Elecciones anticipadas en Francia: un Macron débil, una Le Pen en ascenso y una izquierda con esperanza

A partir de los cifras de los actuales sondeos, la gran incógnita es si la ultraderecha lepenista tendrá o no la mayoría legislativa. Por ahora, se sabe que la participación será la más alta en décadas.

30 de junio, 2024 | 00.05

¿Fue un impulso suicida, un acto de desesperación o puro narcisismo? La prensa francesa lanzó todo tipo de interpretaciones para explicar la inesperada medida del presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional y llamar a nuevas elecciones legislativas en apenas 20 días. Hoy, 30 de junio es la primera vuelta y el 7 de julio el balotaje. A las 17 (hora francesa), la participación ya era de casi el 60%, es decir, la más alta para ese horario desde 1978.

La decisión de Macron fue consecuencia del desastroso resultado que obtuvo su partido –Renacimiento- en las elecciones europeas del pasado 9 de junio. Desde hace meses, la popularidad de Macron viene en picada. Tras las reformas migratorias y de las jubilaciones, su figura quedó muy desgastada. Su plan para este año era resetear su gestión y darle un nuevo impulso a su gobierno para transitar sin sobresaltos los tres años que le restan de mandato. Pero el electorado francés fue contundente: al elegir la futura Eurocámara marcó, simultáneamente, su preferencia nacional y le dio el 31% de los votos a la ultraderecha de Marine Le Pen y apenas un 15% al oficialismo.

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El presidente francés quedó knock-out. Su reacción fue, entonces, apostar a una nueva Asamblea Nacional, especulando con que –como sucedió en el pasado- la mayoría de los franceses se inclinaría por él y su partido no tanto por estar conforme con su desempeño sino para evitar que gane la ultraderecha de Le Pen. ¡Error!

Las encuestas del viernes 28, últimas antes de las elecciones, indican que, en esta primera vuelta, un 36% del electorado votaría a Reagrupación Nacional (RN) de Le Pen; un 29% al Nuevo Frente Popular, NFP (una coalición de izquierda que acaba de nacer) y apenas un 20% al partido derechista de Macron. Aún no se han medido los posibles resultados del balotaje del 7 de julio. Pero a partir de los cifras de los actuales sondeos, la gran incógnita es si la ultraderecha lepenista tendrá o no la mayoría legislativa. En caso de obtenerla, Francia tendría un gobierno de “cohabitación”, es decir, un presidente de un partido (Macron) y un primer ministro de otro (probablemente Jordan Bardella del lepenista RN).

La izquierda se reorganiza

Ante la posibilidad cierta de que una mayoría xenófoba y represora cope la próxima Asamblea Nacional de la mano de Reagrupación Nacional, las cuatro organizaciones de izquierda más importantes de Francia decidieron dejar de lado sus históricas divisiones y unirse. Bautizaron la alianza como Nuevo Frente Popular, en recuerdo del “Frente Popular” de1935, una coalición antifascista y de izquierda que gobernó Francia entre 1936 y 1938.
El 14 de junio pasado, el Partido Socialista, el Partido Comunista, Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchon y Los Ecologistas, en conferencia de prensa, presentaron el NFP y anunciaron los ejes principales de su programa. En la primera fase del plan se proponen medidas sociales urgentes como un aumento inmediato del salario mínimo y el congelamiento de insumos de primera necesidad como las tarifas energéticas.

Otras promesas atractivas son la derogación de la reforma jubilatoria que impuso Macron y el restablecimiento del impuesto a las grandes fortunas (reducido por el gobierno actual), además de medidas en educación, salud y “planificación ecológica”. Hoy la alianza de izquierda no sólo significa la posibilidad de un mayor bienestar popular sino un dique efectivo para que no avancen las políticas autoritarias y xenófobas de la ultraderecha.
El proyecto de Reagrupación Nacional muestra a los inmigrantes como “enemigos” y busca endurecer las leyes en su contra; proyecta también ajustes en el presupuesto de la nación, no descarta las privatizaciones de entes del Estado como la radio y la TV públicas y propone “un big bang de autoridad” en las educación. Jordan Bardella, junto a Marine Le Pen, prometió convertir a Francia en la “República del respeto”.

La derecha no se traiciona

¿Serán capaces los centristas y los conservadores votar al Nuevo Frente Popular con tal de que no gane la peligrosa extrema derecha en Francia? En elecciones pasadas se vio el escenario inverso. En 2017, por ejemplo, el balotaje fue entre Macron y Le Pen. El discurso hegemónico impulsaba a “taparse la nariz y votar a Macron para que no gane la ultra” y gran parte del abanico que va del centro hacia la izquierda así lo hizo.

¿Y ahora? El poder real no se traiciona. Para esta elección el discurso dominante ha cambiado y, frente al “peligro” de un triunfo de la izquierda en el parlamento francés, Le Pen ya no se ve tan amenazante. El historiador Nicolás Delalande, del Instituto de Estudios Políticos de París, lo explicó claramente en una entrevista con el diario Le Monde: “En las últimas dos semanas se cristalizó una nueva coalición del miedo. Ahora ya no se apunta al programa nacionalista y xenófobo de Le Pen sino al Nuevo Frente Popular, que es acusado de todos los males. Intelectuales, economistas, empresarios, funcionarios públicos, se horrorizan ahora porque los ‘extremos’ se están acercando y dicen que, después de todo, sería mejor aguantar tres años de Reagrupación Nacional en el poder antes que apoyar el programa de reformas y redistribución de la riqueza de la izquierda.”

“Estamos ante una gran responsabilidad histórica”, concluye Deladande. “No se debe trivializar ni minimizar los efectos de una inminente llegada al poder de la extrema derecha, en nombre del mayor peligro que encarnaría la presencia de La France Insoumise en el seno del Nuevo Frente Popular. La unidad lograda por la izquierda primero despertó esperanzas, luego reactivó un viejo reflejo histórico, algo olvidado, el del miedo que inspira la izquierda cuando defiende un programa de izquierda”, ironizó.

Francia tiene un sistema de gobierno híbrido integrado por un presidente (que es escogido en forma directa por los ciudadanos) y un primer ministro elegido en forma indirecta, o sea, designado por el presidente según sea la mayoría partidaria en la Asamblea Nacional. En caso de cohabitación el presidente tiene el mando sobre las Fuerzas Armadas y la política exterior. El primer ministro, sobre la política interna.

Francia elige 577 representantes apara la Asamblea Nacional. Existe la chance de que un partido que nunca antes había estado democráticamente elegido para ejercer el poder, llegue a cohabitar con la derecha de Macron. Si Reagrupación Nacional obtiene la mayoría absoluta (289 escaños) estará habilitado para eso y para llevar a cabo su programa sin tener que negociar con otros partidos. El país -y por su peso político también la Unión Europea- se encuentra ante un cambio de consecuencias impredecibles.

Fin fin