El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, adelantó cuatro días el festejo del cuarto aniversario de su Gobierno para hacer una fiesta multitudinaria que paralizara el centro de la capital del país y demostrara a todos los que lo quieran ver que el mandatario, a diferencia de sus antecesores, se vuelve cada año de gestión más popular. Y lo consiguió. Marchó durante horas y varios kilómetros junto a una marea humana de simpatizantes y correligionarios hasta llegar al simbólico Zócalo, donde dio su discurso. Fiel a su estilo, habló largo y repasó uno a uno, y en detalle, todos los logros de su Gobierno y recordó todas las obras en proceso.
En México no hay reelección. Los presidentes solo tienen un mandato de seis años y López Obrador ratificó que no buscará cambiar esa ley. Pero eso no significa que esta marcha multitudinaria no tuvo un fuerte componente electoral. Por un lado, sirvió de comparación con la protesta masiva -aunque no tanto como la de este domingo- de la oposición de hace dos semanas; y por otro lado, fue una muestra de fuerza del oficialismo todo ya que en varios momentos de la marcha se escuchaban gritos a favor de los dos posibles presidenciables de este sector de cara a los comicios de 2024: la jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, y el canciller Marcelo Ebrard.
Por eso también, en las calles estuvieron presentes todos los principales dirigentes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la fuerza de López Obrador, y de los partidos aliados que fue sumando el mandatario. Con todos ellos, llegó al Monumento de la Independencia, en el centro de la Ciudad de México, y de allí caminaron hasta el Zócalo, donde los esperaba un escenario frente a la sede de Gobierno.
A lo largo de esos 5 kilómetros, el clima fue festivo. Sonaron tambores, matracas y otros instrumentos musicales utilizados en ceremonias de culturas tradicionales, mientras la banda de mariachis de la Armada entretenía a quienes decidieron esperar la llegada de la marcha en el Zócalo.
En su discurso, López Obrador repasó uno a uno las obras hechas por su Gobierno, las que están en proceso y las que quedan por delante en los dos años que le quedan. Defendió los logros conseguidos en estos cuatro años y también le habló a los mexicanos que viven fuera del país, especialmente "40 millones que viven en Estados Unidos". "Solo pedimos que los respeten", pidió una y otra vez el presidente, quien destacó, además, que se trata de un sector estratégico para la sociedad y economía mexicanas. Aseguró que envían "60.000 millones de dólares" de remesas, lo que representa "el principal fuente de ingreso de México", que le llega directo a "10 millones de familias" en todo el territorio.
Al hablar de política exterior, se tomó un minuto para saludar especialmente a Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente electo de Brasil con quien comparte su apoyo por una mayor integración regional.
La jornada demostró que la fortaleza que mantiene López Obrador no reside solo en las encuestas, que lo dan muy por encima de la mayoría absoluta y muy lejos de los principales líderes opositores, hoy reunidos en la plataforma Va por México.