El Partido Popular, la principal fuerza conservadora de España, se impuso en las elecciones regionales de Castilla y León, pero quedó con un trago amargo debido al fuerte avance que tuvo la ultraderecha de Vox. En total, el PP -con su candidato Alfonso Fernández Mañueco- consiguió 31 escaños y solo sumó dos más a los que ya tenía mientras que la fuerza de extrema derecha ganó doce "procuradores" más y se convirtió en un aliado necesario para gobernar.
Después de conocerse los resultados, la fuerza de extrema derecha Vox ya reclamó la Vicepresidencia de la junta y exigió, por primera vez en esa regiones, entrar en un gobierno tras las elecciones. La demanda no es exagerada. El PP necesitará de la mano de este partido de ultraderecha y de sus 13 bancas ya que esperaban obtener una mayoría propia de al menos 41 escaños, pero la estrategia no salió como esperaban.
Por eso, Vox fue el primero en celebrar los 114.000 votos conseguidos.
El presidente Santiago Abascal aseguró que "Vox tiene el derecho y el deber de formar gobierno en Castilla y León" y propuso que su primer candidato en la región Juan García Gallardo sea vicepresidente de la Junta.
Parte del crecimiento de la extrema derecha y la derecha se explica con la caída del oficialismo a nivel nacional, los socialistas. El PSOE quedó en segundo lugar, pero tuvo un fuerte retroceso: de los 35 escaños que obtuvo en 2019 ahora consiguieron 28. Además, solo se impusieron como primera fuerza en el municipio de Burgos.
En tanto, la fuerza de izquierda y aliado del PSOE en el gobierno nacional, Unidas Podemos, obtuvo un solo diputado frente a los dos que tenían hasta ahora. En total, perdió casi 14.000 votos.
Aunque ahora se abre un período de complicadas negociaciones con Vox, el presidente del PP a nivel nacional, Pablo Casado, también aprovechó para celebrar. "Enhorabuena a Alfonso Fernández Mañueco y muchas gracias por la confianza a los castellanos y leoneses. El cambio de ciclo en España es imparable", escribió en un tuit.