El socialista Sánchez, un optimista que busca que las mejoras económicas signifiquen votos

22 de julio, 2023 | 14.22

El socialista Pedro Sánchez, que busca quedarse en la presidencia de España tras las elecciones de mañana, guarda algunas rarezas en su vida: fue el primer mandatario en jurar sin Biblia y sin cruz, cumple años un 29 de febrero, lo que lo obliga cada año a adelantar o postergar el festejo, y debe pelear desde atrás, según las encuestas, en los comicios, pese a que el país muestra un sólido crecimiento económico y una fuerte suba del empleo.

Llegado a la jefatura del Gobierno en junio de 2018, casi 60 meses después le toca a Sánchez, a sus 51 años, enfrentar estas elecciones, a las que convocó de sorpresa por la derrota del oficialismo en las regionales de mayo.

“Aprendí a esforzarme hasta que el árbitro pita el final del encuentro”, dijo alguna vez Sánchez, amante del basket. Una buena definición para quien cayó y se levantó varias veces.

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Los datos duros señalan que el presidente nació en Madrid en 1972, que es doctor en Economía y que se afilió al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1993, por el que fue concejal primero, diputado después y candidato a la jefatura del Estado entre 2014 y 2016.

Casado, padre de dos mujeres, al basket de su juventud le siguieron estudios en Ciencias Económicas y Empresariales, más dos posgrados: Máster en Economía de la Unión Europea por la Universidad Libre de Bruselas y Diplomado en Estudios Avanzados en Integración Económica y Monetaria Europea por el Instituto Universitario Ortega y Gasset.

Antes de dedicarse un tiempo a la docencia universitaria, fue asesor en el Parlamento Europeo y miembro del gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia Herzegovina.

Aunque el cuadro para este domingo se presenta complejo, Sánchez se muestra optimista: "Echo la vista atrás y me doy cuenta de que yo gané dos primarias contra todo pronóstico, gané una moción de censura contra todo pronóstico, tuve que ganar cinco elecciones en 2019 también contra todo pronóstico. Nunca he tenido unas elecciones fáciles", le dijo a El País.

Algunos hechos externos también le jugaron alguna vez a favor: en 2003 fue a las municipales de Madrid y no logró ser concejal, pero un año después reemplazó a una edil que renunció, y en las generales de 2008 tampoco consiguió un escaño en Diputados, pero un año después ocupó la vacante dejada por Pedro Solbes.

También quedó afuera en 2011, pero volvió a la Cámara porque renunció a la banca Cristina Narbona, justamente ahora presidenta del PSOE.

Sí ganó las primarias del partido en 2014 y aspiró a la presidencia, que no logró. Hubo nuevas elecciones que desembocaron en uno de los momentos internos más ásperos del socialismo: ganó el líder del conservador Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, y Sánchez defendió votar "no" para no permitir con su abstención un gobierno de los populares.

La decisión desembocó en una crisis del PSOE y la dimisión de Sánchez, que entregó su acta de diputado. Los socialistas permitieron luego con su abstención la investidura de Rajoy.

En 2017, Sánchez volvió a las primarias para la secretaría general del partido, que ganó con un 50% de los votos. Y al año siguiente llegó al palacio de La Moncloa.

Fue a partir de una moción de censura contra Rajoy, un instrumento constitucional que triunfó por primera vez en España, aunque ese primer gobierno duró solo dos años, al no poder aprobar los presupuestos generales.

En noviembre de 2019, tras ganar las elecciones, formó el primer gobierno de coalición en el país, con Podemos y su líder, Pablo Iglesias, como vicepresidente, y el respaldo de bloques menores regionales, lo que le valió críticas opositoras por juntarse con lo que llamaban “izquierda radical”.

Fue la gestión con mayor presencia de mujeres en la historia, y aun así debió enfrentar cuestionamientos de organizaciones feministas por algunas de sus iniciativas.

Con todo, Sánchez impulsó un notable programa de reformas: subió casi un 50% el salario mínimo, logró aprobar una reforma del mercado laboral destinada a reducir la precariedad, instauró una ley que rehabilitaba la memoria de las víctimas del dictador Franco (1939-1975), y recompuso el diálogo con los independentistas catalanes.

Con información de Télam

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