Por Marianela Mayer
Pese a un Gobierno marcado por la protesta, el presidente francés y candidato a la reelección, Emmanuel Macron, se perfila en los sondeos como el aspirante con más chances de ganar, Esto a pesar de que su campaña tardía e intermitente y un programa del que solo se retuvieron dos polémicas reformas incrementaron en la recta final su distanciamiento con las clases populares y beneficiaron a su principal rival, la representante de ultraderecha Marine Le Pen.
Durante sus cinco años en el poder, el mandatario hizo frente a un importante malestar social, reflejado en la crisis de los chalecos amarillos, la huelga de transporte más larga de la historia francesa y numerosas protestas contra diferentes reformas -previsional, de salud o de la justicia- y medidas de su Gobierno.
Sin embargo, el enojo en las calles parece no perjudicar al Presidente, quien a lo largo de toda la campaña lideró siempre las intenciones de voto en las encuestas, tanto en la primera como en la segunda vuelta.
"Una elección presidencial no es un referendo. La pregunta no es si gusta Macron o su balance de gestión, sino quién es el mejor candidato a la presidencia", señaló a Télam el director de la socialdemócrata Fundación Jean-Jaures, Gilles Finchelstein. Para el especialista, esto supone una "gran diferencia" porque, si bien una mayoría de franceses se dice insatisfecha con su Gobierno, a la hora de responder quién es el mejor aspirante dicen que los demás serían peores.
"Es un poco como en el fútbol. Si un equipo gana, ¿es porque jugó bien o porque los otros jugaron mal y son flojos?", consideró, por su parte, Bernard Dolez, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad París 1 Panteón-Sorbona. Según explicó el experto a Télam, entre los electores de centro-izquierda como en los de centro-derecha se impuso la idea de que "no tenían mucha alternativa", ya que tanto los socialistas -que no pudieron recuperarse de la brutal derrota de 2017- como los conservadores -a los que Macron "les serrucha el piso" desplazándose a la derecha- llegan debilitados y con un claro problema de liderazgo a estos comicios.
Además, en estos años, el mandatario logró reforzar su base electoral. En palabras del analista político Jérome Sainte-Marie, Macron supo reunir el apoyo de buena parte de los jubilados, quienes creen que defiende bien sus intereses, y es fuertemente respaldado por los ejecutivos, tanto del sector público como del privado. "En cierto modo, es el candidato de las clases dominantes, lo que le da una influencia muy fuerte", dijo el también encuestador, en diálogo con Télam.
A estas cuestiones estructurales, los especialistas consultados añadieron también dos elementos coyunturales clave: la pandemia de Covid-19 y la guerra en Ucrania. En primer lugar, la crisis sanitaria congeló las grandes reformas del sistema social francés, lo que supuso una pausa en la protesta.
"De cierta forma, la pandemia despolitizó al país y consolidó al Ejecutivo y, por ende, fortaleció políticamente a Macron", estimó Sainte-Marie, presidente de la consultora PollingVox. Además, Finchelstein destacó que la Covid-19 permitió al gobernante reforzar su política económica, hasta entonces percibida -al igual que él- como liberal, y pasar al salir adelante "cueste lo que cueste", lo que hizo que los franceses se sintieran "correctamente respaldados" durante ese período difícil y terminó contribuyendo a su imagen.
De hecho, en 2021 Francia fue el país de la zona euro con mayor crecimiento del PIB: un 7%, un récord en más de medio siglo, tal como lo había sido la caída previa del 8% en 2020, mientras que el desempleo descendió al nivel más bajo en diez años.
En tanto, la guerra en Ucrania, que estalló poco después de que Francia superara la quinta ola y coincidió con el período de presidencia francesa de la Unión Europea (UE), supuso inicialmente un fenómeno de solidaridad en torno al mandatario, algo que los especialistas llaman como "efecto bandera". En una situación de crisis internacional priman la estabilidad, la continuidad y la gestión, lo que favoreció en un principio a Macron, quien ganó entre 5 y 6% en los sondeos electorales.
El conflicto eclipsó, asimismo, la campaña e impidió que se aborden los programas políticos de los candidatos, al igual que hizo inaudibles las críticas de sus oponentes.
En los medios, las imágenes que desfilaban eran las de la guerra y los esfuerzos de mediación del líder galo, llamando a su par ruso, Vladimir Putin, y a los aliados occidentales como el presidente estadounidense Joe Biden o el canciller alemán, Olaf Scholz. "Normalmente, el presidente debe ir a la campaña cuando se convierte en candidato. Acá fue la campaña la que fue hacia el presidente porque se dirigió al terreno en el que tiene mayor legitimidad", recalcó el responsable de la Fundación Jean-Jaures.
Sin embargo, en las últimas semanas, Macron perdió más de 3 puntos porcentuales en las encuestas y empezó a pagar el coste de una campaña tardía -el lanzamiento oficial de su candidatura fue el pasado 3 de marzo- y escasa, interrumpida por la coyuntura internacional, en la que rechazó debatir con sus contrincantes antes de la primera vuelta.
"Pareciera que ahora que la elección es cercana, los franceses esperan que el presidente esté más presente en la escena política y les exponga claramente cuál es su proyecto para los próximo cinco años", dijo Sainte-Marie, quien consideró que la baja en los sondeos manifiesta cierto disgusto de la opinión pública respecto a su actitud.
Una opinión compartida por los otros especialistas consultados, quienes subrayaron que los franceses quieren que los candidatos se tomen los comicios en serio y el hecho de que el mandatario no se haya involucrado plenamente en la campaña lo ha perjudicado. "También está pagando su programa, que fue percibido como brutal por querer aumentar la edad jubilatoria (de 62 a 65 años) e imponer condiciones de actividad a los beneficiarios de planes sociales", agregó Finchelstein.
Dos medidas poco populares, a las que se sumó una reciente polémica por el uso excesivo de consultoras durante su gobierno, que refuerzan el sentimiento de que es el "presidente de la élite" y lo distancian de las preocupaciones de los franceses, entre las que el poder adquisitivo es la principal, en base a las encuestas.
De ahí, los numerosos guiños que hizo en sus últimos actos a las clases populares, cuyo distanciamiento creciente con el mandatario suponen el "talón de Aquiles" y la "mayor debilidad" de Macron, según indicó Sainte-Marie. En cambio, consideró que son "la gran fuerza" de Le Pen, quien las representa "ampliamente" e hizo del poder adquisitivo su caballo de batalla durante la campaña.
Una situación que explicaría la espectacular remontada de la aspirante de ultraderecha en los sondeos, en los que en las últimas tres semanas recortó su distancia con Macron de 15 a 6,5 puntos porcentuales en primera vuelta y de 22 a 6 puntos en la segunda. "En 2017 la distancia (en segunda vuelta) fue de 33 puntos porcentuales. Ahora estamos ante una relación de fuerzas mucho más ajustada que hace que nada sea seguro. Es prácticamente una relación de equilibro", alertó Dolez y concluyó: "Incluso si Macron es reelecto, esta distancia con el electorado popular podría traducirse en mayores dificultades sociales para su segundo mandato".
Con información de Télam