Emmanuel Macron enfrenta su peor momento político: 52% de los franceses quiere que se vaya

Tras una moción de censura que forzó la renuncia de su primer ministro y evidenció el fracaso de su estrategia, el rechazo popular al mandatario francés alcanzó su punto más alto. La potencia europea entra en un callejón sin salida y se sume en la incertidumbre.

05 de diciembre, 2024 | 20.31

Francia vive una crisis política e institucional cada vez más profunda. Por primera vez desde 1962, el parlamento aprobó una moción de censura que obligó al primer ministro Michel Barnier a dimitir. Esto sucedió porque, tras las últimas elecciones anticipadas, la Asamblea Nacional quedó dividida en tres bloques: la extrema derecha liderada por Marine Le Pen, la centroderecha de los macronistas aliados con Los Republicanos de la derecha tradicional, y la izquierda representada por la coalición del Nuevo Frente Popular (NFP). Lejos de conformarse una mayoría absoluta, la necesidad de construir consensos se vuelve cada vez más indispensable, aunque parece ser una tarea cada vez más difícil. En ese contexto, las miradas se centran en el principal responsable de esta situación: el presidente de la República, Emmanuel Macron, quien alcanzó el nivel máximo de rechazo popular desde que asumió el poder.

Nunca, en sus dos mandatos, Macron había enfrentado un nivel de rechazo tan alto. Según los últimos sondeos de ODOXA, el 75% de los franceses consideran que no es un buen presidente. Peor aún, una encuesta de Ipsos reveló que el 52% de los ciudadanos cree que debería abandonar el poder, un llamado que comenzó a trascender las fronteras ideológicas de la sociedad. Jean-Luc Mélenchon, la figura más destacada de la izquierda, reiteró este jueves esta posición en televisión. Sin embargo, esta posibilidad parece improbable, dado el carácter mesiánico del presidente.

Macron se defiende

En su último discurso, Macron dejó claro que no está dispuesto a ceder: atribuyó la crisis a "la extrema derecha y la extrema izquierda (NFP)", que, según él, formaron "un frente antirrepublicano". Estas declaraciones demostraron que el mandatario sigue sin aceptar la profunda división parlamentaria y la falta de mayorías. En concreto, el presidente dejó en claro que, aunque el NFP fue el bloque más votado en las últimas elecciones legislativas, sigue negándose a encargarle a la izquierda la conformación del futuro gobierno, como dicta la costumbre del sistema semi-parlamentario francés. Por el contrario, anunció la formación de un "gobierno de interés general" en los próximos días. No está claro aún a quién incluirá y quién lo liderará. Las especulaciones giran en torno a figuras como Sébastien Lecornu, François Bayrou y Gérald Darmanin, miembros del círculo cercano de Macron.

Tras ser designado por Macron, Barnier intentó negociar con la extrema derecha, pero al final no tuvo éxito. Ahora el interrogante se posa en con quién buscará negociar el próximo elegido del presidente. Descartó a la izquierda, pero una opción podría ser el ala más moderado del NFP: el Partido Socialista. Por ahora, el secretario general de esta fuerza, Olivier Faure, hizo un llamado a "sentarse a la mesa" y discutir un "acuerdo de no censura".

Mientras tanto, en las calles, la bronca hacia el mandatario crece. Más de 200.000 manifestantes se congregaron este jueves para exigir un cambio de rumbo político en el país. Sophie Binet, líder de la CGT, apeló directamente a Macron: "Escuche nuestras demandas sociales y nombre a un primer ministro que las atienda". Sin embargo, tras semanas de intensos debates parlamentarios, las posturas parecen irreconciliables. Los macronistas, con alrededor de 80 diputados, mantienen su oposición a las enmiendas de la izquierda y siguen proponiendo políticas favorables a las grandes empresas.

Si el escenario parlamentario no cambia y Macron no cede, Francia enfrenta un horizonte de inestabilidad extrema, en un momento en que, para colmo, los franceses esperan que se apruebe la ley más importante: el Presupuesto 2025.