El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue en su carrera de expulsar a cuantos extranjeros pueda. Ahora, a la política de racias en escuelas, refugios y centros de salud y de vuelos de deportación para distintos países, sobre todo de América Latina, ordenó la apertura de un centro en Guantánamo para detener ahí a hasta 30.000 migrantes. La decisión, además, se dio luego de haber enfrentado reclamos con Brasil y Colombia, por el trato denigrante contra las personas deportadas.
En esa ciudad, ubicada en la isla de Cuba, se encuentra una Base Naval estadounidense, con un centro de detención para personas acusadas de terrorismo. Trump hizo el anuncio justo antes de firmar la Ley Laken Riley, la primera legislación aprobada bajo su administración, que también refuerza los controles en términos migratorios y criminaliza a las personas que llegan al territorio sin papeles. De hecho, lleva el nombre de una estudiante de medicina asesinada por un venezolano.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel, no tardó en responder y tildó de "acto de brutalidad" la decisión de Trump a la par que denunció la ocupación ilegal de Estados Unidos de parte de la isla de Cuba.
La ley votada tanto por republicanos como por demócratas establece que las personas que estén en Estados Unidos sin la documentación correspondiente y que sean acusadas de robo o crímenes violentos podrían ser detenidas e incluso deportadas aun antes de ser halladas culpables.
A tan sólo un día de la asunción, Trump habilitó las racias en iglesias, hospitales y escuelas, con el objetivo de llevar adelante "la mayor deportación de la historia" .
Esto fue a partir de que el magnate multimillonario otorgó a los agentes de migraciones más autoridad para verificar el cumplimiento de la ley y eliminó una vía legal para que regularicen su situación las personas que cruzaron la frontera sin los papeles correspondientes. En la jornada del traspaso de mando se hicieron virales las imágenes de cientos de personas solicitantes de asilo en la frontera con México conmocionadas y en llanto cuando supieron que el nuevo Gobierno había bloqueado la aplicación CBP One a través de la que habían requerido turnos, que fueron cancelados.
"Los criminales ya no podrán esconderse en las escuelas e iglesias de Estados Unidos para evitar ser arrestados. La administración Trump no atará las manos de nuestra valiente policía y, en cambio, confía en que usen el sentido común", dijo el secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, Benjamine Huffman.