Fernando Lugo, el expresidente de Paraguay y actual senador del Frente Guasu, sufrió un derrame de origen isquémico en el recinto del Congreso y se encuentra actualmente en coma inducido, asistido por un respirador, en una sala de cuidados intensivos de un sanatorio privado. "Vamos a tenerlo ventilado hasta oxigenar adecuadamente el cerebro y, posteriormente, vamos a tratar de retirarle los soportes de tal manera de que mejore el pronóstico", resaltó a los medios locales el médico y senador Jorge Querey.
Los profesionales creen que su cuadro clínico podría mejorar paulatinamente, dado que la lesión que encontraron hasta el momento (tanto en la tomografía simple como la de contraste) apunta a que las secuelas "podrían ser mínimas". No obstante, Querey recordó además que se trata de una persona que padece hipertensión arterial y que recibe medicación constante por su tratamiento de larga data.
Según los primeros informes, el exmandatario estaba en su oficina del Congreso, cuando presentó un dolor de cabeza y después ya no pudo movilizar los brazos y las piernas. Rápidamente, se llamaron a los servicios médicos y fue trasladado al sanatorio San Roque, que estaba cercano al lugar.
Esta no es la primera vez que Fernando Lugo tiene un episodio de cuadro grave de salud. Durante su gobierno (2008-2012) también presentó problemas, fue diagnosticado con una etapa inicial de cáncer de linfoma. Luego, recibió un tratamiento en Brasil y pudo continuar con una vida normal.
Quién es Fernando Lugo
El exmandatario paraguayo fue depuesto hace nueve años por un golpe institucional. El exsacerdote había asumido el 15 de agosto de 2008, tras propiciar al Partido Colorado su primera derrota en más de seis décadas, al frente de una alianza que incluía al Frente Guasú –su fuerza- y al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), que colocó en la fórmula a su vice, Federico Franco.
Lugo fue destituido por “mal desempeño de sus funciones” apenas una semana después de la llamada Masacre de Curuguaty, el operativo de desalojo de una propiedad de ese departamento –uno de los más pobres de Paraguay- ocupada por campesinos, que terminó con 17 muertos, 11 labriegos y 6 policías.
Aunque la salida de Lugo del poder siguió las vías constitucionales, el absurdo de la acusación en su contra y los insólitos tiempos con los que se llevó adelante el proceso casi que cerró el debate acerca de si se trató o no de un golpe.
En verdad, Lugo parece haber sido la continuidad de una mecánica que se había probado en 2009 con Manuel Zelaya en Honduras, que la prensa y los sectores progresistas llamaron “golpe blando”, y que después sufrieron también Dilma Rousseff en Brasil y, bastante más acá, Evo Morales en Bolivia.
En diciembre de 2021, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) admitió una demanda presentada por el expresidente contra el Estado por el golpe institucional.