnos las zapatillas porque nos tropezamos.
Con información de Télam