La policía de Francia reprimió a manifestantes en París y otras ciudades en otro día de protestas y paros contra la reforma jubilatoria. La medida fue aprobada por decreto por orden del presidente Emmanuel Macron luego que el oficialismo no consiguiera mayoría segura en la cámara baja del Parlamento. Esto reavivó la bronca en las calles y revitalizó las manifestaciones. Desde el 19 de enero, los sindicatos organizaron diez jornadas de protestas masivas, que cada vez son más intensas y siempre reciben la misma respuesta de las autoridades. El reclamo es uno solo: la retirada o la suspensión de la reforma.
Cientos de miles de personas salieron de nuevo a las calles en la décima jornada de huelga general y movilización contra la reforma desde el 19 de enero, y también hubo choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad en ciudades como Rennes y Nantes. En la capital, las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos contra cientos de personas, vestidas de negro y con la cara cubierta, que saquearon un comercio y prendieron fuego a basura, informó la agencia de noticias AFP.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, dijo que jóvenes radicalizados planeaban "destruir, herir y matar" y que, por lo tanto, ordenó un despliegue "inédito" de 13.000 policías. El funcionario, de hecho, alertó de la presencia en París de "más de 10.000 radicales, algunos llegados desde el extranjero", en un intento por criminalizar las protestas, que siguen contando con un gran apoyo popular.
El líder del sindicato CGT, Philippe Martinez, dijo que "la movilización sigue siendo igual de importante" con "muchos jóvenes" en las marchas contra la suba de la edad jubilatoria a 64 años, lo que comprendió -ante periodistas en la ciudad central de Clermont-Ferrand- como "la prueba de que el movimiento no se agota".
Las últimas movilizaciones estuvieron marcadas por represión, disturbios y choques entre manifestantes y policías en las grandes ciudades. El jueves pasado, hubo 457 personas detenidas y 441 policías y gendarmes heridos, según las autoridades. En este contexto de creciente tensión, el Gobierno y los sindicatos buscan cómo calmar los ánimos, pero firmes en sus posiciones: las organizaciones sindicales quieren la retirada o la suspensión de la reforma, y Macron dice no. De hecho, el vocero gubernamental, Olivier Véran, rechazó la última propuesta de Laurent Berger, líder del principal sindicato, CDFT, de buscar una "mediación" para hallar una vía de salida, y afirmó que pueden "hablarse directamente".
Sin embargo, en un gesto poco habitual durante esta crisis, los diputados centristas de MoDem, miembro de la alianza oficialista de Macron, apoyaron la propuesta de Berger para "tratar de encontrar el diálogo" con cierta perspectiva. No obstante, el presidente liberal, reelecto en abril del año pasado hasta 2027, se halla bajo presión: una mayoría de franceses lo considera responsable de la situación actual por no querer escuchar el malestar sobre una reforma que el Gobierno considera crucial para evitar un déficit en la caja de las pensiones. Dos de cada tres franceses, según los sondeos, se opone además a esta reforma que retrasa gradualmente la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa.
Las formas de la protesta y el último paso para la promulgación
El decreto de Macron que valida la ley se encuentra bajo revisión del Consejo Constitucional luego que fuera recurrido por partidos opositores. El mandatario solo podrá promulgar la reforma si el Consejo le da su visto bueno. La semana pasada, Macron dijo que la ley debe estar vigente para fin de año.
Mientras tanto, los sindicatos no tiran la toalla y los jóvenes son cada vez más numerosos en las protestas. Las autoridades esperan que su presencia "se duplique o triplique" este martes, respecto a jornadas anteriores.
Las protestas adquieren además desde hace semanas múltiples formas: miles de toneladas de basura acumuladas en las calles de París, bloqueos de depósitos y refinerías que dejaron a un 15% de gasolineras sin combustible. Este martes, por ejemplo, los trenes circulaban con una notable disminución de su frecuencia, y en París, el transporte público registraba "perturbaciones", según su operador RATP. La Torre Eiffel, una de las principales atracciones turísticas y un símbolo de París, permaneció cerrada al público este martes.
La represión policial de las protestas contra las reformas, así como de la manifestación contra un embalse agrícola que dejó dos personas en coma el sábado, está en el punto de mira de las organizaciones de defensa de derechos humanos. En ambos casos, "hay un uso desproporcionado de la fuerza", denunció Jean-Claude Samouiller, de Amnistía Internacional, a AFP.
Con información de Télam