Dilemas para una nueva era en Irán

El nuevo gobierno de Irán promueve el diálogo con Occidente, pero con cautela, en la antesala de las elecciones en Estados Unidos.

18 de agosto, 2024 | 00.05

Mientras el primer ministro de Israel acelera su escalada de ataques a civiles palestinos y las provocaciones políticas en la región, el nuevo gobierno de Irán adopta otro sesgo, intensificando, desde sus primeros pasos, el camino de la diplomacia. 

El presidente Massoud Pezeshkian, considerado de la línea moderada, en este delicadísimo momento de la tensión regional y global, nombró como ministro de Asuntos Exteriores a Abbas Aragchi (61), un diplomático de carrera, conocido en Occidente por haber tenido un rol importante durante las conversaciones vinculadas al acuerdo internacional sobre el programa nuclear iraní de 2015. 

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Este convenio, que fue tema de conversación durante el diálogo telefónico que mantuvieron la semana pasada el presidente iraní y el presidente del Consejo Europeo Charles Michel, tiene una larga y tortuosa historia. 

En 2015, el entonces canciller iraní con sus pares del llamado Grupo 5+1, es decir, los ministros de Exteriores de Reino Unido, China, Francia, Rusia y Estados Unidos (los cinco países del Consejo de Seguridad de la ONU) más Alemania, trabajaron en un tratado internacional integral (también conocido como “Plan de Acción Integral Conjunto). 

El acuerdo se selló en Viena en 2015 y entró en vigor en enero del año siguiente. “Es un buen día para la seguridad mundial”, dijo entonces el presidente Barack Obama quien se habían anotado un logro importante al lograr frenar la carrera nuclear iraní. Por este pacto Teherán se comprometía a reducir sus reservas de uranio enriquecido, no construir ningún reactor nuclear y permitir inspecciones que comprobaran el cumplimiento de lo prometido. A cambio, se levantaban las sanciones occidentales que estaban ahogando económicamente a los iraníes.

Benjamin Netanyahu, quien ya en 2015 era primer ministro de Israel y discrepaba en un todo con Obama, criticó duramente el arreglo y acusó a las potencias internacionales de “ceder y firmar un mal acuerdo”. En mayo de 2018, el entonces presidente Donald Trump dio un giro drástico a la política estadounidense en Oriente Medio, decidió salir unilateralmente del acuerdo y restableció las sanciones económicas contra Irán. 

“Trump se retiró por considerar que se trataba del peor acuerdo en la historia de EEUU y sigue manteniendo esa misma posición, que él considera acertada”, afirmó a El Destape Rubén Paredes Rodríguez, doctor en Relaciones Internacionales y director del Instituto Rosario del Mundo Arabe e Islámico. “Se debe tener en cuenta que, si Trump se convierte en el próximo presidente de EEUU, cualquier tipo de negociación, sea que el presidente de Irán es un reformista o un moderado, es inviable. Trump tiene posiciones proisraelíes y acciones claras a favor de Israel.”

No obstante, continuó Paredes Rodríguez “No debemos subestimar a la diplomacia iraní, que es muy avezada en el juego internacional. No es la mera retórica incendiaria sino es un gran juego que despliega en distintos países con distintos actores.”

En sus primeras acciones, el flamante gobierno de Pezeshkian pareciera buscar un delicado equilibrio para transitar la explosiva situación internacional. Por una parte, el presidente mantuvo conversaciones con Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía (quien ha amenazado con invadir Israel si no se frena el genocidio en Gaza) y con el presidente ruso, Vladimir Putin, a quien le reiteró el total compromiso de Teherán con la Organización de Cooperación de Shanghái, los BRICS y la Unión Económica Euroasiática, organismo con creciente poder que desafían la hegemonía de EEUU.

Por otro, como se señaló, durante la conversación con el representante de la Charles Michel de la Unión Europea, quien le sugirió retomar los acuerdos de 2015, Pezeshkian mostró voluntad de acercamiento. “Si las dos partes cumplen con todas sus obligaciones y se genera confianza no solo se podrá tratar cómo revivir el acuerdo nuclear, sino también revivir otras cuestiones bilaterales”, respondió el presidente a la propuesta europea, según la agencia de noticias oficial iraní, IRNA. 

“El presidente Pezeshkian, tomando distancia de los sectores más duros durante su campaña electoral, ya se había mostrado favorable a promover una política exterior pragmática y aliviar las tensiones con Occidente”, asegura Ornela Fabani, doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad de Rosario, y coordinadora de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.

El gran dilema para el nuevo gobierno persa es cómo responder a las ofensivas provocaciones de Israel a su país y al mundo musulmán y, al mismo tiempo, cuidar los vínculos con Occidente. El 31 de julio, un día después de la asunción de Pezeshkian como presidente de Irán, Ismail Haniye, líder de Hamas y uno de los invitados principales a esa ceremonia fue asesinado en Teherán. Presuntamente el crimen fue obra de Israel. Tras el asesinato, Irán izó la bandera roja de la venganza en la cúpula de la mezquita de Jamkaran, en la ciudad de Qom. 

“La esperada respuesta iraní aún no se concreta”, constata la doctora Fabani al ser entrevistada para esta nota. “Creo que esto responde no a una estrategia minuciosamente planeada por parte del gobierno iraní sino más bien porque Teherán se encuentra evaluando cuál sería la respuesta más efectiva, mientras efectúa un análisis de las posibles consecuencias de sus acciones. Es decir, mientras realiza una estimación de riesgos. Se debe considerar que una réplica iraní podría traer aparejado una represalia de Israel, un actor que cuenta con fuerza nuclear, pero también jalonar un enfrentamiento con su gran aliado, Estados Unidos, que ha movilizado sus fuerzas e incrementado el número de activos en la región.”

Es posible que Israel, en los próximos meses, antes de las elecciones en Estados Unidos, busque jugarse el todo por el todo. Washington, también en un delicado equilibrio, no va a abandonar a su fundamental aliado israelí pero tampoco quiere que se le cierren las puertas al resto de los países islámico de Oriente Medio que, cada vez más, buscan acercarse a China. 

En ese escenario de tremendas complejidades, el nuevo gobierno de Pezeshkian analiza, por un lado, cómo poner fin a las sanciones que ahogan a su pueblo y dificultan su gobernabilidad y, por otro, cómo seguir fortaleciendo su papel de importante jugador en las alianzas que conforman ese nuevo orden mundial que progresa en Eurasia.

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