(Por Lucas González Monte, enviado especial) Múnich, capital de Baviera y una las ciudades alemanas con mejores índices de calidad de vida, recibió a las delegaciones que participan del G7 con su rostro veraniego, pero con el temor a un invierno sin gas por la guerra que se desarrolla cerca de la frontera, a solo 500 kilómetros.
La preocupación no se palpa a simple vista en las prolijas calles del centro, atiborradas de bares y cervecerías, pero sí en la intimidad de los hogares y en las industrias de la región, de las más importantes del país.
"Los alemanes, que en general tenemos un pasar tranquilo, comenzamos a preocuparnos por el alza de los precios de la energía, que van escalar en los próximos meses", comentó a Télam Christa, una trabajadora gastronómica.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
El temor tiene que ver con el aumento de las tarifas pero también con la posibilidad de "no poder encender la calefacción en invierno", como planteó a esta agencia Ferdinand, dueño de un pequeño pero tradicional comercio en el área céntrica.
Mucho de ese sentir se explica por los dichos de los referentes del Gobierno federal que, días atrás, alertaron sobre la delicada situación actual y los escenarios futuros.
"Actualmente, la seguridad del suministro está garantizada, pero la situación es tensa", dijo el jueves pasado el ministro de Economía, Robert Habeck, en declaraciones recogidas por medios alemanes, para luego afirmar que "el gas ya es un bien escaso" en el país.
En ese sentido, las autoridades pidieron moderar el uso de esa fuente energética y piensan en un modelo de "subasta" para que las industrias ahorren durante el verano.
Mientras tanto, los empresarios comienzan a mostrar inquietud y, según un estudio elaborado por el Instituto de Investigación Económica de Múnich consignado por la agencia DPA, el desplome del optimismo ya se siente fuerte entre los industriales del sector manufacturero.
Algunos analistas, incluso, anuncian que si se efectiviza un corte del suministro y no se accede a fuentes alternativas al gas ruso, la economía alemana podría entrar en recesión, una mala señal para toda Europa y buena parte del mundo.
Con las alarmas encendidas, el Gobierno federal aún no decidió el aumento de las tarifas podría suceder en las próximas semanas- ni tampoco un racionamiento forzoso que comenzaría por las industrias, para proteger durante mayor tiempo a las familias.
De todo esto ha tomado nota el canciller Olaf Scholz, quien llevará hoy el tema al debate en la cumbre del G7 con la expectativa de encontrar alternativas.
Más allá de la búsqueda de nuevos proveedores, el Gobierno federal no descarta la reapertura de centrales térmicas a carbón que habían sido reemplazadas por las que funcionan a gas para cumplir con las metas ambientales.
Por esa razón, una parte parte importante del activismo que se movilizó en los últimos días en Múnich estuvo enfocado en reclamarle a los líderes del G7 acciones urgentes contra el calentamiento global: el sábado pasado se realizó una movilización que incluyó bombas de pintura verdes estrelladas contra edificios públicos y sedes de la banca.
"Hay que disfrutar del sol, mientras haya", resumió las encrucijadas del presente Friedrich, un joven que este domingo paseaba por la céntrica Marienplatz de Múnich: sabe que el invierno traerá, como todos los años, temperaturas bajo cero y que probablemente, si no se alcanza la paz en Ucrania, no haya cómo calentarse.
Con información de Télam