(Por Francisco Alcácer).- Hace 20 años, Estados Unidos invadía Irak sin aval mundial para derrocar al régimen que lo gobernaba y dar a su pueblo paz y democracia; lejos de eso, el "ataque preventivo" llevó al país muerte, devastación e inestabilidad y sentó un "precedente" para la invasión rusa de Ucrania, según explican analistas.
Muchas personas no verían conexiones entre el conflicto que libran Rusia y Ucrania y el ataque a Irak iniciado el 20 de marzo de 2003 por el Gobierno del expresidente estadounidense George W. Bush, dos guerras en regiones distintas de continentes diferentes, con un trasfondo geopolítico también diferente y separadas por dos décadas.
Por lo demás, la opinión más extendida en Occidente es que, aunque es cierto que se justificó con acusaciones falsas de que el Gobierno iraquí del presidente Saddam Hussein desarrollaba armas de exterminio, la guerra de Irak libró al mundo de un régimen que había demostrado poco apego a la vida y la democracia.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
No obstante, "muchos juristas ven la justificación legal general del Kremlin para el uso de la fuerza en Ucrania como continuidad del precedente sentado por Estados Unidos en Irak en 2003", dijo a Télam el abogado inglés Fadi Farhat, experto en derecho humanitario e internacional y exasesor legal de gobiernos conservadores británicos.
"En esa época, Estados Unidos invocó una serie de nuevos argumentos para decir que podía atacar a Irak ejercitando su derecho a la defensa propia. Ese derecho está en la Carta de Naciones Unidas de 1945, en el artículo 51, que dice que un Estado puede ejercer la defensa propia en caso de un 'ataque armado'", explicó Farhat.
"Y Estados Unidos argumentó que Irak ya estaba lanzando un ataque armado en su contra a través del desarrollo de armas de destrucción masiva; que la preparación para un ataque es un ataque en sí mismo, y que no es necesario esperar hasta la última fase de estos preparativos, porque podría ser demasiado tarde para defenderse", continuó.
"En síntesis, un derecho a la defensa propia preventiva, al 'ataque preventivo'. Esto es lo que en círculos académicos se llama 'doctrina Bush'. Pero pese a haber sido rechazada en general, la idea ya se instaló en el discurso legal, y finalmente es aplicada por el Estado que, además, es el principal actor en la escena internacional", agregó.
El 21 de febrero de 2022, tres días antes de ordenar la invasión de Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, en un discurso en Moscú, declaró que la expansión de la OTAN hacia Europa del Este, con vistas a incorporar a Ucrania, era "una amenaza para la existencia" de Rusia.
"No podemos quedarnos de brazos cruzados. Sería absolutamente irresponsable", dijo.
Para Farhat, el discurso de Putin repitió, en esencia, la doctrina de ataques preventivos de Bush.
"Básicamente, Putin dijo: 'Los preparativos están en marcha a través de la expansión de la OTAN. Te estás acercando a mi puerta. Decís que es algo solo defensivo, pero tarde o temprano vas a atacar a Rusia; así que Rusia tiene derecho a la defensa propia', con lo que replicó, en substancia, la doctrina Bush", señaló.
"Por eso decimos que (la invasión de Irak) sentó un precedente legal. No 'legal' en el sentido de haber sido fijado por un tribunal, sino en el sentido del relato, de la idea y su aplicación final" por un Estado, prosiguió.
Estados Unidos "abrió la caja de Pandora, e irónicamente, esta idea está siendo usada para justificar el mayor conflicto armado de nuestra época, que es la guerra de Rusia y Ucrania y toda la inestabilidad que ha traído a la economía mundial, sin mencionar la inestabilidad política que todavía sufre Irak", agregó.
Veinte años después de la invasión, Irak aún exhibe las cicatrices del conflicto y está lejos de la democracia prometida por Bush.
El Gobierno de Hussein estaba controlado por la minoría árabe sunnita, y su caída, en pocas semanas, alteró el balance de poder entre las tres principales comunidades de Irak, explicó el profesor Hamid Malik, del centro de estudios Washington Institute.
La mayoría chiita y sus aliados kurdos, hasta entonces sojuzgados por Hussein, se vieron empoderados, protegidos por las tropas de ocupación estadounidenses.
Los sunnitas, en tanto, pasaron a la insurgencia, agregó.
En febrero de 2006, un atentado destruyó parcialmente un mausoleo chiita en la ciudad de Samarra, al norte de Bagdad, la capital iraquí, lo que encendió una guerra civil intercomunitaria que duró hasta 2008.
"La estrategia estadounidense evidenció un gran desconocimiento de la sociedad iraquí, y la ola de violencia sectaria fue la prueba más trágica de ello", dijo Malik.
"Desde un punto de vista regional, la invasión aumentó la influencia de Irán en Irak, luego de años de enemistad entre ambos, que incluyó la guerra de 1980 a 1988 de Irán contra el Gobierno sunnita de Saddam Hussein. Hoy, el Parlamento y el Gobierno (iraquíes) están controlados por partidos chiitas proiraníes", señaló.
De 2003 a 2011, año de la retirada estadounidense, más de 100.000 civiles iraquíes murieron de manera violenta, según la organización Iraq Body Count (IBC).
Desde 2003 hasta el presente, los civiles muertos por la violencia en Irak son entre 186.736 (corroborados con más de una fuente) y 210.090, según IBC.
Millones de iraquíes tuvieron que abandonar sus hogares por la violencia y muchos se convirtieron en refugiados en otros países. Según la ONU, los desplazados en Irak aún sumaban 1,2 millones en 2022.
Estados Unidos perdió a 4.431 soldados, según el Pentágono.
Pero el trauma más reciente de Irak vino de la ocupación de casi un tercio de su territorio por el grupo yihadista sunnita Estado Islámico (EI) entre 2014 y 2017, hasta que fue vencido por Irak y una coalición internacional.
A lo largo de los años, la violencia alteró profundamente una sociedad iraquí que se distinguía por su gran diversidad étnica y religiosa.
Golpeada por atentados durante la guerra civil y luego por el EI, la comunidad cristiana de Irak se redujo drásticamente en sucesivas olas de emigración.
Terminadas las guerras, Irak "se hundió en la inestabilidad", describió Malik.
Las relaciones entre Irak y el norteño Kurdistán, una región con aspiraciones de autonomía, se tensan regularmente, a menudo por las exportaciones de petróleo, dijo.
La represión de una ola de protestas que estalló en 2019 contra la corrupción y la influencia de Irán socavó más la confianza de los iraquíes en el proceso político, agregó.
El actual Ejecutivo del primer ministro Mohamed Shia al Sudani está dando sus primeros pasos firmes tras formarse recién en octubre pasado luego de un acuerdo entre partidos chiitas rivales que puso fin a un año de bloqueo político desde las elecciones de 2021.
En el plano humanitario, la ONU dijo el mes pasado que la situación en Irak ha mejorado significativamente desde el fin de las operaciones contra el EI, con "una notable disminución en el número de personas que requieren asistencia humanitaria externa, de un máximo de 11 millones de personas en 2017, a 2,5 millones en 2022".
Con información de Télam