El primer ministro de Italia, Mario Draghi, renunció este jueves de manera definitiva luego de perder el apoyo de tres de las fuerzas que formaban la coalición de Gobierno por las tensiones sobre la conformación de la alianza y, en un escenario que refuerza a los partidos de derecha, fuerza al país a un adelantamiento de las elecciones, que debieran realizarse dentro de los próximos 70 días. Tras aceptar la renuncia, el presidente Sergio Mattarella, anunció la disolución del Parlamento.
Draghi presentó su renuncia a Mattarella luego de haber obtenido ayer el apoyo de solo 95 de los 321 senadores del país por la reticencia de las derechistas Liga y Fuerza Italia y la centrista Movimiento Cinco Estrellas a dar el "voto de confianza" para la continuidad del Ejecutivo, como había reclamado el premier horas antes.
"El Presidente de la República, Sergio Mattarella, recibió en el Palacio del Quirinale al Presidente del Consejo de Ministros, Profesor Mario Draghi, quien, luego de haber informado sobre la discusión y votación de ayer en el Senado, reiteró su renuncia y de la Gobierno que preside", informó el secretario general de la presidencia italiana.
"El Presidente de la República ha tomado nota de ello. El Gobierno permanece en funciones para el tratamiento de los asuntos de actualidad", agregó Ugo Zampetti en un comunicado.
"Firmé el decreto de disolución de las Cámaras para que se celebren nuevas elecciones en el término de 70 días indicado por la Constitución", anunció Mattarella, que consideró "inevitable" la decisión por la falta de apoyo parlamentario al renunciante premier. Para completar este paso, el presidente Mattarella se reunió con la presidenta del Senado, María Elisabetta Alberti Casellati; y con el de Diputados, Roberto Fico, con quienes ultimó los detalles de la disolución de la composición actual del Parlamento tal como lo establece la Constitución en el artículo 88.
Ahora, en función del artículo 61 de la Carta Magna, que pide que se convoquen a nuevos comicios "dentro de los 70 días posteriores" a la disolución, los comicios debieran darse en algún domingo entre el 18 de septiembre y el 9 de octubre.
En ese plazo, el Gobierno de Draghi se mantendrá en funciones hasta que haya un nuevo Ejecutivo. Así, se encamina a durar 17 meses, apenas sobre la media en un país que tuvo 67 Gobiernos en 75 años y en el que desde 2008 el primer ministro no es elegido por el voto directo de los ciudadanos sino por acuerdos parlamentarios.
Por otro lado, para las nuevas elecciones el Parlamento deberá ajustar la ley electoral a la futura composición de las Cámaras, ya que por una ley de 2019 se elegirán 400 y no 630 diputados y 200 senadores en vez de los 315 actuales.
La disputa electoral
El escenario de adelantamiento electoral pareció ser el detonante de la falta de apoyo de la Liga de Matteo Salvini y Fuerza Italia a la continuidad de Draghi, motivados por las encuestas que los ubican, junto a su socia de derecha Giorgia Meloni de Hermanos de Italia, como los claros favoritos a ganar las elecciones.
De hecho, Meloni, que aspira a convertirse en la primera premier mujer de la historia del país, ni siquiera esperó ayer que terminara la votación en el Senado para avisar que su espacio está "preparado para votar en dos meses".
La postura de Fuerza Italia, de todos modos, no fue gratuita para el partido fundado por Silvio Berlusconi, que ya sufrió la escisión de la ministra de Asuntos Regionales, Mariastella Gelmini, disconforme con un rumbo al que caracterizado como "cooptado por Salvini". También dejó el partido berlusconiano el ministro de Administración Pública, Renato Brunetta, que acusó a Fuerza Italia de "traicionar" su historia al no avalar a Draghi.
Economista de 74 años, expresidente del Banco Central Europeo entre 2011 y 2019 tras más de 30 años de carrera en los principales organismos internacionales en la que cosechó elogios de todo el establishment europeo, Draghi había asumido con un fuerte apoyo popular. Y, de hecho, todavía lidera todas las encuestas de imagen, al punto que había sido incluso considerado como un posible presidente a inicios de año, cuando finalmente el actual mandatario Mattarella optó por la reelección ante la falta de un eventual reemplazo para el premier.
"También los banqueros centrales usan el corazón", se despidió este jueves de Diputados, en referencia a su paso por la institución europea.
Además del bloque de derecha que ya camina unido de cara a los comicios, el polo de centroizquierda en el que se nuclean el Partido Democrático y Libres e Iguales deberá aún definir si incorpora a la coalición electoral a Italia Viva, una escisión del PD de 2019, y especialmente al Movimiento Cinco Estrellas, catalogado como el gran responsable de la caída de Draghi.
También es una incógnita cómo se parará a nivel electoral la nueva fuerza Juntos por el futuro, una escisión del Cinco Estrellas liderada a fines de junio por el canciller Luigi Di Maio junto con otros 50 legisladores.
La crisis de Gobierno cristalizada este jueves con la renuncia indeclinable del premier había empezado hace una semana, cuando Draghi presentó una primera dimisión luego del rechazo del Cinco Estrellas a acompañar un paquete de políticas sociales y económicas. La dimisión no fue aceptada por Mattarella, en un principio, animó al jefe de Gobierno a tratar de recomponer la coalición en el Parlamento.
Su continuidad era avalada además por mercados y empresarios del país y de Europa, en parte por su cercanía al establishment financiero que confiaba en el premier para el manejo de los 209.000 millones de euros que Bruselas se comprometió a entregar a Roma para la pospandemia.
Draghi, tras cinco días de silencio, intentó ayer conseguir un "apoyo convencido" pero se encontró con un inesperado rechazo de la Liga y Fuerza Italia y con la confirmación de que el Cinco Estrellas no tenía intenciones de continuar con el sostén a su Ejecutivo.
"A la luz de la votación de ayer, pido suspender la sesión para ir a ver al presidente de la República a comunicarle mi determinación", planteó Draghi hoy por la mañana ante la Cámara de Diputados, que debía volver a tratar la cuestión de la moción de confianza, como marca el bicameralismo perfecto italiano.
Con información de Télam