Este lunes 6 de febrero se inicia el debate parlamentario de la tan cuestionada reforma de penssiones. El gobierno de Emmanuel Macron enfrenta una doble batalla donde el frente sindical y el de los partidos de izquierda representado por la NUPES (Nueva Union Popular, Ecologista y Social) sigue unido, reforzado por el éxito de las huelgas y marchas del 19 y 31 de enero con una participación histórica en 250 ciudades de Francia, acumulando más de 2 millones de personas en la calle.
El debate en la Asamblea Nacional comienza con la discusión de 20 000 enmiendas al proyecto gubernamental, 18 000 de ellas presentadas por la NUPES. La primera ministra Elisabeth Borne, - que intentó convencer en vano de la necesidad de esta reforma el jueves pasado en la televisión-, acusa a la oposición de bloquear el debate. El pasaje de la edad legal para jubilarse de 62 a 64 años, así como el aumento del período de cotización de 42 a 43 años para recibir una pensión completa, "no son negociables", sostuvo.
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Con su sistema público de pensiones, Francia garantiza actualmente a los asalariados una pensión de entre 50% y 70% del sueldo, - calculada en función de la media de los mejores 25 años de ingresos,- a partir de los 62 años y habiendo cotizado 42 años como mínimo. Este sistema fue instaurado a finales de la Segunda Guerra Mundial y es uno de los pilares del sistema francés de Seguridad Social universal.
Qué argumenta el gobierno para justificar su reforma? Que en 2030 el sistema por repartición entrará en crisis con un déficit de más de 13 mil millones de euros (0,1 % del PBI) por la disminución de los trabajadores en activo que cotizan para las pensiones de los jubilados y debido al envejecimiento de la población. Es la sexta reforma de pensiones desde 1995 que endurece las condiciones para jubilarse.
Si se compara el déficit previsto de 13 mil millones de euros con los 256 mil millones de euros anuales de ayudas a las empresas en 2021 sin contrapartida o a los 545 mil millones de euros de los 42 multimillonarios franceses, queda claro donde obtener recursos para perennizar el sistema de pensiones sin aumentar la edad para jubilarse.
El partido de Emmanuel Macron, que carece de mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, busca los votos de la derecha de Los Republicanos (LR), el partido que por otra parte controla el Senado. Pero el Gobierno no excluye aplicar la reforma por decreto para evitar un empantanamiento en la Asamblea Nacional, si al cabo de los 50 días del proceso parlamentario no logra mayoría para votarlo.
El análisis del COR (Consejo de orientación de pensiones) prevé un superávit de las pensiones a muy corto plazo y un sistema globalmente deficitario durante los próximos 25 años. Según la mayoría de las hipótesis del COR, que se basan en un crecimiento de la productividad laboral de entre el 0,7 y el 1,6%, explica que "el gasto en pensiones no se está deslizando, sino que está relativamente bajo control y en la mayoría de las hipótesis, disminuirá a largo plazo".
El gobierno prefiere meter miedo a la población insistiendo en que el sistema se cae y que es necesario reformarlo ya, ignorando no solo las conclusiones del COR sino la de varios especialistas que proponen otro tipo de soluciones para equilibrar el sistema. Entre ellos, equilibrar el salario de las mujeres con la de los hombre para un mismo puesto. Las cotizaciones aumentarían matemáticamente.
Otras opciones serían, como lo sugiere Francois Ruffin, diputado de la Francia Insumisa en un reportaje del diario Libération: “Un aumento de las cotizaciones patronales, como dijo Bayrou (dirigente centrista) o terminar con las exenciones sobre los salarios elevados, como sugiere el Consejo de análisis económico. Pero la clave está en compartir el valor añadido. Aumentar en dos puntos la participación de los salarios en el PBI supone 12.000 millones de euros más en cotizaciones sociales. Así que, al aumentar los salarios, también se resuelve la cuestión de las pensiones. La batalla central debería girar en torno a este reparto...Tenemos hospitales en estado calamitoso, crisis en la educación, una transformación ecológica por realizar, ¡y bloquean el país por 0,1 punto del PBI! Es un absoluto disparate...”
La semana se anuncia difícil para Macron: el martes 7 habrá una nueva jornada de huelgas y manifestaciones. Los colegios secundarios llaman a sumarse masivamente. Y se espera que el sábado 11 de febrero la gente salga a la calle en toda Francia, convocados nuevamente por todos los sindicatos y partidos de izquierda.
En el Parlamento, Macron no tiene garantizados los votos de su propia tropa ni la de sus principales aliados. Para colmo, el portal de información Mediapart reveló el viernes las acusaciones de "favoritismo" dirigidas contra Olivier Dusopt, el Ministro de Trabajo, nada más y nada menos el encargado de la defensa de la reforma durante las próximas semanas en la Asamblea Nacional. El campo presidencial intentó en vano apagar el escándalo .
La izquierda pretende galvanizar la movilización desde el hemiciclo, desplegando sus argumentos sobre el corazón de la reforma y contraponiéndose frontalmente a la mayoría tomando el control de los temas y el ritmo de los debates durante los próximos diez días jugando con las enmiendas: presentándolas o anulándolas en funcion de la oportunidad. Con un principal objetivo: hacer durar los debates sobre el artículo 7 (el pasaje de 62 a 64 años), que cristaliza la bronca de la gente, y sobre el que versan la mitad de las 18.000 enmiendas presentadas por la Nupes. "Debemos impedir que la mayoría esquive la discusión y entablar una confrontación directa sobre este artículo...”, declaró François Ruffin, responsable de La Francia Insumisa (LFI).
"Sólo una combinación de la calle y la Asamblea puede conducir a una victoria", analiza Jean-Luc Mélenchon. “Emmanuel Macron ha perdido la batalla ideológica, y el paso por la Asamblea podría ser la cáscara de banana sobre la que resbalará el gobierno. Sobre esto, un acontecimiento inesperado puede modificar todo", espera el ex candidato presidencial.