El ex presidente de Estados Unidos Donald Trump llegó este jueves a la sede del tribunal federal de Washington para enfrentar una nueva imputación penal. Esta vez lo acusan de haber intentado alterar el resultado de las elecciones de 2020, cuando ganó el actual mandatario Joe Biden pero él movilizó a sus manifestantes para que tomaran la sede del Congreso, cuando se validaban los resultados del colegio electoral.
Tal como lo establecen las normas procesales, quedó transitoriamente detenido mientras le leían los delitos que le imputaban. Como sucedió en las otras causas penales que tiene abiertas, el ex mandatario se declaró no culpable y luego se retiró para esperar el juicio en libertad, un dato central ya que es uno de los favoritos para quedarse con la candidatura presidencial de la oposición republicana el año próximo.
Al salir de los tribunales federales de la capital estadounidenses, Trump habló ante la prensa y frente a grupos de simpatizantes y detractores que protestaban en la calle, frente al edificio judicial. "Es un día muy triste para Estados Unidos", aseguró el ex presidente y pidió: "No podemos dejar que esto pase".
Poco antes, dentro de la sala de tribunales, la jueza Moxila Upadhyaya le había advertido: "Si no cumple con cualquiera de las condiciones para su liberación, una orden podría ser emitida para su arresto". De esta manera, dio por comenzado un nuevo proceso penal que acompañará a Trump durante la campaña electoral e incluso durante las elecciones primarias que comienzan a principio del año próximo.
Las causas judiciales como estrategia de campaña
Horas antes de la audiencia, el líder republicano y aspirante a la Casa Blanca en 2024 insistió en que la causa penal contra él es una maniobra orquestada por el presidente demócrata Biden, que busca la reelección, para frustrar su candidatura, al tiempo que denunció una "instrumentalización de la 'Justicia' sin precedentes" en Estados Unidos.
"El deshonesto de Biden pidió a su fiscal general acusar al (¡lejos!) principal candidato republicano y expresidente de Estados Unidos -yo- de tantos cargos como puedan inventarse para que se vea forzado a gastar grandes cantidades de tiempo y dinero en defenderse", escribió Trump en su red social Social Truth. "Los demócratas no quieren competir contra mí, de lo contrario no estarían realizando esta instrumentalización de la 'Justicia' sin precedentes, pero pronto, en 2024, será nuestro turno", añadió.
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En un texto de 45 páginas publicado hace dos días, el fiscal especial Jack Smith acusó al líder republicano de socavar los cimientos de la democracia estadounidense al intentar alterar el conteo de votos en las presidenciales, una inculpación sin precedentes y especialmente grave dado que en aquel entonces era presidente en ejercicio, según la agencia Télam. Al contrario, los otros dos procesamientos dictados contra él este año, uno por fraude contable debido al pago de dinero a una actriz porno para comprar su silencio y otro por haber puesto en peligro la seguridad nacional con el manejo negligente de documentos confidenciales, corresponden a un momento anterior y otro posterior a su mandato.
En este caso es acusado de cuatro cargos penales, incluyendo conspiración para defraudar al Gobierno de Estados Unidos y conspiración para obstruir un procedimiento oficial. Trump, de 77 años, podría ser condenado a una larga pena de prisión en caso de ser hallado culpable.
El ataque al Congreso
El 6 de enero de 2021, cuando las dos cámaras del Congreso federal se preparaban en Washington para validar los resultados del colegio electoral y dar la luz verde final a la victoria de Biden, Trump arengaba a una pequeña multitud de simpatizantes a solo unas cuadras de allí para marchar hacia el edificio legislativo, irrumpir y frenar la ceremonia. El entonces presidente no los acompañó, pero sus seguidores sí entraron por la fuerza en el Capitolio, hasta forcejearon con los pocos policías que intentaron frenarlos.
El ataque duró horas y fue extremadamente violento. Cinco personas murieron. Rompieron ventanas, muebles, recorrieron las oficinas y hasta las cámaras en búsqueda de los legisladores demócratas que tuvieron que esconderse junto con sus colegas republicanos, por miedo a ser lastimados. Todo fue grabado por los manifestantes y periodistas, en lo que terminó siendo una verdadera cacería humana.
Un asesor legislativo pudo llevarse consigo el baúl con los votos del colegio electoral y, por eso, cuando la Policía recuperó el control del edificio, los resultados de las elecciones pudieron ser validados, como dicta la ley.