El exvicepresidente segundo español y fundador de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, habló con Télam de un panorama "esperanzador" en América Latina, con la llegada de varios gobiernos de izquierda, pero consideró que hay que estar "preparados para todo".
Télam: ¿Cómo ve a América Latina en este momento?
Pablo Iglesias: América Latina vuelve a ser la referencia democrática para toda la izquierda, pero con procesos muy diferentes, que no se pueden reducir a la unidad. Creo que los procesos en Chile, en la Argentina y en México son muy diferentes. Y si ya hablamos del proceso venezolano hablamos de una degradación, con unos niveles de enfrentamiento entre el oficialismo y la oposición que han degradado lo que en un momento pudieron ser las ilusiones del chavismo. Acá no hay un único responsable y creo que el carácter golpista de la oposición es incuestionable, pero eso no nos tiene que obligar a ser acríticos con respecto a ese tipo de dinámicas. Es esperanzador lo que está ocurriendo en Chile, es esperanzador que Lula pueda sacar, con un apoyo popular inmenso, a un ultra como (Jair) Bolsonaro de la jefatura del Estado en Brasil, (Gustavo) Petro en Colombia creo que representa una opción de esperanza enorme para todos los demócratas. Pero la política nunca acaba, las relaciones internacionales son complejas y cada vez que gobierna la izquierda, una parte del poder cancela su compromiso con los sistemas democráticos y entiende que son legítimas las vías del golpe de estado, mucho más sutiles ahora que en las formas clásicas en América Latina, entonces hay que estar preparados para todo.
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T: En ese contexto, la articulación y expansión que está impulsando el partido de ultraderecha español Vox en la América Latina ¿cree que tiene algún asidero?
PI: Claro que sí, además la propia lógica mediática y discursiva de la guerra (en Ucrania) genera el caldo de cultivo ideal para el éxito de la ultraderecha. No es igual a los fascismos del siglo XX, pero es potencialmente más peligrosa en la medida en que ha normalizado la mentira como paradigma de esta ultraderecha trumpista y que no tiene problema en asumir la mentira como una estrategia política legítima. El contexto de los discursos hiperventilados del patriotismo mediático, de que lo emocional lo ocupe todo frente a la racionalidad y el análisis con tonalidades grises de las relaciones internacionales, es el caldo de cultivo ideal para que esas emociones se traduzcan políticamente en la conquista del poder político de fuerzas abiertamente antidemocráticas. Estas buscan destruir lo poco que queda de democracia liberal mintiendo sin ningún tipo de complejo. El otro día Donald Trump dijo en un mitin que va a acabar con todo el sistema de "check and balance", del límite al poder presidencial, y básicamente se va a convertir en un dictador, algo que recuerda a los decretos del Tercer Reich. Lo está diciendo abiertamente. Tenemos una ultraderecha que está en EEUU, en América Latina y Europa, pero con metodología de funcionamiento con muchísimo dinero metido en sus operadores mediáticos, tanto en medios convencionales como en redes sociales y que son capaces de construir golpes de estado a partir de la mentira.
Con información de Télam