A tres meses de su asunción el primer ministro del francés Emmanuel Macron, Michel Barnier, fue destituido esta tarde con una moción de censura impulsa por el Nuevo Frente Popular (alianza de izquierda) y con el acompañado de los votos de la extrema derecha de Marine Le Pen. El Parlamento necesitaba 288 votos para aprobar la moción y los superó al alcanzar los 321 apoyos. El presidente del grupo La Francia Insumisa, Eric Coquerel, recordó desde el atril las motivaciones de una decisión de este tipo: "Nunca supieron eludir la maldición que les transmitió el verdadero responsable de esta situación, Emmanuel Macron. Esa maldición es la ilegitimidad", proclamó entre los aplausos del bloque de izquierda.
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Una ilegitimidad señalada: el NFP lideró las elecciones, pero Macron recurrió a Los Republicanos (derecha radical) para nombrar a Michel Barnier como primer ministro. Le siguieron tres meses de tensiones en los que el gobierno buscó acuerdos y concesiones con la extrema derecha para mantenerse a flote. No fue suficiente. Mientras Marine Le Pen enfrenta un juicio que podría costarle la inhabilitación política, decidió desviar la atención mediática al unir las voces de su grupo con las de la izquierda.
¿El fin de un ciclo para el presidente? "Exigimos que Emmanuel Macron se vaya", recordó Mathilde Panot (presidenta del bloque la Francia Insumisa) al salir del hemiciclo, añadiendo: "Solo hay una solución: elecciones presidenciales anticipadas". Esta postura es compartida por muchas voces, incluyendo a figuras centristas como Charles de Courson, quien ayer declaró que el presidente es "el responsable del caos político".
Sin embargo, parece poco probable que Macron ceda. Desde Arabia Saudita, donde se encuentra de viaje, reafirmó que considera estas demandas como "política ficción" y prometió mantenerse "hasta el último segundo". Macron se dirigirá a los franceses mañana a las 20:00, mientras su entorno deja entrever que habrá un nuevo primer ministro “en las próximas 24 horas”.
¿Quién sucederá a Barnier?
La incertidumbre reina. Durante la última moción de censura en 1962, De Gaulle pudo disolver la Asamblea. Macron, en cambio, no podrá hacerlo hasta junio próximo, y Francia debe aprobar su presupuesto para 2025 en un tiempo limitado. Encontrar a una figura capaz de reunir apoyo para aprobar un presupuesto sin enfrentarse a una nueva censura será un desafío. El Partido Socialista, miembro del NFP, propuso, a través de su líder Boris Vallaud, “un gobierno de izquierda dispuesto al compromiso”. Una decisión de este tipo implicaría que Macron reconociera haber perdido tres meses bloqueando el proyecto ganador de las legislativas: un plan social y ecológico que incluye aumentos salariales, más impuestos a las grandes fortunas y la derogación de la reforma jubilatoria. Una opción improbable.
En las últimas 24 horas han surgido nombres del bloque centrista como Sébastien Lecornu y François Bayrou, apostando por una “coalición de moderados”. Sin embargo, Macron parece poco dispuesto a abrirse hacia la izquierda; hace pocos días criticó la “pérdida de referentes” de los socialistas. Otra posibilidad: un reajuste del poder en el Ejecutivo. Macron podría imponer su proyecto de ley de presupuesto utilizando el artículo 16 de la Constitución y ganar tiempo antes de nombrar a un primer ministro. Sin embargo, el problema de fondo seguirá siendo el mismo, y no le quedará otra opción que apoyarse en la extrema derecha. Por su parte, Marine Le Pen afirmó que su partido "dejará trabajar" al próximo primer ministro para "co-construir un presupuesto aceptable para todos". Si la Agrupación Nacional no intenta bloquear las instituciones, esto implicará nuevas concesiones para el oficialismo. Así como ocurrió con Barnier, el próximo primer ministro podría verse obligado a adoptar medidas represivas contra los migrantes.