7 de marzo: paro general en Francia contra la reforma de pensiones de Macron

Millones de trabajadoras y trabajadores se movilizan este martes en toda Francia en contra de una de las principales iniciativas del Gobierno francés.  

06 de marzo, 2023 | 18.33

La semana que comienza en Francia tiene aires de enfrentamiento final. En la batalla de la reforma de las pensiones, el Gobierno apuesta por una votación de su texto en el Senado antes del final de la noche del próximo domingo. Los sindicatos, por su parte, llaman a "paralizar" el país este martes y algunos de ellos tienen la intención de continuar el movimiento en los días siguientes.

La unidad sindical contra la reforma de pensiones prepara una de las mayores huelgas de los últimos años. En esta sexta movilización iniciada en enero, los sindicatos del transporte terrestre y aéreo, energía, refinerías, mataderos, etc. anuncian un bloqueo total del país. Los camioneros, afiliados al sindicato Force Ouvrière (FO), iniciaron la huelga el domingo por la noche y se disponen a bloquear las principales plataformas logísticas durante la semana. Los demás sindicatos de camioneros - CGT, CFDT, CFTC, CFE-CGC - se concentran en la huelga de los días 7 y 8 de marzo y planean organizar "bloqueos filtrantes", sobre todo en las fronteras.

En algunos sectores, como el de los trabajadores del gas y la electricidad, la movilización comenzó incluso el viernes, para influir en los debates del Senado y en la votación que intenta suprimir varios regímenes especiales. Los sindicatos de profesores cuentan con una mayoría de huelguistas en todos los establecimientos. En el sector metalúrgico, la convocatoria a la huelga concierne a todos los gigantes de la aeronáutica y de la industria automotriz. Y en las refinerías, la CGT no oculta su voluntad de "bloquear toda la economía", actuando sobre la producción, la distribución y la importación de carburantes. 

Este proyecto lo hacemos colectivamente. Sostené a El Destape con un click acá. Sigamos haciendo historia.

SUSCRIBITE A EL DESTAPE

En los ferrocarriles, todos los sindicatos de la SNCF se han sumado a la convocatoria de continuar la huelga más allá de este martes, incluida la CFDT (cuarto y último sindicato representativo en la empresa). “Hemos consultado a nuestros afiliados y el 80% está a favor", explica Thomas Cavel, secretario general de la CFDT Cheminots. “La exasperación es extrema e impregna a toda la sociedad. Hay motivos de sobra para que la movilización dure varios días”, agregó.

“Desde que anunciamos esta jornada el 7 de marzo, el Gobierno ha estado esperando que demostráramos nuestra fuerza, y así lo haremos", declaró Marylise Léon, Secretaria general adjunta de la CFDT. “Hay más de 260 puntos de manifestación, en más sectores de actividad que en jornadas anteriores. En el sector de la construcción, invitamos a la gente a parar las obras, y animamos a los comercios a bajar las cortinas al menos durante unas horas.”

“En toda Francia y en todos los sectores, la determinación es palpable. Y todo el mundo da señales alentadoras a su alrededor. Creemos que va a ser enorme", sostuvo Simon Duteil, co-delegado de Sud Solidaires. “En Saint-Denis, los compañeros recorrieron los comercios y catorce tiendas locales, no especialmente militantes, aceptaron nuestros carteles. Es la primera vez...". "Mi mujer trabaja en un hospital, y todas las enfermeras y los médicos van a hacer huelga. Esto nunca había pasado antes, nunca", dijo otro dirigente sindical entrevistado por el portal Mediapart.

A la bronca contra la reforma, el Gobierno afronta una inflación difícil de bajar, especialmente la de los precios de la canasta familiar que este mes se multiplicaron por tres respecto de la media de 6% anual cuando los salarios están estancados o a lo sumo reciben un incremento de 4 a 5%. Sumado al aumento de la gasolina y la electricidad, muchas familias no llegan a fin de mes. Las colas en los comedores populares se multiplican, donde se nota especialmente la presencia de miles de estudiantes precarizados. Los sindicatos estudiantiles llaman a movilizarse también contra la reforma.

Además, el miércoles 8 de marzo se celebra el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, fecha de la "huelga feminista", cada año más popular. Los sindicatos llaman a "aprovechar" la ocasión para recordar lo mucho que perderán las mujeres con la reforma prevista por el gobierno. El día siguiente es el turno de las organizaciones juveniles, que llaman a manifestar por sus propias reivindicaciones. Y hay llamamientos para que el 10 de marzo se centre en la cuestión ecológica. Algunos esperan que el movimiento se extienda más allá…

Mientras tanto...

El Gobierno sigue ignorando la realidad. Macron se escuda detrás de su “legitimidad” como presidente para imponer su reforma y varios de sus ministros acusan a los y las trabajadoras de sumergir el país en el caos total. A la salida del Consejo de Ministros del miércoles 1 de marzo, el portavoz del gobierno, Olivier Véran, comenzó su informe con una solemne advertencia al país: paralizar Francia el 7 de marzo sería "correr el riesgo de una catástrofe ecológica, agrícola, sanitaria e incluso humana en pocos meses", "descuidar la salud de nuestros hijos" y, de paso, "perder el tren del futuro". Laurent Berger, Secretario general de la CFDT, ironizó en Twitter: "¿La sequía es culpa de los sindicatos? ¿La crisis sanitaria, ídem? ¿Y por qué no la derrota en el Mundial?”

Para tranquilizarse, los partidarios del jefe del Estado también esperan hacer del tiempo un aliado. El 7 de marzo es ya una batalla perdida: todas las reacciones sobre el terreno, todas las notas de los prefectos y de los servicios de inteligencia anuncian una movilización masiva, al menos al mismo nivel -histórico- que la del 19 de enero. “Nuestra verdadera batalla es la duración", resumió un ministro. “Sabemos que será fuerte el martes, pero será más difícil mantener los bloqueos a lo largo del tiempo.”

El Gobierno apuesta también a la división sindical, una posibilidad en caso de radicalización del movimiento por las bases aunque hasta ahora, la unidad entre los dos sindicatos mayoritarios sigue en pie junto a los otros seis. 

Después de 10 días de debates en la Asamblea Nacional, donde solo se alcanzó a analizar los dos primeros puntos de la ley, - producto de la enorme cantidad de enmiendas de la NUPES (izquierda) -, la misma está siendo debatida en el Senado francés. Privado de voto en la Asamblea Nacional, el Gobierno contaba con que el Senado (mayoritariamente de derecha) examinara rápidamente el artículo 7, que amplía la edad legal de 62 a 64 años, y le diera el sello de legitimidad democrática. La izquierda senatorial ha decidido lo contrario: al presentar unas 3.000 enmiendas, los tres grupos socialista, comunista y ecologista están impidiendo la posibilidad de una votación final del texto en el plazo previsto.

El gobierno puede forzar la adopción de la reforma utilizando el articulo 49,3 de la Constitución si ninguna de las dos Cámaras logra votarlo. Pero se arriesga a la censura del Consejo Constitucional que ya alertó en enero sobre la inconstitucionalidad de algunas medidas de esta reforma y sobre la aplicación de otro artículo de la Constitución francesa, el 47,1 que obliga a discutir el proyecto de ley en tiempo récord, una verdadera imposición antidemocrática.

Pierre Rosanvallon (historiador, profesor honorario del Collège de France.) afirmaba en el diario Le Monde a finales de febrero: “La democracia nunca ha sido sólo una democracia de urnas: siempre ha dado cabida a la opinión...Como siempre es imperfecta, la representación debe ser múltiple, y las manifestaciones callejeras son una forma de ella en toda regla"

Para Macron, la “guerrilla” parlamentaria de la izquierda, las manifestaciones multitudinarias en toda Francia y este paro general, es un cóctel explosivo. El presidente está dispuesto a imponer su reforma cueste lo que cueste apostando a la división y a la supuesta resignación de la gente. Lo que será determinante, mas allá de la cantidad de gente en la calle este 7 de marzo, es la contundencia de la huelga y la renovación de paros y bloqueos en los centros estratégicos de la economía francesa. 

A casi 55 años del mayo francés, un marzo rojo se perfila intenso e incierto.